
Encontrar piso por primera vez o cambiar de estancia supone un reto para el alumnado universitario, que esta vez se enfrenta a un panorama actual … marcado por la crisis de la vivienda. El precio por metro cuadrado en viviendas de alquiler es de 9,1 euros en la Región de Murcia, según registra un estudio que actualiza mensualmente el portal inmobiliario Idealista. Respecto a junio del pasado año, el mismo estudio refleja un incremento de precio del 9,4%.
Los precios de los alquileres compartidos oscilan entre los 1.200 euros, si el piso es para cuatro estudiantes, y 800, si es para tres, por lo que el precio medio por estudiante se planta entre los 200 y 300 euros, hasta unos cien euros más que el curso pasado. A la coyuntura actual hay que añadir que cada vez los jóvenes barajan menos la opción de quedarse en una residencia. Esta alternativa, que anteriormente fue popular, sobre todo durante el primer año de carrera, ahora es menos frecuente por los altos precios que hay que pagar por una habitación: entre 800 y 900 euros por una estancia individual y alrededor de 700 por una compartida.
Jerónimo Jover, portavoz del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de la Región, define la situación actual de escasez de vivienda como «una enfermedad que refleja sus síntomas a través de los precios». El portavoz apunta que la oferta que en principio estaba prevista para este verano no se ha dado como consecuencia del «lanzamiento de ‘globos sonda’ con los que el Gobierno quiere anticipar una nueva regulación en materia de vivienda temporal».
Los nuevos matices que apuntaría la supuesta actualización, que está prevista para más adelante, condicionan el perfil «miedoso» del propietario, que no quiere ni exponerse a sí mismo ni a su vivienda a riesgos y, por tanto, prefieren alquilar sus inmuebles a otros perfiles más estables económicamente. Personas que tengan contratos de trabajo a largo plazo y puedan garantizar el pago de la mensualidad, además de firmar periodos más largos de arrendamiento. Lorena Garre, directora de Logar Group, promotora y abogada, señala que «hay que ir «a la base del problema», la falta de vivienda y el retraso de «más de seis meses, por parte del Ayuntamiento de Murcia, para conceder licencias y poder construir más». Además, apela también al compromiso necesario por parte de los estudiantes para que asuman las responsabilidades que conlleva encargarse de un inmueble porque en algunos casos, al finalizar el contrato, dejan las propiedades «en malas condiciones», otro de los motivos por los que cada vez hay menos propietarios que quieran alquilar sus inmuebles a estudiantes, según ella.
Mil y un tipos de contratos
La red social X e Idealista son las plataformas más populares entre estudiantes de todo el territorio nacional para conseguir alquiler o para encontrar compañeros con los que compartir casa. A través de estos portales filtran el tipo de vivienda que buscan y las condiciones que les interesan. El tipo de contrato que se suele firmar a la hora de arrendar un piso a un grupo de estudiantes es el de vivienda temporal con una duración de un año. Además, los propietarios eligen si prefieren alquilar el piso al completo o por habitaciones.
Los jóvenes también tienen en cuenta -según su situación económica- quién gestiona el proceso del alquiler, porque si lo hace una inmobiliaria supondrá el abono de una mensualidad más a modo de comisión. En cambio, si se ocupa un particular y no hay empresas de por medio, no suele suponer más gastos aparte de la mensualidad y la fianza.
La plaza Circular, los alrededores de la Merced o el Barrio de Santa Eulalia son algunos de los enclaves más populares de la capital murciana entre los estudiantes de la Universidad de Murcia (UMU), estudios de grado superiores y estudiantes de la Universidad Católica de Murcia (UCAM) que prefieren el ambiente de la ciudad al de las pedanías de La Ñora o Guadalupe, más cercanas a los centros de la institución. En Cartagena, el alumnado de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) se decanta por zonas como la Avenida de América, la calles Carlos III y Alfonso XIII, cercanas a las facultades de la Universidad y del centro.
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«Nos ofrecen pisos terribles y se justifican con que somos un desastre»
Alicia Gómez no es alumna de nuevo ingreso, pero este año se ha planteado cambiar de alquiler. Según la joven de Torre Pacheco, que lleva más de un mes en búsqueda de vivienda, la situación que se dibuja frente a los jóvenes universitarios representa «muchos extremos» y añade: «Nos ofrecen pisos terribles y se justifican con que los estudiantes somos un desastre; no funciona así». A lo largo de su búsqueda ha visto «pisos desastrosos por 300 euros cada estudiante, incluso habitaciones también en pésimas condiciones por 400». «Y te justifican que es por la zona», clama. Además, comenta ciertas ‘cláusulas’ que figuran fuera del contrato y de las que, «casualmente», se informa después de tener prácticamente apalabrada la vivienda. «Te piden que pagues el alquiler de julio y agosto al completo y si no lo haces te suben el precio directamente», además de que «en más de tres y cuatro casos, aparecen los que te dicen que, claro, le tienes que pagar en negro porque no lo quieren declarar», añade.
Después de cuatro años, Dunia Cruz, estudiante del grado superior en Estética del IES Ramón y Cajal, ha tenido que dejar el piso en el que ha residido y por el que firmó cinco años de contrato. «Ahora que mis compañeros han dejado el piso, quisieron anular el contrato cuando a lo largo de estos cuatro años los compañeros han ido rotando; no siempre hemos sido los mismos». El motivo es uno de los clásicos: querían subir el precio del alquiler y el tipo de contrato que firmaron, de vivienda habitual, no lo permitía porque no figuraba la cláusula correspondiente. Así se lo indicaron a la estudiante en una de las oficinas de Consumo. Finalmente, Cruz decidió hacer las maletas y cambiar de piso después de que le ofreciesen como única solución que afronte ella sola el precio mensual de 900 euros, sin aplicar la subida de precio que pretendían por el piso. «Eso ya fue algo personal», declara la estudiante. La empresa que en su día facilitó el alquiler de la vivienda ni siquiera tiene número de teléfono disponible, por lo que «no se puede contactar con ellos a menos que te llamen».
A raíz de esta experiencia, la joven añade que «los estudiantes estamos desprotegidos; se aprovechan de que cuando empezamos los estudios y nos vamos fuera de casa no tenemos la información ni los recursos necesarios para hacer frente a este tipo de abusos». Aunque los hechos son recientes, por lo menos, Dunia ha encontrado vivienda fácilmente gracias al tablón de anuncios de la Universidad de Murcia (UMU).

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