Piastri se lleva un gran premio en el que la Fórmula 1 vuelve a hacer aguas

Piastri se lleva un gran premio en el que la Fórmula 1 vuelve a hacer aguas

David Sánchez de Castro

Madrid

Domingo, 27 de julio 2025, 14:47

Pasará a la historia como una victoria más de Oscar Piastri, sexta en lo que va de 2025, por delante de un fallón Lando Norris y de un sufridor Charles Leclerc, pero en caliente se hace muy difícil de justificar lo ocurrido este domingo en Bélgica. La lluvia para la que ya estaban avisados desde hacía varios días golpeó con fuerza sobre el trazado de las Ardenas, una zona con su propio microclima y que ya ha dejado en el pasado ediciones marcadas por el líquido elemento. Pero ni los precedentes, ni las previsiones —cada vez más afinadas merced a los avances tecnológicos— evitaron el bochorno de ver cómo la carrera comenzaba hora y media después de lo previsto.

Horas después de que la carrera de la F3 se tuviera que cancelar, los 20 pilotos de Fórmula 1 se dispusieron a salir a pista bajo la lluvia. Varios pilotos decidieron salir desde el ‘pitlane’ para aprovechar no solo la mala clasificación que tuvieron, sino para minimizar el daño que les podía causar rodar en estas condiciones. Lewis Hamilton, Fernando Alonso, Kimi Antonelli o Carlos Sainz decidieron que, para partir desde el final de la parrilla, les convenía mejor estrenar motor fresco y probar desde el ‘pit’. Sin embargo, las previsiones empeoraron.

Después de un nubarrón que descargó con fuerza sobre Spa, los comisarios de la FIA ordenaron dar la vuelta de formación detrás del coche de seguridad. Salir, rodar para comprobar la visibilidad y la cantidad de agua en la pista y certificar si había condiciones de seguridad. Tal y como los cientos de aficionados que resistían bajo los paraguas y los chubasqueros, ni los pilotos lo vieron viable ni los responsables forzaron para salir. Comenzó así un progresivo y constante retraso de la salida que hizo recordar el Vietnam de 2021, cuando se dieron tres ridículas vueltas detrás del coche de seguridad en el que supuso el primer podio de George Russell en Fórmula 1.

De nuevo, todos los aficionados —y buena parte de los pilotos— se preguntaban para qué sirven los neumáticos de lluvia extrema si no son útiles en estas condiciones. El efecto suelo que hace que el spray de agua que expulsan los coches con la pista mojada provocan una visibilidad sea casi nula, que fue de lo que se quejaron los pilotos a sus equipos. Pirelli, señalado no sin razón de muchos de los males que acechan a este campeonato, tampoco pudo dar respuesta a lo sucedido. No fue hasta una hora cuando se decidió probar con el coche médico en pista y, hora y 20 minutos después de lo agendado, se tomó la salida detrás del coche de seguridad y después de no una, ni dos, ni tres sino cuatro vueltas de formación.

Alonso y Sainz, sin opciones

Hora y media después de lo anunciado, y con el coche de seguridad marchándose, PIastri demostró que nada le iba a parar. Norris, como casi siempre, mostró sus carencias en situaciones complejas y apenas aguantó dos curvas en el liderato frente a su compañero.

Diez vueltas después, el bochorno se confirmó: la pista ya estaba lista para montar neumáticos de seco. Los primeros en atreverse fueron los que salían desde atrás, comandados por un Hamilton al que la apuesta le salió ganadora: apenas tardó cuatro giros en dar el salto al ‘top 10’ hasta que la lógica le frenó. Otros, como Alonso, no llegaron tan arriba, pero ganaron posiciones. En el baile de paradas, el tropiezo lo protagonizó un Sainz que se vio obligado a dejar pasar a varios en boxes y se quedó lastrado. Ni él ni el propio Alonso optaron a nada, y de hecho acabaron juntos la carrera con el asturiano decimoséptimo y el madrileño decimoctavo para cerrar un fin de semana para olvidar. Ni las novedades de Aston Martin funcionaron como se esperaba (todo lo contrario: fueron ‘peoras’), ni la gestión de Sainz y Williams estuvo a la altura: le escoció ver a Albon acabar en un gran sexto puesto mientras él era incapaz ya no de acercarse a los puntos, sino no quedarse lejos.

Conforme fueron produciéndose las paradas para cambiar neumáticos, la mayor sorpresa fue la de Norris: montó los anticlimáticos duros hasta el final. Casi le sale bien la jugada, ya que afrontó las últimas vueltas cerca de su compañero, pero fue él mismo el que marró sus opciones con varios absurdos fallos y coladas de frenada que le privaron de llegar en mejores condiciones para batirle la victoria. El tercer puesto del podio fue para un Leclerc que, entre el lío, supo aguantar. Incluso ante las impertinencias de su ingeniero, al que pidió que se callara por la turra que le estaba dando por la radio. Verstappen, que optaba a ese tercero, se quedó muy cerca pero no lo suficiente.

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