
Ni los expedientes clasificados del asesinato de Kennedy. Tampoco la función exacta que desempeñaban las líneas de Nazca. Ni quién fue el primer empresario trincón … que comenzó a malvar nuestro admirado Real Murcia. No. El mayor misterio del universo es el nombre del próximo obispo de la Diócesis de Cartagena. De Cartagena se llama, mucho ojito, pues algunos desinformados van por ahí escribiendo que es de Murcia.
Conforme establece el Derecho Canónico, el obispo José Manuel Lorca Planes presentó su renuncia ante el Papa de Roma al cumplir 75 años. Ahora le toca a la Santa Sede nombrar otro prelado. ¿Y a quién elegirán? ¿Será el obispo de Lugo, pongo por caso, que es sobrino de Rouco Varela?
Eso están ‘zurriendo’ por ahí algunos capillitas, mire usted.
Bueno. La inteligencia artificial, a la que llamamos IA los más rozados, sostiene que igual es Ginés García, obispo de Getafe y nacido en Lorca y criado en Huércal.
Quién sabe. Más interesante, en mi opinión, es conocer si resulta hijo de esta tan devota como, en julio, asfixiante tierra. Porque para encontrar un obispo de Cartagena, que además sea murciano de cuna, Lorca Planes aparte, hay que ahondar, ya no en la noche de los tiempos, sino en la mismísima creación del mundo.
El obispo actual protagonizó con su nombramiento un 18 de julio de 2009 (sí, con toda la calor) algo inaudito: Fue la segunda vez en la historia que un sacerdote nacido en estas tierras accedía a tan alto privilegio. Al menos, desde la restauración del Cabildo emprendida por Pedro Gallego en el siglo XIII.
Las razones de esta ausencia de murcianos en el Obispado son simples. De entrada, no está prohibido el nombramiento de prelados autóctonos. Aunque Roma considera que el intercambio de prelados entre regiones enriquece y mejora el gobierno de los fieles.
En los últimos dos siglos, en cualquier caso, las nombramientos de obispos nacidos en Murcia para gobernar otras diócesis han sido tan escasos que incluso provocaron auténticas polémicas en alguna ocasión.
Eso sucedió en 1989, cuando el semanario ‘Hoja del Lunes’, haciéndose eco de un gran número de sacerdotes diocesanos, resumió en un titular la situación: «Cuarenta años sin un obispo murciano». Lo atribuían a razones de envidia en los informes secretos que se solicitan sobre presuntos candidatos como causa de desestimación. En todos sitios se cuecen habas.
Con la historia en la mano, a lo largo del siglo XIX y durante la primera mitad del pasado accedieron al privilegio dos bullenses, un cartagenero, dos murcianos y un ciezano. Así, Antonio García y Alfonso Ródenas, ambos de Bullas, rigieron las Diócesis de Tuy y Valladolid y Almería, respectivamente, durante la década de los años 20 y 30 del siglo XX. Francisco Cavero, nacido en Murcia, fue nombrado obispo de Coria en 1944, en cuya Catedral murió mientras celebraba la procesión de las palmas.
También era murciano Francisco Frutos Valiente, del barrio de Santa Eulalia, obispo de Jaca y de Salamanca en 1920 y 1925. El cartagenero Carmelo Ballester fue ascendido a la prelatura de León en 1939, de donde pasaría a Vitoria en 1943 y a Santiago de Compostela en 1948. Y el ciezano Jesús Mérida fue nombrado Obispo de Astorga en 1943.
Los últimos murcianos elevados a la dignidad de obispos fueron Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos; Jesús Juárez, del Alto de Bolivia; y Francisco Lerma, palmareño que eligieron para la diócesis de Gurué en Mozambique, donde murió en 2019.
El ceheginero Sebastián Chico sería nombrado obispo auxiliar de Cartagena y ahora anda al frente de la sede episcopal de Jaén. A él también lo menciona la IA como favorito para regresar a Murcia. El último murciano nombrado obispo ha sido fernando Valera. Actual obispo de Zamora, natural de Bullas. Y se acabó la lista de murcianos obispos… en dos milenios de historia del cristianismo.
La incógnita a despejar ahora es el nombre del nuevo, a quien ya le encargo que restaure la fachada de la parroquia de San Andrés porque menuda vergüenza. Sea quien sea, le será bastante complicado superar en cercanía y sencillez a Lorca Planes, el buen obispo de Espinardo que gusta tanto a los murcianos como la Estrella de Levante que, a Dios gracias, se produce en su pueblo.

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