
El Papa León XIV se dio este sábado el primer gran baño de masas de su pontificado, iniciado hace casi tres meses, al participar en … la vigilia de oración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), celebrada en la explanada de Tor Vergata, a las afueras de Roma, y donde este domingo también tendrá lugar la misa campal con la que concluye este evento que congregó a alrededor de un millón de personas, según los organizadores. La JMJ de este fin de semana constituye el encuentro más numeroso de los distintos actos convocados a lo largo de este año con motivo del Jubileo, iniciado por el Papa Francisco, fallecido el pasado mes de abril, y que le ha tocado continuar a su sucesor, León XIV.
Tras llegar desde el Vaticano en helicóptero a Tor Vergata, Robert Prevost estuvo primero saludando a los jóvenes en el papamóvil al recorrer las calles que separaban las distintas zonas en que se había dividido la explanada, donde fueron instaladas cerca de 180 pantallas gigantes para que la multitud pudiera seguir el evento. «¡Esta es la juventud del Papa!», le decían enfervorizados los jóvenes, provenientes de 146 países y ondeando una infinidad de banderas. Más de 23.000 de ellos eran españoles, la segunda nacionalidad más numerosas entre los participantes después de los italianos. Como señaló el propio Papa en su intervención, uno de los peregrinos de nuestro país, Ignacio González, originario de Murcia, no pudo participar en la vigilia ya que tuvo que ser ingresado en un hospital de Roma. León XIV también pidió oraciones por la española María Cobo, una joven española fallecida esta semana sin poder cumplir su sueño de participar en la JMJ, y por un chaval egipcio que murió mientras viajaba a Roma para formar parte igualmente de este evento.
Alternando el español con el inglés y el italiano, el Pontífice peruanoestadounidense mantuvo un diálogo con los jóvenes partiendo de las preguntas que le hicieron tres de ellos, centradas en la amistad y el miedo el futuro, el valor necesario para tomar decisiones y las dificultades para encontrar certezas en la fe. El Papa echó mano en sus respuestas de citas de san Agustín, inspirador de la congregación religiosa a la que pertenece, y de sus tres inmediatos antecesores: Francisco, Benedicto XVI y san Juan Pablo II. Este último se encargó de presidir la JMJ que tuvo lugar en esa misma explanada de Tor Vergata hace 25 años con motivo del anterior Año Jubilar.
León XIV advirtió del riesgo que suponen Internet y las redes sociales, tan presentes en las relaciones entre los jóvenes, cuando están dominados «por lógicas comerciales e intereses que rompen nuestras relaciones en mil intermitencias». Destacó en particular el peligro que plantea la Inteligencia Artificial, ya que «hay algoritmos que nos dicen qué pensar y quiénes deben ser nuestros amigos» y señaló que en esos casos las relaciones acaban volviéndose «confusas, ansiosas o inestables». «Cuando el instrumento domina al hombre, el hombre se convierte en un instrumento: sí, un instrumento de mercado y a su vez en mercancía», dijo, clamando finalmente por unas relaciones verdaderas y conscientes de que «la amistad puede verdaderamente cambiar el mundo», porque «la amistad es el camino para la paz».
Más preocupado por incitar vocaciones a la vida consagrada de lo que mostraba Francisco, el Papa pidió a los jóvenes que no tengan miedo por adoptar «opciones radicales y llenas de significado en la vida», entre las que citó el matrimonio, el orden sagrado y la consagración religiosa. Según dijo «expresan el don de uno mismo, libre y liberador, que nos hace auténticamente felices» y «dan sentido a nuestra vida». Insistió el Pontífice más adelante en este punto en su diálogo con los jóvenes al subrayar que el mundo necesita «misioneros del Evangelio» y «hombres y mujeres que sean testigos de esperanza».
Una vez concluida la vigilia de oración, los jóvenes se prepararon para pasar la noche al raso en sacos de dormir en la explanada de Tor Vergata a la espera de la misa de este domingo. Para los participantes en la JMJ acudir a estos eventos supone una oportunidad para encontrar a otros chavales de distintas partes del mundo con los que comparten sus mismos valores. «Yo no me siento una minoría porque tengo amigos en la parroquia, pero en clase somos los raritos. Sales de tu círculo de la parroquia y estás solo», reconocía Paula, proveniente de Burgos, quien reivindicaba que la Iglesia actual no tiene que ver con la institución a la que «tienen asco» algunas personas. «Ves gente de todo el mundo a la que nos une la misma religión. Es impactante. Ves gente de Nueva Zelanda, Brasil o Estados Unidos, que en nuestro día a día están lejísimos, y es impactante ver lo que compartimos. Hay muy buen rollo y un ambiente muy especial», contaba por su parte Juan, otro joven burgalés.

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Enlace de origen : El Papa advierte ante un millón de jóvenes del peligro de los algoritmos «que nos dicen qué pensar»