Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo llegan a la meta del final del curso político con una única certidumbre: que la suspensión de la actividad … en las Cortes y de los trabajos en los tribunales inducirán un respiro agosteño a una legislatura que se está recreando en el frenesí que la sacude desde que se inició hace ahora dos años. Baste consignar que no hace ni un mes desde que Santos Cerdán acabara en prisión acusado de ser el jefe de una banda de mordidas al calor de su poder en el PSOE y que en los últimos diez días el pasado de corrupción ha vuelto a cursar visita al PP con el fantasma del ‘caso Montoro’. Pero el parón, si es que acaba habiéndolo, solo será para coger impulso. En el caso del presidente, para intentar que la resistencia se transforme en escampada. En el del líder de la oposición, para que el peso de la gravedad –sobresaltos judiciales, fragilidad parlamentaria y falta de Presupuestos– termine de hacer caer al líder de los socialistas.
Uno y otro escenificarán este mediodía su lectura diametralmente opuesta del momento político y, por extensión, del devenir de la legislatura, en su balance y contrabalance del curso en La Moncloa y en Génova. Un contraste que vendría a resumirse, por parte de Sánchez, en el consolador «ni tan mal» con el que despachó el martes la nueva derrota sufrida en el Congreso, esta vez con una iniciativa tan sensible como el decreto para evitar que vuelva a repetirse el apagón del 28 de abril, tumbado por una «mayoría negativa» –la expresión es del peneuvista Aitor Esteban– más amplia a derecha y a izquierda de lo habitual. Pero el jefe del Ejecutivo prefirió quedarse con que los otros seis y dispares asuntos sujetos a votación salieron adelante, como hoy lo hará con que el 86% de las propuestas gubernamentales han prosperado en lo que va de cuatrienio y que el 45% de los objetivos se están cumpliendo. Y todo sazonado con «la bonanza económica» y «el refuerzo del Estado de bienestar».
«Reivindicaremos todo lo hecho estos dos años y lo mucho que se puede hacer en los dos que quedan», certifican fuentes de La Moncloa ateniéndose al talante con el que comparecerá ante los medios un Sánchez cuyo «ni tan mal» sirve para definir, en realidad, la fotografía del momento en que se encuentra tras las semanas infernales a cuenta de Cerdán. La presión de las revelaciones no cesan –los últimos audios de Koldo García inciden, además, en el delicado flanco del trato denigrante a las mujeres–, pero los socios no ahogan aunque aprieten mucho y la imputación del exministro Cristóbal Montoro por elaborar supuestamente leyes ‘a la carta’ para clientes del despacho que fundó ha sido recibida por los socialistas con el alborozo del pan en casa del hambriento. Una casa que sigue revuelta, con el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz trasladando a Hacienda una «última propuesta» negociadora sobre los permisos parentales. Un nuevo divorcio Díaz-Montero cuestionaría la viabilidad de la agenda social con que la coalición pretende sostener la legislatura.
«Abierto por vacaciones»
El reverso del presidente es el «no somos como ellos» que proclaman Feijóo y los suyos, que se aferran a la consigna de que se investigue hasta el final para intentar levantar un cortafuegos frente a la toxicidad del ‘caso Montoro’; y que se afanan en trocar la forzosa renuncia de Noelia Núñez por falsear su currículum en un ejercicio de ejemplaridad. El líder de los populares no soltará en su balance del curso la presa de la corrupción, al tiempo que pedirá al partido que siga «abierto por vacaciones» ante «los nuevos desmanes que pueda perpetrar» un Sánchez con el que, según fuentes de Génova, «no se puede bajar la guardia».
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Enlace de origen : Sánchez y Feijóo libran un duelo de balances hoy en su pulso agónico por la legislatura
