Expandir los recuerdos como quien abre un mapa, esencial y redentor, frente a su propia mirada y la del resto. Trazar un plan maestro con maestría, una marabunta de genialidad calmada, y hacer que todo, absolutamente todo, parezca sencillo. Casi inocente. El orden fue el siguiente. Toquinho, pausa para valorar la mayúscula y el peso del legado que la sigue, apareció frente a una multitud reunida en el Auditorio Paco Martín tras escuchar unas deliciosas palabras firmadas por la escritora, locutora y referente Lara López, recibió el premio especial de la trigésima edición de La Mar de Músicas, lo agradeció con un breve discurso («estar aquí con ustedes es mucho mejor que trabajar»), agarró su guitarra, se sentó con cuidado en un pequeño taburete, presentó a sus músicos (Dudu Penz al bajo y Mauro Martinsa a la batería) y empezó a jugar.
Con su memoria, las playas, los primeros flechazos musicales, los cuadernos, los viajes, los trenes, las vueltas y revueltas revoltosas, los amores envenenados, los amores incendiarios, los amores breves que atesoran el impacto de lo eterno, las avenidas, los poemas robados, las benditas malas compañías, los abecedarios, las escaleras que llevan al coral y los tejados que se hunden bajo tierra. Con los tesoros intransferibles de casi ochenta años de intensa trayectoria vital, con la infancia en São Paulo al presente en el puerto de Cartagena, con los vinilos de Chico Buarque y las lecciones de Vinicius de Moraes, de Luis Gonzaga y João Gilberto y Antonio Carlos Jobim. Con las voces, talentos, espíritus y esencias que tejieron, y todavía tejen, el alma, plural, diversa, ardiente y romántica, de un Brasil que pareció estar al otro lado del telón de ojos de luna al calor de piezas irresistibles como ‘Tarde em Itapoã’, ‘Samba De Orly’ o las celebradísimas ‘Tristeza’, ‘A Tonga Da Mironga Do Kabuletê’ y ‘Aquarela’, todas y cada una de ellas presentadas con la diversión, la ternura y el afecto perenne que otorga una vida exprimida al máximo. Y lo que queda.
Contó el maestro con dos artistas invitados de lujo que no ocultaron su emoción por formar parte de un concierto que fue también un justo y merecido homenaje. Así, Pasión Vega empapando de emoción ‘Aquellas pequeñas cosas’ de Serrat y Pablo Alborán deshaciendo corazones con ‘Contigo aprendí’ y ‘Eu sei que vou te amar’ subrayaron la sensación de estar ante una velada realmente especial. Otro nombre propio, situado en el cartel a la altura de la del mismísimo Toquinho, fue el de Camilla Faustino, fantástica cantante que lleva nueve años (seis meses y dos días) girando con él y que, tras firmar una aparición deslumbrante con la gloriosa ‘Você abusou’, engalanó con distinción sublime, de nuevo, sin aparente esfuerzo, composiciones de la talla de ‘O Que Será (A Flor Da Terra)’, ‘Chega De Saudade’ o una pletórica versión de la inoxidable ‘Gracias a la vida’ de Violeta Parra. La piel sigue erizada.
Los conciertos del lunes en La Mar de Músicas
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Artistas:
Fat Hamster & Kang New / Orchestra Baobab / Youn Sun Nah / Toquinho & Camilla Faustino -
Lugares:
Plaza del CIM/ Plaza del Ayuntamiento / Patio del antiguo CIM / Auditorio Paco Martín del Parque Torres -
Calificación:
Bueno / Bueno / Excelente / Notable
En resumen, cerca de noventa minutos que parecieron un suspiro en el que nos hubiésemos quedado a vivir si se hubiese dado la posibilidad. Como quien sueña ser arena. Mecidos por la voz, cálida en su afonía, y el arte del (y para el) encuentro que compartió la leyenda Toquinho. Una delicia.
Levitando con Youn Sun Nah
Youn Sun Nah.
Pablo Sánchez/ AGM

El estado de levitación, en cualquier caso, había comenzado cuando el reloj marcaba las nueve y media y Youn Sun Nah, la gran dama del jazz coreano, comenzó a atravesarnos por completo desde las tablas del patio del antiguo CIM. Sin previo aviso, sin anestesia, sin preguntar. Parpadea y te lo pierdes. Fija la mirada y, como si nada, como si cualquier cosa, como si los hallazgos formaran parte de lo cotidiano, la conmoción en forma de nudo se instala en el corazón. Mimetizada con el pianista serbio Bojan Z, quien consiguió que su instrumento adquiriese el estado líquido de la sensibilidad cortante, del prodigio sin intermitencias, y elevada a los altares por una amplitud de recursos vocales que dejaban sin aliento, esta fuerza de la naturaleza y la expresividad sumió a La Mar de Músicas en un estado de noche afilada con atmósfera de bar solitario en mitad de cualquier lugar, que es lo mismo que estar entre casa y ninguna parte. En el más bello de los desiertos.
Programa del martes en La Mar de Músicas
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Le Parody
19 horas. Plaza del CIM. Acceso libre. -
Río Viré
20 horas. Plaza del Ayuntamiento. Acceso libre. -
Conociendo Rusia
21.30 horas. Patio del Antiguo CIM UPCT. Entrada: 20 euros. -
Valeria Castro
23 horas. Auditorio Paco Martín. Entradas: 30 euros.
Compartiendo su particularísima versión de distintos clásicos con un público que solamente despertaba de la hipnosis para explotar de admiración, la cita con Youn Sun Nah resultó una experiencia fascinante de inicio a fin. De Newley y Bricusse (‘Feeling good’) a Tom Waits (‘Jockey Full of Bourbon’), pasando por Björk (‘Cocoon’), Jefferson Airplane (enorme ‘White rabbit’), Fiona Apple (‘Hot Knife’), Nina Simone (inolvidable ‘Lilac Wine’) o, atención, Isaac Albéniz (‘Asturias’), la divina diva coreana mostró su brutal destreza para convertir lo ajeno en propio, el rostro familiar en enigma seductor, lo gutural en lágrima y lo conocido en misterio de puertas cerradas y brindis a deshoras. Y flotar, flotar, flotar.
Rave y gracia afrocubana
Orchestra Baobab
Pablo Sánchez/ AGM

No todo fue ensoñación en una jornada en la que los pies tocaron el suelo durante las primeras dos actuaciones para, eso sí, no dejar de moverse. Una cuestión de ritmo. Tanto el satisfactorio arreón electrónico de Fat Hamster & Kang New, vecinos de Sun Nah que inauguraron el escenario situado junto al submarino Peral montando una inesperada rave que parecía extraída de la ‘Sirat. Trance en el desierto’ de Oliver Laxe, como el agradabilísimo reencuentro con la gracia afrocubana de la veterana Orchestra Baobab, recordatorio: casi sesenta años de trayectoria a sus espaldas, en la plaza del Ayuntamiento, punto neurálgico de los primeros excesos, completaron un estupendo arranque de un día que, gracias a La Mar, tuvo apariencia de todo menos de lunes. Con lo complicado que es eso, oiga.

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Enlace de origen : Toquinho en La Mar de Músicas: El arte del encuentro