
Para una boxeadora profesional, el verano no entiende de quince días de vacaciones. Y si no, que se lo pregunten a Mari Carmen Romero (Puerto … Lumbreras, 1985), la tres veces campeona de Europa de boxeo que aprovecha cada verano para seguir entrenando y compitiendo: «Es la época que más me gusta, porque me cuesta menos trabajo perder peso». La suya –y también la de su familia– es una vida dedicada al deporte: ella entrena los 365 días del año para estar siempre al pie del cañón. La acompaña su marido, que ejerce de entrenador desde su adolescencia, y sus hijos, ambos siguiendo sus pasos. La de Mari Carmen Romero –o Maribicho– es una familia subida en el ring.
–¿Cuáles son sus próximos asaltos este verano?
–Voy a pelear con una chica el próximo 15 de agosto en Águilas, en un evento que organizo yo con mi promotora. Mi hijo mayor, de 17 años, también va a pelear en ese combate. Ellos llevan bien el hecho de pasar el verano así, batallando conmigo de un lado a otro. Intento compensarles, yendo a bañarnos algún día a las playas de Águilas, pero eso de tirarme quince días a la bartola, yo no puedo hacerlo.
–¿Cómo es su rutina en un día sin competición?
–Me levanto temprano, porque el cuerpo ya no entiende de días de vacaciones. Sobre las 7 me despierto y lo primero que hago es salir a correr, cerca de una hora. Después hago mi sesión de pesas, porque el boxeo me exige hacerlo todo para tener una buena preparación. Luego, según el horario de mi marido, porque él combina mi entrenamiento con otro trabajo, hago la sesión de manoplas con él. En total, son unas 5 o 6 horas diarias entre mañana y tarde. Ahora, por suerte, solo me dedico a esto, pero antes tenía que combinarlo con mis 8 horas laborales como vigilante de seguridad.
–¿De dónde le viene la pasión por el boxeo?
–En el mundo del arte marcial empecé con 4 o 5 años. Era una niña muy nerviosa, muy activa, no paraba: ‘Maribicho’ me dicen en mi pueblo, fíjate. Era supermala, por ejemplo, con 3 años le pinté el coche al jefe de mi padre con cal blanca. Ahora me habrían dicho: «Esta niña tiene TDAH». Los niños veían dibujos y a mí me llamaban la atención las películas de artes marciales, las de Van Damme, y le dije a mi padre que quería ir a kárate. Mi madre me apuntó en Puerto Lumbreras y recuerdo abrir la puerta del gimnasio, recibir ese olor a tatami, a pie sudado, y saber que eso era lo mío.
«Me fijé en una ‘youtuber’ que llegó a pelear en ‘La Velada’ de Ibai con un autobús rotulado y yo me veo colgando carteles para mi evento»
–¿El deporte consiguió calmar ese nervio suyo?
–Lo que más me hizo canalizar esa energía fue estar castigada sin entrenar cuando la liaba o cuando le pegaba a otros niños. Yo no era mala de corazón, pero era un terremoto. Me pegaba con grandes y pequeños, me daba igual. Me peleaba con quien hiciera falta, hasta el punto de que, en el colegio, los mayores terminaban por meterme en la papelera. Pero cuando mi entrenador me castigaba y me dejaba sin entrenar, me di cuenta de que no quería pasarme la vida en el banquillo. Eso me llevó a calmarme, además de que las artes marciales te enseñan una disciplina que te va formando y unos valores que otros deportes no te los dan.
–¿Cómo fueron esos primeros años?
–Empecé allí haciendo kung fu con mi entrenador, que actualmente es mi marido. Entrenaba todos los días y desde bien joven entré en el mundo de la competición. A partir de los 10 años fui ganando campeonatos: me quedé campeona de España en ‘full contact’ y fui campeona del mundo en Muay Thai. Fue más adelante, con 17 años, cuando me vio un entrenador de fuera y me preguntó: «Si te hago pelear en boxeo, ¿lo harías?». Y yo, que nunca le digo que no a nada, acepté, aunque no tenía ni idea de boxeo. Me preparé, gané y de ahí me fui a los campeonatos de España, donde me vio el seleccionador español y me fichó para la Selección.
Un ejemplo para mujeres
–Dentro del boxeo, ¿se siente en un mundo de hombres o ha dejado de ser un espacio masculino?
–Este deporte siempre ha sido un mundo de hombres. En un deporte de contacto siempre te ven como una ‘marimacho’, aunque creo que se está quitando ese estereotipo. Es verdad que cada vez se está visibilizando más que la mujer practique boxeo y hay más competidoras.
En tragos cortos
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¿Un sitio para tomar una cerveza?
-La playa, la que me den. -
¿Una canción?
-La de la película ‘Rocky’ (‘Eye of the tiger’), me he criado con ella. -
¿Un libro para el verano?
-Me gustan los libros de autocontrol, de superación, de autoestima. -
¿Un consejo?
-Que nadie te diga lo que tienes que hacer, ni cuándo ni cómo. -
¿Un aroma?
-Las velas de vainilla. -
¿Con quién no cenaría jamás?
-Con alguien maleducado o alguien que no comprenda los valores del boxeo. -
¿Le gustaría ser invisible?
-A veces sí. -
¿Que le gustaría ser de mayor?
-Siempre me ha quedado la espina de no haber sido policía. -
¿Tiene enemigos?
-Pienso que no, pero si los tengo, lo sé. Intento hacer el bien. -
¿Lo que más detesta?
-Las personas egoístas, que solo piensan en sí mismos. -
¿Un baño ideal?
-Las playas de Tailandia. -
¿Un sueño cumplido?
-Conseguir ser tres veces campeona de Europa. -
¿Una pesadilla recurrente?
-Que le pase algo a mis hijos, que para mí son lo más sagrado.
–¿Lleva a cabo iniciativas para fomentar la participación femenina?
–Sí, estoy dando clases de defensa personal a mujeres. Todos los años damos en Puerto Lumbreras un curso de violencia de género, donde intento ayudar a las mujeres que quieren acercarse. Hay muchas que me ven como un ejemplo, sobre todo por la edad. Algunas creen que, por el hecho de ser madre, te tienes que retirar o dejar de hacer lo que realmente te gusta y no. Yo tengo 39 años y ven que estoy en activo, compitiendo. Ellas se pueden ver reflejadas y cambiar el «no tengo tiempo» o «es que con los niños…» por la organización.
–¿Cree que las mujeres se interesan sobre todo por los problemas de violencia?
–Esa es una parte muy importante. No nos engañemos, el tema en la calle está cada vez más peligroso. Sin ir más lejos, anoche me paró una mujer por la calle y me dijo: «Me gustaría dar clases, porque cada vez tengo más miedo. Sé que no me va a aportar nada, pero tal vez me va a dar una seguridad». Al final se trata de que aprendan a tener iniciativa, aunque sea dar una patada y salir corriendo, porque no hay que enfrentarse. Sí que preguntan por eso, pero también por el físico. Está demostrado que el boxeo te cambia el cuerpo, te moldea. Es muy bueno para la mujer, donde quemas muchísimo y gastas toda la adrenalina y la mala leche.
–Hace unos días se celebró ‘La Velada del Año’, que organiza Ibai Llanos. ¿Qué opina de este tipo de eventos?
–Tengo dos posturas enfrentadas: alegría y tristeza. Por un lado, alegría, porque hacen que se escuche la palabra ‘boxeo’, que ha sido tantas veces tabú. Es un deporte atípico en España que a veces ni se conoce, y esto hace que se llenen más los gimnasios, que se ponga de moda. Pero por otro lado me da tristeza, porque participa gente que no es boxeadora, sino ‘youtubers’, y que no usan árbitros de federación. Que se le dé esa publicidad a gente que no es boxeadora y que cobra tantísimo dinero, teniendo a deportistas de verdad como Kiko Martínez, que es campeón del mundo, me da pena. Nosotros nos dejamos la vida, la piel y todo y estamos cobrando una miseria. Ellos no peleaban de verdad, sino que llevaban cascos de entrenamiento y guantes grandísimos con los que no se hacen el daño que nos hacemos nosotros.
–¿Qué haría para que el boxeo tuviera un mejor reconocimiento?
–Cambiar esos eventos. A lo mejor deberían combinarse los ‘youtubers’ con los profesionales. Y que esas cifras millonarias se las dieran también a deportistas de verdad. Me fijé en una chica que llegó a pelear en ‘La Velada’ con un autobús rotulado, y yo me veo colgando carteles para mi evento de Águilas. Estoy de acuerdo en que se hagan estas cosas, pero debería apostarse más por el boxeo de verdad, el de los que se levantan a las 5 de la mañana para correr, de los que dejan a su familia, de los que no ven prácticamente a sus hijos. El de los que se juegan la vida, porque este es un deporte en el que te lo juegas todo.
–De no ser boxeadora, ¿a qué se dedicaría?
–Creo que seguiría en los deportes, en velocidad, motos o coches. No me veo bailando sevillanas, mi madre lo intentó, pero no pudo. Me apuntó y duré un día.
Una familia en el ring
–¿Cómo se describiría?
–Como una mujer incansable, imparable, cabezona. Voy a por una cosa y, hasta que no lo consigo, no paro. Sobre todo, fiel a mí y a mis pensamientos. Me defino con la palabra que me tatué ayer: ‘Resiliencia’.
–¿El mayor elogio que le han dicho?
–Lo tengo hoy mismo. Iba a comprar y me estaba esperando mi marido en la tienda. He tardado mucho, porque en qué me he visto para llegar. Me para mucha gente por la calle y me hacen sentir muy querida. También me emociona especialmente lo que transmito a los niños. Por ejemplo, cuando voy al colegio, me rodean y me llaman «¡’Maribicho’, ‘Maribicho’!». Me hace ver que he dejado marca en los niños.
–¿Le sorprende lo que ha llegado a ser o se parece a la ‘Maribicho’ que soñaba de pequeña?
–Muy parecida. Yo sabía que esto no era un capricho, sino que siempre quise llegar lejos, ser de las grandes y convertirme en un referente para otras mujeres. Gané el campeonato del mundo de Muay Thai en Tailandia y me falta poder decir que he ganado el título mundial de boxeo.
«Mi marido empezó como mi entrenador de pequeña y, como se suele decir, el roce hace el cariño»
–¿Qué ha aprendido del boxeo para su día a día?
–El boxeo me lo ha enseñado todo: a ser la persona que soy, a tener unos valores, a respetar a todo el mundo. Me ha dado una familia. Si volviera a nacer, seguiría eligiendo este deporte.
–Sus hijos (12 y 17 años) están siguiendo sus pasos, ¿cómo lo lleva?
–Contenta por un lado y acojonada por otro. Sé que este es un deporte que requiere de mucho sacrificio, pero ellos eligen lo que les gusta. El pequeño ya es campeón de España con 12 añitos, una fiera; y el grande también es superbueno. Ya hemos participado en varias veladas en las que competimos a la vez y es algo histórico. Que la madre sea la entrenadora es más normal, pero que madre e hijos compitan es algo que no todo el mundo puede decir. Yo como profesional y ellos como ‘amateur’, toda la familia compartimos afición. Sé que cuando me retire del boxeo voy a seguir como entrenadora y llevándoles la carrera, porque no quieren quedarse atrás. Me tienen a mí como ejemplo y quieren llegar a ser como yo. Lo han visto desde siempre, porque incluso estando embarazada de ellos ya entrenaba. Nunca he parado, solamente el tiempo de dar a luz y el mes que tienes que guardar después.
–Además, su marido es su entrenador.
–Sí, toda la vida. Empezó siendo mi entrenador cuando era una niña y, como se suele decir, el roce hace el cariño. Fue poco a poco, hasta que a los 18 o 19 empezamos la relación y a los 22 años tuve a mi primer hijo.
–¿Cómo separan la vida personal y la profesional?
–Eso es lo difícil. Hay veces que tienes una bronca en el entrenamiento y no quieres llevártela a casa, pero te la llevas y le dices: «Ahora te vas a hacer tú la cena». Pero también tiene su lado bueno, porque gracias a eso he sido la persona que soy, con los títulos que he ganado y donde he llegado, porque te digo que otra mujer ya se habría retirado. Gracias a mi familia, a mi marido y mis hijos, yo sigo: es un barco que remamos todos juntos y, en el momento que dejamos de remar, el barco se hunde.

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Enlace de origen : Mari Carmen Romero: «Siempre quise llegar lejos, ser de las grandes y convertirme en referente para otras mujeres»