
Los orígenes de Amanda Lear siempre han permanecido en la bruma. Sabemos que la famosa cantante es francesa, pero no se conoce la nacionalidad de … los progenitores, más allá de la certeza de las raíces orientales maternas, tampoco el año de nacimiento, que varía entre 1939 y 1946, el nombre real e, incluso, su género. Ella asegura que siempre fue Amanda, pese a que abundan quienes la recuerdan como un joven estudiante de arte llamado Alain Tapp. ‘Enigma’, un documental dirigido por Zackary Drucker que ofrece Movistar Plus, aborda su vida y la polémica en torno a una identidad controvertida.
La ambigüedad recorre la existencia de la reina de las discotecas durante los años setenta. El relato muestra su cara de póker cuando, una y otra vez, se le requería la verdad sobre su condición y negaba cualquier operación de cambio de sexo. Tampoco reconoce haber debutado en Le Carrousel, un cabaret parisino que en los cincuenta albergó a numerosas estrellas transexuales. Amanda siempre ha rechazado que fuera el muchacho delgado y de rostro anguloso que fue acogido por las veteranas del local, como ellas afirman en la narración.
La producción contrapone dos vidas, la de nuestra protagonista y la de April Ashley, una ‘socialité’ inglesa también transexual, que luchó por los derechos de su comunidad en Gran Bretaña hasta obtener la ley de reconocimiento de género de 2004. Ambas fueron íntimas amigas, según el testimonio de la primera, y compartieron números en el afamado club. La cantante lo niega y la tacha de mentirosa, incluso de alcohólica y mitómana. Sus trayectorias son prácticamente antagónicas. Mientras la inglesa reconocía su origen y luchaba contra el acoso y la marginación social, la francesa, aparentemente, sepultaba el pasado para triunfar individualmente ajena a cualquier causa colectiva.
La irrupción de Salvador Dalí cambia el rumbo de la historia y le concede atención mediática. Algunas fuentes apuntan que el pintor encontró a Amanda en Le Carrousel y que quedó fascinado por sus exóticos rasgos y su imprecisa naturaleza. Ella sostiene que se lo presentaron en un restaurante a donde había acudido junto al diseñador Paco Rabanne, para quien había desfilado en la Semana de la Moda. También reconoce que mantuvo una intensa relación con el genio, posiblemente carente de vertiente sexual, y que el artista ejerció sobre ella cierta función de gurú. El catalán le dio un rotundo consejo que, tal vez, explique su compleja biografía y le reveló que sólo los idiotas decían la verdad.
¿La novia de Bowie?
La versión oficial de Amanda, en cualquier caso, no comienza sobre un escenario de Pigalle, sino en las calles de la capital británica en los sesenta. Allí fue descubierta como modelo y se introdujo en su vibrante escena cultural, conocida como el ‘swinging London’. Fue novia de Brian Jones, miembro fundador de los Rolling Stones, y posó para la portada de un disco de Roxy Music, e, incluso, mantuvo una relación duradera con David Bowie, que la incitó a introducirse en el mundo de la canción.
El éxito masivo llegó dos años después. Como sucedía con Lola Flores, no cantaba ni bailaba, pero nadie se la perdía. Su voz grave y belleza particular le proporcionaron una personalidad acusada que pronto la encumbró en el género de la música disco europea. Durante la década de los setenta publicó varios discos y vendió 28 millones de reproducciones, convirtiéndose en una asidua de la televisión.
Pero la notoriedad también atrajo el interés sobre su origen y se multiplicaron los rumores sobre su condición. Ella lo refutaba todo y aún hoy sigue rechazando los argumentos y fotos en las que aparece una ‘starlette’ de Le Carrousel conocida como Peki d’Oslo con quien guarda una considerable similitud física. Algunas veces, ha argüido que ella había fomentado tal sugerencia con letras de canciones que hablaban de la cirugía como herramienta para construirse a sí misma. Pero, en última instancia, siempre insiste en que no se ha sometido a ninguna reasignación de sexo.
Ella dice que siempre fue Amanda, pese a que muchos la recuerdan como un estudiante de arte llamado Alain Tapp
La polémica no frenó la carrera de Amanda. Tras encadenar hits como ‘Follow Me’ o ‘Queen of Chinatown’, el ocaso llegó en los ochenta con el declive de la ‘dance music’. Entonces apareció Silvio Berlusconi al rescate para convertirla en una de las primeras presentadoras de postín de la recién nacida Mediaset italiana. En el plano personal, se había casado con un tal Paul Lear, quien le proporcionó el apellido, y luego contrajo nupcias con Alain Philippe Malagnac, hijo adoptivo del escritor Roger Peyreffite. La vida de la estrella tiene giros dramáticos ya que su marido falleció por inhalación de humo en el incendio de su residencia.
Al final del documental, la cantante parece bajar la guardia y confiesa que hoy es más fácil ser aceptada como una chica diferente, pero nada más. No se retracta y mantiene su rocosa tesis. El programa respeta esa decisión y sugiere que la mantuvo para evitar el rechazo profesional en tiempos difíciles para la disidencia. Esa condena cayó sobre April cuando se supo que era transexual. Su carrera como modelo se desvaneció y sufrió acoso. Mientras, Amanda, imperturbable, riega el seto de su mansión al sur de Francia. Sonríe, admite que disfrutó mucho en las discotecas, que tuvo su momento de gloria y sugiere que, quizás, se convierta en la Greta Garbo de la Provenza, una mujer misteriosa, invisible y, por supuesto, cisgénero.

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Enlace de origen : Amanda Lear, una reina bajo sospecha