Lancinha arrastra dos maletas por las calles altas de Jumilla. Nació en un punto indeterminado del cinturón del Sahel, sin especificar un país, pero llegó … hace cuatro meses a esta localidad del Altiplano murciano tras trabajar como temporero en la fresa de Huelva. Camina hacia la mezquita Al-Nur, en lo alto del pueblo, ajeno a la polémica que ha llevado a Jumilla a los titulares nacionales e internacionales. «No lo sabía, pero que nos prohíban dos fiestas musulmanas al año en un campo de fútbol no tiene sentido», explica extrañado. A pocas horas de la Gran Fiesta de Exaltación del Vino, que da inicio a más de una semana de festejos en Jumilla, el debate en el pueblo no es qué queda por comprar o dónde se cena, sino la última decisión del Ayuntamiento.
La polémica por los discursos de odio contra la población magrebí o las políticas antimigratorias no terminan de abandonar la Región de Murcia, tras los altercados vividos en Torre Pacheco. Las imágenes y vídeos de entonces vuelven a la cabeza de los magrebíes de Jumilla que estos días se han visto envueltos en otra controversia a cuenta de una moción aprobada en el Pleno municipal. El Gobierno local del PP pretende cambiar, tras reclamarlo Vox, la ordenanza municipal que regula los usos de las instalaciones deportivas públicas para que estas no acojan «actividades culturales, sociales o religiosas ajenas al Ayuntamiento». En la práctica, lo que se pretende es prohibir el uso del campo de fútbol ‘Antonio Ibáñez’ para festejar el final del Ramadán y la Fiesta del Cordero, las dos grandes celebraciones musulmanas anuales, que en el municipio llegan a congregar a más de dos mil personas.
«Lo escuché ayer, nunca antes había oído nada sobre prohibir algo así. La alcaldesa (Severa González) no nos quiere dar autorización para rezar allí», cuenta Mustafa mientras le recortan el pelo en una barbería árabe en el centro de la localidad. Señala mientras tanto varios locales más regentados por marroquíes «de toda la vida» en el pueblo que nunca han tenido problemas con nadie. En concreto, apunta hacia un local donde trabaja uno de los líderes de la comunidad musulmana de Jumilla, que prefiere no identificarse. No quiere, argumenta este representante, porque en septiembre los fieles islámicos se reunirán para debatir y aprobar qué solución es la mejor ante el veto promovido por el Consistorio. Será entonces cuando se pronuncien de forma oficial.
«Hemos invitado a todos los partidos políticos y representantes institucionales, incluido a Vox, a que participen en las fiestas con nosotros», exclama este portavoz, «creo que esa decisión no gustó a muchos, pero jamás hemos tenido problemas para celebrar estos rezos en una instalación pública. Más de 2.000 personas, y ningún problema». Apunta a que intentar «ganar votos» con estas políticas solo promueve el «odio» hacia personas con distinta religión o cultura. Añade que, incluso, empresarios de Jumilla han llamado a los representantes musulmanes del pueblo para ofrecer sus instalaciones privadas para las fiestas religiosas. «Aquí hay gente buena, no puede volver a pasar lo mismo que en Torre Pacheco».
Varias calles más arriba, Mohamed regenta una tienda de frutas y verduras desde hace años. Hasta ahí van llegando clientes españoles, marroquíes o del centro de África. «¿No podemos rezar allí?, pregunta al equipo de LA VERDAD que le entrevista en su local. »Se puede buscar otro sitio«, dice con resignación, »si no podemos allí, tendremos que encontrar otro lugar«. La misma opinión comparte Lancinha, quien piensa que se podrá rezar al aire libre sin necesidad de pedir permiso.
«Este es un país democrático»
El veto al rezo en polideportivo municipales es una práctica extendida entre las comunidades musulmanas de gran parte de la Región, ya que, para celebraciones concretas, se pueden llegar a reunir miles de personas. El líder de las mezquitas locales pone el acento en que «este país es democrático» y no caben políticas «que discriminen a una población concreta. Los creyentes del Islam abonaban una tasa establecida por la ordenanza municipal de 17,30 euros la hora por el uso del campo de fútbol, además de un plus del 50% por estar fuera de horario habitual, ya que se llevan a cabo entre las 7 y las 9 de la mañana.
La iniciativa que se aprobó a instancias del PP ha propiciado que, a su vez, Vox permitiera este miércoles sacar adelante los Presupuestos locales en un pleno extraordinario. La alcaldesa Severa González insistía en que «no se ha prohibido absolutamente a nadie ningún tipo de manifestación religiosa», pero desde la formación de Santiago Abascal celebraban ayer esa veto a las fiestas musulmanas en instalaciones deportivas, señalando además que era el primer municipio de España donde se implantaba esta decisión.

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