«Estas cosas siempre pasan por azar», apunta Noemí Montetes-Mairal. La profesora de la Universidad de Barcelona ha sido la responsable de un sorprendente … hallazgo: un drama inédito de Luis Rosales que ha permanecido ochenta años en el olvido. La investigadora se encontraba en el Archivo de la Guerra Civil, buceando en una serie de documentos para realizar un artículo sobre el escritor y político Dionisio Ridruejo, cuando se topó con unas cartas que la esposa de Luis Rosales, María Fouz de Castro, le había enviado.
Tal y como recoge la filóloga en el artículo que ha escrito para el número de verano de ‘Revista de Occidente’, en las misivas, la mujer le hablaba de dos obras de Rosales desconocidas para Montetes-Mairal, así que acudió al Archivo Histórico Nacional y dio con ellas. Eran ‘La vida es la vida’, «una comedia muy mala, que no tiene demasiada relevancia y en la que los personajes no están muy bien trazados», explica la experta; y ‘¿Por qué?’, un drama datado en enero de 1946, que Rosales firmó junto a Alfonso Moreno, si bien todas las enmiendas escritas a mano en el mecanoescrito pertenecen a Rosales, cuyo estilo, pulso e ideas -«es una obra importante para entender la génesis de ‘La casa encendida’», asegura- se vislumbran a lo largo de todo el texto.
La pieza supone todo un descubrimiento por varias razones. Por un lado, porque explicita el dolor y la culpa que el escritor sintió ante la muerte de su buen amigo Lorca, a quien había dado cobijo en su casa familiar poco antes de que el bando sublevado lo arrestara. En un fragmento de la escena III del primer acto, un personaje llamado Luis, que presenta características cercanas a las del poeta, pronuncia las siguientes palabras: «No puedo proceder de otra manera. Un deber de conciencia me obliga a ello. Nunca lo dije a nadie, pero hay algo en mi vida que necesita esta reparación. (Recordando). Hace ya muchos años. Era yo joven y pertenecía en mi país a un club revolucionario. Era entonces la moda. En los días de la revolución… yo delaté a un hombre, al General Krodar, que se encontraba refugiado en mi casa. Le costó la vida. Yo creí que era una obligación de justicia revolucionaria, pero desde entonces su recuerdo ha perturbado mi conciencia. Me repetía continuamente la palabra infamante: ¡Eres un delator! ¡Eres un delator!».
Fragmento de la obra inédita ‘¿Por qué?’, de Luis Rosales
Fotografía cedida por Noemí Montetes-Mairal

La conexión con los acontecimientos vividos en el hogar de los Rosales diez años atrás es clara y tampoco el nombre del General Krodar parece casual, con las mismas vocales que Lorca y dos consonantes coincidentes. ¿Estaba Rosales confesando el papel que jugó en el asesinato de Lorca? La investigadora niega la mayor, aunque reconoce que cuando leyó el pasaje estuvo «varios días sin poder dormir». «Todos los que han estudiado la muerte de Lorca y los acontecimientos que llevaron a ella aseguran, con los documentos en la mano y con todo tipo de testimonios, que Luis Rosales está exento de cualquier tipo de culpa», afirma. «Pero Luis lo acogió en su casa, se significó para intentar salvarlo, al igual que su hermano mayor, José, y no pudieron. Y cuando ocurre algo así, siempre piensas que pudiste haber hecho más… Es la fuerza destructora del ‘¿y si?’. ¿Y si en vez de venir a mi casa hubiera ido a la de Manuel de Falla? ¿Y si lo hubiéramos pasado al bando republicano?», continúa.
A juicio de la filóloga, ese «remordimiento absurdo, de pensar que no has hecho lo suficiente, le llevaría a crear un personaje como este, para exorcizar fantasmas y ese sentimiento de culpa». Recuerda, en este sentido, que tanto Luis como su hermano mayor estuvieron a punto de correr su misma suerte y que además «debieron pagar una multa altísima por ello».
Federico García Lorca.
Archivo Ideal

Más allá del fragmento que alude a los remordimientos que acechaban a Rosales por la muerte de Lorca, ‘¿Por qué?’ es también una obra importante porque supone una «feroz crítica» al autoritarismo, los estados totalitarios y la dictadura, lo que evidencia una crítica al franquismo, algo que en opinión de la experta obliga a replantear y redibujar la figura de Rosales, que se había alineado junto al bando sublevado. «Él siempre dijo que se desengañó de la política, pero no sabíamos que tenía este pensamiento tan radicalmente contrario a determinada política en esos años cruciales. Es evidente que no era tan afín al ideario del régimen», añade.
Adelantado a Orwell
Hace hincapié Montetes-Mairal en que este drama se adelanta en algunos aspectos a ‘1984’, la joya distópica que George Orwell publicó en 1949, con aquel Ministerio de la Verdad que se dedicaba a reescribir la Historia, dando lugar a una obra «extraordinariamente valiente», que los dos escribieron dentro del sistema, pero que jamás llegó a publicarse. No en vano, parte del objeto de las cartas de María Fouz de Castro a Ridruejo era buscar la forma de publicarla o representarla. «Pero no sabemos qué le respondió Dionisio porque tenemos un año en blanco de la correspondencia que dirigió a la esposa de Rosales», aclara la investigadora.

«Él siempre dijo que se desengañó de la política, pero no sabíamos que tenía este pensamiento tan radicalmente contrario a determinada política en esos años cruciales. Es evidente que no era tan afín al ideario del régimen»
Sí se sabe que hubo una lectura pública junto a sus compañeros de la revista Escorial. «Parece que le dijeron que era muy mala y que no la publicara, pero no tiene sentido que pensara en publicarla o en representarla en esos momentos, con una censura tan férrea como la que existía en la España de los años cuarenta, especialmente en el teatro, ya que era el género que llegaba al público de forma más inmediata». Así las cosas, la obra permaneció entre los papeles que la familia legó al Archivo Histórico Nacional.
Noemí Montetes-Mairal considera imprescindible que pueda realizarse una edición crítica de la obra, poniendo en relación este texto con la obra coetánea de Luis Rosales, y analizando, también, las correcciones del mecanoscrito. Gracias a ello también se recuperaría y reivindicaría la figura de Alfonso Moreno, un nombre «injustamente olvidado», al que considera que habría que reivindicar como poeta, antólogo y nombre significativo en el panorama cultural de esos años.

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Enlace de origen : «Luis Rosales siempre pensó que podía haber hecho más para salvar a Lorca»