
La torre Sol y Mar, una de las más altas de la costa del Mar Menor, continúa en obras. Después de tres años de andamios … y restricciones de uso, este edificio de 14 plantas frente a la playa de Santiago de la Ribera vive otro verano entre vallas, aunque por primera vez se ha autorizado ya el uso de las amplias terrazas. Combatir la oxidación de la estructura metálica ha costado ya a los más de 30 propietarios una factura de 1,2 millones de euros. Y aún no ha terminado.
«El efecto corrosivo de la exposición cercana al mar obligó a sustituir las vigas oxidadas y picar casi toda la fachada», según explica el concejal de Urbanismo de San Javier, Antonio Martínez Torrecillas. El flanco de la fachada más expuesto al viento marino ha resultado el más deteriorado. La obra se ha prolongado a lo largo de tres años, debido a que la complejidad del deterioro estructural ha ido surgiendo al aparecer la herrumbre de las vigas.
«Al principio, no dieron con el origen del problema, que se ha ido descubriendo a medida que han picado las paredes», explica Francisco Pedrero, dueño de uno de los pisos del edificio, mayoritariamente de propietarios que lo utilizan como segunda residencia. Para Pedrero, «las amplias dimensiones de las terrazas han sido un obstáculo a la hora de reforzar la estructura».
La inseguridad que generó en las amplias terrazas, de más de 20 metros cuadrados, obligó al Ayuntamiento a prohibir su uso e incluso se instalaron redes de seguridad para evitar accidentes. Eso sí, al menos una vez sustituidas las viguetas, los vecinos han podido utilizar las terrazas este verano por primera vez desde que empezaron las obras.
A pesar de que la parte de mayor envergadura del proyecto de reparación del edificio ya ha terminado, aún queda cambiar todas las barandillas de los miradores, completar la fachada y pintar. «Ahora ya es seguro salir a la terraza, aunque ha costado mucho asegurarlas», explica Francisco Pedrero.
Este edificio de 1968 es uno de los más emblemáticos del Mar Menor. Está atribuido al arquitecto Fernando Garrido Rodríguez (1930-2021), Premio Nacional de Arquitectura en 1968, precisamente el mismo año en que se construyó el Sol y Mar.
Andaluz de nacimiento, Garrido dejó una huella notable en la Región de Murcia, sobre todo en la costa del Mar Menor, donde diseñó en 1971 el Club de Regatas de Santiago de la Ribera, situado a pocos metros del edificio en reparación. Tanto la torre Sol y Mar como la silueta propia del estilo moderno de los años setenta, forman parte del paisaje tradicional de la localidad costera.

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Enlace de origen : La oxidación de la torre Sol y Mar de Santiago de la Ribera cuesta a los vecinos más de 1,2 millones de euros