Tan sólo un día después de que 25 países, entre ellos España, el Reino Unido, Francia, Canadá, Japón y Australia, publicasen una carta para exigir … el cese de la guerra en Gaza, la redistribución de alimentos y el fin de «las muertes inhumanas de niños», dos bebés han fallecido este martes de hambre en los hospitales Nasser de Khan Yunis y Al-Shifa de la ciudad de Gaza. Uno de ellos tenía 40 días de vida. Vivir y morir en la Franja significa respirar apenas un mes.
Pero antes que ellos, el lunes perdieron la vida Abu Zaher y tres bebés: Yahya Fadi al Najjar, de tres meses; Sana al Laham, de 18, y Jawad Al Anqar, de 35 días. Y en las horas anteriores otros más hasta sumar 21 niños muertos por desnutrición desde el sábado. Los hospitales admiten que ya no quedan suministros para satisfacer las necesidades básicas de los niños de Gaza que ingresan a diario con un hilo de vida por falta de alimentos. Y si no hay comida en general, tampoco compuestos especiales como el que necesita Najwa Hussein Hajjaj, de 6 años, víctima de una enfermedad esofágica. Najwa es, literalmente, un saco de huesos pegado a una fina piel. Pesa menos de 10 kilos y ha perdido el 42% de su masa corporal. Es muy difícil imaginarlo. Su estado es tan extremo que Jordania intenta trasladarle a su país para ser asistido.
«Una hambruna masiva se está extendiendo en Gaza», ha advertido este miércoles un centenar de ONG, entre las que figuran Médicos Sin Fronteras, Cárita, Médicos del Mundo, Amnistía Internacional y Oxfam. Su denuncia se une a la carta de 25 países occidentales en demanda del fin de la guerra y la declaración hoy mismo de la ONU, cuyo secretario general, Antonio Guterres, se ha referido al «horror» que asola la Franja como «nivel de muerte y destrucción sin precedentes en la historia reciente».
Las organizaciones humanitarias afirman que sus equipos en la zona «y las personas a las que ayudamos se están consumiendo», mientra denuncian que en las afueras de Gaza «toneladas de alimentos, agua potable, suministros médicos, materiales de refugio y combustible siguen sin utilizarse».
Las ONG aseguran que ellas tienen prohibido su acceso a estas reservas y a su distribución entre la población, lo que coincide con una denuncia de Naciones Unidas, que ha señalado que el Gobierno hebreo se resiste a firmar los permisos para que sus empleados puedan repartir alimentos. Las organizaciones exigen al Ejecutivo un alto el fuego inmediato, la apertura de todos los pasos fronterizos y la libre circulación de la ayuda humanitaria.
«No sobreviviremos», afirma Ahmad. Este antiguo albañil dice que ya no tiene trabajo porque «no hay nada que arreglar. Todo son ruinas». Durante los últimos siete meses ha subsistido en Dair al-Balah, la ciudad donde el lunes irrumpieron los tanques israelíes con el propósito de desplegarse por primera vez por el sur y el este del campamento. Ya no es un lugar seguro. Ahmad tiene tres hijos. Antes les acompañaban un hermano, un tío y su suegra, pero a los tres los ha ido perdiendo en sucesivos bombardeos mientras emigraban del norte al centro de la región perseguidos por los cazas.
El ejército les ha dicho que deben irse «hoy mismo» a Al-Mawasi, la enorme ciudad-campamento donde el Gobierno hebreo está enviando a la mayoría de refugiados. No sabe si llegarán sus tres hijos. Todos padecen desnutrición en diferentes grados y al mediano, de once años, le asaltan las fiebres por haber bebido aguas fecales. «Mi mujer y yo nos hemos resignado a que vamos cinco, pero no llegaremos todos. A pie y con este calor, no es posible sobrevivir». Su dieta es la harina de lentejas. Comen un día de cada tres; dos si hay suerte. Las hortalizas son una utopía. Apenas quedan en un territorio cada vez más yermo, y lo que hay se cotiza alto: tomates a cambio de doce dólares.
Uno de los últimos repartos de comida en el campamento de Nuseirat.
Reuters

La situación de Ahmad afecta a toda la población por igual. De manera sorprendente, en una declaración angustiosa que nunca se había producido antes, la agencia de noticias francesa AFP ha lanzado este martes una voz de alarma por la precaria situación que padecen sus colaboradores en Gaza. Fundada en 1944, durante estas décadas «hemos perdido a periodistas en conflictos, hemos tenido heridos y prisioneros en nuestras filas, pero ninguno de nosotros recuerda haber visto morir a un colaborador de hambre». La agencia tacha de «insoportable» esta posibilidad. «Nos negamos a enterarnos de sus muertes en cualquier momento», subraya.
En un dramático comunicado, AFP relata la experiencia de uno de ellos, Bashar, de 30 años, quien lleva con su familia «más de un año viviendo en la absoluta indigencia» entre las ruinas de su casa bombardeada en Gaza City. «El domingo por la mañana informó de que su hermano mayor había muerto de hambre». Otro de sus hermanos, Ahlam, sobrevive en el sur de Gaza, donde «el mayor problema es la falta de comida y agua» . Aunque los trabajadores perciben un salario, «no hay nada que comprar, o a precios desorbitados. Su situación empeora. Son jóvenes y las fuerzas los abandonan. La mayoría ya no tiene la capacidad física para desplazarse».
Nadie se salva
La difícil situación generada por la hambruna también la ha denunciado hoy la Unrwa en otro durísimo comunicado leído en Ginebra. La agencia de la ONU para los refugiados ha informado por medio de su director, Philippe Lazzarini, que médicos y trabajadores humanitarios se desmayan de hambre mientras trabajan. «Nadie se salva: quienes cuidan a los niños en Gaza también necesitan atención. Médicos, enfermeras, periodistas y trabajadores humanitarios pasan hambre», ha declaradó Lazzarini. «Muchos se desmayan de hambre y agotamiento mientras cumplen con sus obligaciones, ya sea informando sobre atrocidades o aliviando el sufrimiento».
Un niño desnutrido y herido durante un bombardeo yace en el suelo del hospital Al-Shifa en Gaza City.
Reuters

Precisamente, el Gobierno francés ha hecho este martes un llamamiento a Netanyahu para que abra Gaza a la prensa internacional y todos los medios sean testigos de lo que ocurre en el interior. El acceso a los medios está vetado y las únicas informaciones que salen del territorio son las que transmiten los profesionales palestinos. Según Reporteros Sin Fronteras, más de 200 periodistas han muerto bajo los bombardeos israelíes desde el comienzo de la guerra, lo que convierte a esta región en la más mortífera del mundo para la profesión.
Toda ayuda en la Franja está en las últimas. Los expertos consideran que el suministro no ha podido recuperarse después de los 80 días de bloqueo que impuso el Gobierno de Israel. La nueva distribución a través de la Fundación Humanitaria de Gaza se ha vuelto letal, y las mercancías especiales para los hospitales y cocinas benéficas tampoco llegan. A día de hoy deberían entrar 300 camiones diarios y solo lo hacen 70.
Uno de los últimos elementos de la defensa contra el hambre en Gaza, la ONG World Central Kitchen (WCK), ha suspendido esta semana el reparto de comidas debido a la falta de abastecimiento. Sus camiones siguen al otro lado de la frontera, esperando como al menos otros 3.000 tráilers a que les franqueen el paso. «Nuestros equipos de Gaza han vuelto a quedarse sin comida para cocinar. Hemos agotado todas las reservas y nuestros camiones están parados en la frontera», señaló este domingo la organización del cocinero José Andrés. El presidente de la Asociación Médica Israelí, Zion Hagay, presidente de la Asociación Médica Israelí, ha pedido también al Gobierno hebrero que acelere la entrada de suministros médicos y ayuda humanitaria básica a la Franja.
Explosión en un edificio de Dair al-Balah tras el disparo de un tanque israelí.
Reuters

Pero la Franja vive sumida en un infierno que crece a diario. El ejército israelí que avanza por la ciudad central de Deir al-Balah ha atacado en tres ocasiones en menos de veinticuatro horas una sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El máximo responsable de la institución, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha denunciado que este lunes un grupo de militares entró de improviso en las instalaciones y detuvo a los hombres que se encontraban en el interior. A las mujeres y los niños –había decenas de familias en la oficina– les obligaron a salir y dirigirse a pie al campamento de Al-Mawasi, en el sur, a casi 16 kilómetros de distancia.
Testigos del asalto aseguraron que los hombres fueron «esposados, desnudados, interrogados sobre la marcha y registrados a punta de pistola», según recoge el comunicado de la OMS. Dos empleados y dos familiares suyos fueron detenidos e interrogados. Más tarde, tres de ellos quedaron en libertad. Ghebreyesus reclamó este martes la liberación del cuatro trabajador de la organización, cuyo trabajo de campo se ve seriamente comprometido después del ataque, que causó serios daños en la residencia de los empleados y el almacén de reservas sanitarias.
Las Fuerzas de Defensa, por su parte, vincularon los hechos a una operación para detener a «varios sospechosos por presunta participación en actividades terroristas» después de que unos soldados tuvieran que ponerse a cubierto tras ser atacados aparentemente con disparos de fusil. Los militares afirman que, en ocasiones, «durante los interrogatorios de campo, es necesario que los sospechosos se quiten temporalmente parte de la ropa para poder registrarlos» ante el temor de que escondan armas o cinturones explosivos.

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Enlace de origen : Más de cien organizaciones humanitarias internacionales denuncian la «hambruna masiva» en Gaza