Desde el pasado 16 de mayo, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMO) del Instituto de Salud Carlos III ha registrado 1.180 … fallecimientos atribuibles al calor en toda España. Lo llamativo es que, de todas estas muertes, solo dos se han producido en la Región de Murcia, pese a que la comunidad soporta tradicionalmente unas temperaturas más elevadas que otros territorios. En Galicia, el número de defunciones atribuidas a esta causa asciende a 163, y en Asturias, a 29.
De entrada, los expertos advierten de la dificultad de interpretar estos datos. Lo que ofrece el sistema MoMo es un cálculo estadístico que tiene en cuenta los excesos de mortalidad y los umbrales de temperatura que se consideran un riesgo para la salud en cada zona. De ahí que haya que leer los resultados con cautela.
Más allá de esto, el informe apunta a un patrón que fue destacado la semana pasada por el Ministerio de Sanidad: las comunidades más afectadas por la mortalidad atribuible a las olas de calor se sitúan en el norte. Se trata de Galicia, La Rioja, Asturias y Cantabria. «Estas regiones, que históricamente han experimentado veranos de temperaturas moderadas, presentan actualmente un incremento notable en la vulnerabilidad climática. Este fenómeno podría estar relacionado con una menor adaptación estructural y social frente a episodios de calor extremos», señaló el Ministerio. El coordinador del grupo de salud planetaria de la Sociedad Murciana de Medicina Familiar y Comunitaria (Smumfyc), Julián García Sáez, coincide en que esto puede ser un factor que explique en parte las llamativas diferencias entre norte y sur. «Habría que ver si los datos se están registrando correctamente» en el sistema Momo, «pero probablemente influye que aquí en la Región hay una cultura relacionada con la prevención ante el calor», reflexiona. Sabiduría popular que, a la hora de la verdad, funciona.
En cualquier caso, sobre la mesa queda la pregunta de si el sistema que utiliza el Carlos III para monitorizar la mortalidad atribuible al calor está infraestimando el impacto en la Región de Murcia. Porque lo cierto es que los datos de este verano no son una excepción. El año pasado, el sistema MoMo identificó 8 muertes relacionadas con las altas temperaturas en la comunidad, apenas el 0,7% de las 1.191 que se calcularon para toda España.
A lo largo de la última década, el calor estaría detrás de 65 muertes en la Región de Murcia, de acuerdo a este modelo estadística. Según el sistema MoMo, el frío causaría más muertes en la Región: solo entre los pasados meses de enero y diciembre habrían fallecido 52 personas por efecto de las bajas temperaturas.
Crónicos y pluripatológicos
Más allá del debate sobre la exactitud de los modelos, el informe del Carlos III revela que la mortalidad relacionada con las altas temperaturas va mucho más allá de los golpes de calor, donde la causa es directa.
«Los golpes de calor se suelen producir en personas jóvenes que desarrollan ejercicio físico o un trabajo intenso a pleno sol, por ejemplo en el campo o en la construcción. Pero lo que vemos mucho en las consultas es un aumento de la morbilidad, un agravamiento de patología crónica en pacientes de más de 65 o 75 años», explica Julián García Sáez.
Hay «más cuadros de infecciones urinarias en personas mayores por la deshidratación, y más descompensaciones en pacientes con insuficiencia cardíaca o diabetes». Especialmente relevantes son «los factores sociales». «No es lo mismo tener climatización en casa que no tenerla, y hay muchas personas que viven solas en hogares sin acondicionar», recuerda el médico de familia.
Enrique Bernal, jefe de Medicina Interna del hospital Reina Sofía, abunda en estos efectos negativos del calor excesivo sobre la salud de los pacientes más vulnerables. «Las personas mayores sienten menos sed, beben menos y tienen un mayor riesgo de deshidratación. Y eso puede estar, por ejemplo, detrás de una caída», advierte. La deshidratación aumenta el riesgo de sufrir hipotensión ortostática. Cuando la persona se pone de pie, se produce un descenso repentino de la presión arterial y, con ello, una caída.
También hay un mayor riesgo de insuficiencia renal, de infecciones de orina y, a nivel cognitivo, de «cuadros confusionales». La polimedicación es, además, un factor a tener en cuenta.
Veranos cada vez más extremos
El cambio climático, con un aumento progresivo de las temperaturas, está obligando a poner el foco en estos efectos adversos sobre la salud. El Ministerio de Sanidad advirtió de que durante el pasado mes de junio se alcanzó una temperatura media en España de 23,6 grados (el promedio tiene en cuenta las máximas y mínimas). Esto implica que se superó en 0,8 grados el máximo histórico, registrado en junio de 2017. Hubo, además, 76 niveles de riesgo rojo por calor extremo en distintas zonas del país.
«Los veranos son cada vez más largos, y con más olas de calor», recuerda García Sáez. Esto obliga a preparase para proteger la salud. Junto a las personas mayores, los niños son los más vulnerables. Pero muchos colegios siguen sin estar acondicionados, lamenta el coordinador del grupo de salud planetaria de Smumfyc. La Sociedad de Pediatría del Sureste ya advirtió en junio de los riesgos que esto supone. Esta organización recomendó «adaptar la actividad lectiva o suspender si no se toman medidas adecuadas a partir de los 27 grados, en base a la evidencia científica sobre confort térmico y rendimiento escolar».
Salud llama a no bajar la guardia
La Consejería de Salud cree que los datos del sistema de monitorización de la mortalidad revelan que el calor afecta «más a las poblaciones que no están adaptadas a estos fenómenos», habituales en la Región de Murcia. No obstante, el director general de Salud Pública, José Jesús Guillén, recuerda que «hay grupos vulnerables» sobre los que se debe extremar la precaución, como los mayores de 64 años, los niños menores de 4 y las personas con enfermedades previas. Sin olvidar a quienes trabajan expuestos al calor.
El Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperatura sobre la Salud se activó el pasado 13 de mayo, y estará vigente hasta el 30 de septiembre. Este plan fija los umbrales de riesgo en 37,8 grados en el Altiplano, 37,2 en el Noroeste, 37,5 en la Vega del Segura, 35,2 en el Valle del Guadalentín, Lorca y Águilas, y 33,3 en Campo de Cartagena y Mazarrón.
Salud Pública recomienda «permanecer el mayor tiempo posible en lugares frescos y realizar comidas ligeras que contengan abundantes frutas y verduras, que ayudan a reponer las sales minerales perdidas por el sudor». Asimismo, se aconseja «no abusar de bebidas con cafeína, alcohol y aquellas que contengan grandes cantidades de azúcar, ya que este tipo de productos pueden hacer perder más líquido corporal». José Jesús Guillén recuerda que hay que diferenciar entre los golpes de calor y el aumento de mortalidad durante los periodos de temperaturas extremas asociado a descompensaciones «en procesos generalmente crónicos».
El golpe de calor «es una situación clínica aguda y grave ocasionada porque el cuerpo no es capaz de regular la temperatura», lo que lleva a un incremento de la temperatura corporal que puede provocar el fallecimiento si no se trata a tiempo. Los síntomas abarcan «desde una fiebre de más de 39 grados a agitación, confusión o pérdida de conciencia, piel caliente o enrojecida y respiración o pulso acelerado».
La Dirección General de Salud Pública recuerda que hay que protegerse tanto de la exposición al sol como de las altas temperaturas prolongadas.

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