Quien no tiene un techo bajo el que cobijarse, se refugia dónde puede. Esta máxima no solo es una evidencia, sino casi una ley de … vida. A falta de otra alternativa habitacional, el desalojo de un enclave chabolista, como el ocurrido hace meses en La Fica o el que tuvo lugar hace unos días bajo el puente de la autovía en El Malecón, acaba irremediablemente con la aparición o el crecimiento de nuevos enclaves de este tipo. La pedanía murciana de Santiago y Zaraíche alberga desde hace alrededor de un año un núcleo de infraviviendas, que han acabado por generar inquietud entre los vecinos de los edificios colindantes.
Son dos los inmuebles abandonados en los que moran actualmente, como okupas, unas dos docenas de jóvenes de origen mayoritariamente inmigrante. Se encuentran estos ubicados en el entorno de la avenida de Santiago. Entre 15 y 20 personas, con un alto nivel de rotación, lo hacen en una vivienda localizada al pie de esta misma vía –junto al cruce con la calle Morunos– y que se halla conectada con una nave anexa, según explica el presidente de la Junta Municipal de la pedanía, Francisco José Ludeña. Entre dos y tres personas más –acompañadas de «varios perros problemáticos», indica Ludeña– habitan otra vieja casa de huerta ubicada al otro lado de la misma avenida, aunque un área menos expuesta a las miradas de los transeúntes.
Reconocen los residentes de la zona que no se han producido conductas violentas en relación a los ocupantes de estas infraviviendas, pero sí denuncian ciertos problemas de convivencia derivados de un estilo de vida un tanto «anárquico», según señalan varios vecinos. Este se traduce, primeramente, en unas graves condiciones de insalubridad, además de una mala imagen viaria y la presencia de malos olores o el riesgo de la aparición de posibles plagas. «El entorno, a veces parece un estercolero; tiran los restos de comida en cualquier sitio, muchas veces sin bolsa», explica indignada Elena, propietaria de un centro de ‘fitness’ localizado en esta área. Ejemplo de ello son las montañas de basura que se acumulan en el espacio existente entre la primera casa y la nave colindante. Estas deficientes condiciones de vida han generado, incluso, esta semana un incendio en el interior del inmueble ante el que tuvieron que actuar Bomberos y Policía Local.
«Los propietarios de un inmueble han pedido ya su desalojo; los dueños del otro se desentienden», destaca el pedáneo
A estas quejas se unen otras vinculadas a conductas molestas o indecorosas, que van desde el consumo de estupefacientes en la vía pública a los ruidos a deshoras o a las peleas entre ocupantes, incluso en plena vía pública. «En esa esquina, sorprendimos a uno de ellos masturbándose», subraya Carmen, vecina de la calle Morunos. A estas circunstancias se suman los pequeños hurtos que se vienen cometiendo en comercios de la zona por parte de los jóvenes vinculados a estas viviendas.
Basura acumulada entre una de las casas okupadas y la nave colindante.
Cedida

«A mí me han robado algún que otro paquete de tabaco hasta en tres ocasiones; los cogen y salen corriendo», explica Cristina, que regenta un estanco próximo. Algo parecido ocurre en la cercana frutería La Cañada. «Si descargo un camión, tengo que estar atento porque siempre desaparecen piezas; también me han quitado productos de la tienda; un policía sorprendió a uno tras marcharse con una pastilla de chocolate y un bote de refresco», señala con buen humor y cierta comprensión Pepe, su propietario. Él es consciente de que se trata de jóvenes con unas condiciones de vida precarias y una situación clara de desarraigo. «Si me lo piden de buenas maneras, soy capaz de dárselo gratis», asegura, defendiendo que «el futuro demográfico de este país pasa por un flujo migratorio que es imposible frenar».
«Tengo miedo por mis hijas»
No todos los vecinos se muestran, sin embargo, tan comprensivos con esta situación, hasta el punto de que se ha generado una cierta psicosis motivada por una sensación de inseguridad. «Tengo miedo de que le pueda pasar algo a mis hijas, que tienen que soportar los comentarios de estas personas a su paso», confiesa Carmen. «Yo, tranquila, tranquila no estoy, aunque las palabras que les dirigen no son distintas de las que suele lanzar cualquier joven», expone María, en relación a sus pequeñas. «Yo ya prefiero no venir a mi gimnasio de noche», destaca Elena.
Lo que tienen claro todas ellas es que no están dispuestas a que la situación vaya a más con nuevas ocupaciones. «El otro día ya sorprendimos a otro de estos jóvenes intentando entrar a un dúplex que ha quedado recientemente abandonado tras el divorcio de sus propietarios», remarca Carmen, mostrando un vídeo del intento. Ludeña destaca que se trata de una situación compleja al ser de inmuebles de propiedad privada. «La vivienda más concurrida pertenece a varios herederos, que ya han formulado denuncia para su desalojo; en el otro caso, los dueños se han desentendido, algo que puede causarles problemas ante cualquier incidente que ocurra en el interior», subraya el pedáneo. No obstante, recuerda que se trata de inmuebles incluidos en futuros planes parciales y que su destino es el derribo, una vez que estos se desarrollen, aunque pueden quedar años para ello.

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Enlace de origen : Denuncian problemas de convivencia con dos casas okupa en la pedanía murciana de Santiago y Zaraíche