
Alemania ha suspendido el envío de armas a Israel tras la controvertida decisión del Gobierno hebreo de ocupar Gaza City y ampliar los combates en … la Franja. El canciller, Friedrich Merz, ha anunciado que no se aprobarán más licencias para exportar equipos militares al Estado hebreo en previsión de que puedan ser utilizados en el territorio palestino.
«La decisión tomada anoche por el gabinete de seguridad israelí de endurecer aún más la actuación militar del ejército israelí en la Franja de Gaza hace que, desde el punto de vista del Gobierno, sea cada vez menos claro cómo se van a alcanzar estos objetivos», explica el canciller. En estas circunstancias, añade, el Ejecutivo germano «no autorizará, hasta nuevo aviso, la exportación de material de defensa que pueda utilizarse en la Franja».
La medida, la de mayor calado tomada hasta ahora por la comunidad internacional en respuesta a los nuevos planes de ataque del primer ministro hebreo aprobados este viernes, supone un significativo cambio de tendencia en la Cancillería. Mientras sus compañeros en el grupo E-3, Francia y Reino Unido, han anunciado su predisposición a reconocer en septiembre el Estado palestino y han dirigido duras críticas a la gestión bélica de Benjamín Netanyahu, el Gobierno alemán se había mostrado hasta el momento mucho más cauto. Sin embargo, Merz señala en un comunicado que su país está «profundamente preocupado por el sufrimiento continuado de la población civil» en Gaza y ha pedido a su primer ministro que autorice la entrada de ayuda humanitaria «sin restricciones», detenga sus nuevos planes militares en Gaza y «no dé ningún paso más hacia la anexión de Cisjordania.
La comunidad internacional en general está reaccionando este jueves con extraordinarios reproches hacia el gabinete israelí. El jefe de Derechos Humanos de la ONU, Volker Turk, afirma que la invasión de Gaza City «resultará en más desplazamiento forzado, más muerte, más sufrimiento, destrucción sin sentido y crímenes atroces». Turk ha instado a Netanyahul a que «en vez de intensificar la guerra», haga esfuerzos por «salvar la vida de los civiles gazatíes, permitiendo la entrada sin restricción de ayuda humanitaria». La ONU también reclama a Hamás la liberación inmediata e incondicional de los rehenes.
El primer ministro británico, Keir Starmer, ha advertido que la extensión de la invasión «solo provocará más derramamiento de sangre» mientras las autoridades egipcias han hecho un llamamiento a reanudar las conversaciones de paz tras recordar que los captores de los rehenes israelíes «tienen orden» de ejecutarlos si se ven cercados por el ejército. Por su parte, Turquía ha apelado a la comunidad internacional y al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que detengan los planes de guerra, se decrete una tregua en Gaza y comience el debate político sobre la solición de los dos Estados.
China ha sido otro de los países que han expresado su «seria preocupación» por el plan hebreo y ha reclamado a Netanyahu «cesar inmediatamente sus peligrosas acciones». Mientras, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Bélgica ha convocado a la embajadora israelí, Idit Rosenzweig-Abu, para comunicarle la «total desaprobación» del Gobierno belga por la nueva operación militar en Gaza, pero también por la «continua colonización» y el «deseo de anexar Cisjordania.
Los cuestionamientos no solo proceden del mundo de la política. El fondo soberano de riqueza Noruega ha iniciado una revisión de sus inversiones israelíes y la próxima semana anunciará cambios en su gestión, según el ministro de Finanzas, Jens Stoltenberg. Este fondo alcanza los dos billones de dólares y el exsecretario general de la OTAN ha descartado que vaya a producirse una retirada total en el capítulo del Estado hebreo, pero sí una revisión debido a las preocupaciones «éticas» generadas por las acciones de Israel en Gaza y Cisjordania. El país nórdico vive un intenso debate político desde que recientemente se conociera que el fondo soberano ha comprado una participación en una empresa fabricante de motores a reacción israelí que trabaja con las fuerzas armadas hebreas.
España, por su parte, ha condenado «con firmeza la decisión del Gobierno israelí de escalar la ocupación militar de Gaza» y entiende que una operación en esta zona «solo provocaría más destrucción y sufrimiento». El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha recordado la posición del Gobierno español de que «la paz definitiva en la región solo se alcanzará poniendo en pie la solución de dos Estados, que incluya a un Estado de Palestina realista y viable». El jefe de la diplomacia ha exigido finalmente la liberación de los rehenes y la entrada plena de ayuda humintaria en Gaza.
Israel ha dado la autorización este jueves para ocupar Gaza City, la histórica capital donde viven 800.000 civiles que serán evacuados a la zona central de la Franja en cuanto los ingenieros hebreos levanten una mínima infraestructura de tiendas y hospitales de campaña. Cuestión de días o semanas.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha tomado finalmente la decisión más arriesgada. Se decide por intensificar la acción de combate en contra de las recomendaciones de su propio ejército, la presión internacional e incluso un importante sector de la sociedad israelí, que le exige parar la guerra de una vez por todas. Las familias de los rehenes han sido tajantes. El Gobierno ha «sentenciado a muerte» a la veintena de ciudadanos hebreos que aún quedan vivos en manos de Hamás, ha dicho esta madrugada el colectivo de familias. El propio jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, ha sido extraordinariamente contundente al exigir al primer ministro que borre la salvación de los cautivos de las prioridades de su plan porque puede provocar todo lo contrario.
La de esta madrugada ha sido la reunión del Consejo de Seguridad posiblemente más tensa y arida después de la espiral de decisiones tomadas al inicio de la guerra en octubre de 2023 y el aluvión de críticas por los fallos de seguridad que facilitaron al terrorismo islamista asesinar a más de 1.200 civiles y secuestrar a otros 240. La reunión se ha prolongado diez horas hasta que, al amanecer, la oficina del primer ministro ha confirmado que el plan de ocupación se llevará a cabo con un amplio respaldo de los ministros. Únicamente político. De sus socios. El desafío de Netanyahu no es solo civil, sino también militar ya que expondrá al ejército a una realidad absolutamente inédita tras casi dos años de guerra.
Un escenario inexplorado
Gaza City es una auténtica zona comanche para las Fuerzas de Defensa, que se han abstenido de operar dentro de la mayoría de sus barrios superpoblados para no poner en riesgo a los rehenes supuestamente presos entre la antigua capital y los campamentos de la Franja central. Se supone que ahí quedan los últimos bastiones de resistencia de la milicia islamista y que a su alrededor todo son trampas y túneles desconocidos.
A la parte estrictamente de combate se añade la civil. La invasión obliga previamente a un desalojo de formidables dimensiones para trasladar a casi el millón de personas que habitan Gaza City y sus aledaños. Zamir ha avisado esta madrugada a los ministros que están abriendo la puerta a un nuevo «desastre humanitario».
La población de la capital está compuesta en gran medida por familias que fueron removidas de sus casas y luego han sido desalojadas una y otra vez de diferentes enclaves. Carecen de casi todo. Sus bienes se han ido quedando como jirones en ese periplo continuo y muchas han perdido familiares en el camino debido a los bombardeos israelíes, las enfermedades o la falta de alimentos.
El ejército tampoco llega intacto a este escenario. La guerra siempre pasa factura. Las tropas llevan 22 meses en el frente. Los reservistas que solicitan tratamiento psicológico han pasado de un promedio de 270 por año al comienzo de la invasión a 3.000 y 16 militares se han suicidado desde enero por razones vinculadas, según un informe, a una estancia tan prolongada en áreas de combate.
Pero ese contexto no ha supuesto ningún hándicap a los socios de Gobierno. Los ministros han respaldado el proyecto de Benjamín Netanyahu que, sin embargo, ha sido más contenido respecto a su previsión inicial. La aprobación se ciñe a la ocupación de Gaza City y su oficina nada ha comentado sobre la toma del resto del territorio gazatí, que el propio jefe de Gobierno dijo el jueves que era su objetivo primordial.
En su entorno se apunta. sin embargo, a que ésta será una ocupación gradual y concede fiabilidad a la teoría de que los siguientes pasos serán la invasión de los campamentos del centro de la Franja para conseguir así el control militar de todo el territorio. De hecho, en una declaración de cinco puntos aprobada por el Consejo de Seguridad, se señala que Gaza pasará a ser gobernada por un Ejecutivo civil sin presencia de Hamás ni de la Autoridad Palestina. Netanyahu ya ha anunciado que quiere entregárselo a una coalición de fuerzas árabes.
Manifestaciones en las calles
El gabinete ha hecho oídos sordos a las advertencias del Estado Mayor relativas a que la invasión pone en peligro la vida de los rehenes y provocará una nueva crisis humanitaria. Miles de familiares de cautivos y ciudadanos se han manifestado en las calles hasta bien entrada la madugada para reclamar el final definitivo de la guerra y de una hambruna insólita que ha puesto al Estado hebreo en una situación de aislamiento y reproche internacional.
En realidad, el primer ministro, después de ocupar Gaza City, podría continuar con la operación militar en el resto de los campamentos sin necesidad de convocar un nuevo consejo. Medios bien informados afirman que, si no ha decidido ir más lejos, se debe a que Netanyahu confía en que Hamás se rinda tras el golpe a su feudo capitalino y regrese a una mesa de negociación donde acepte liberar a todos los rehenes. Se trata de un ‘tour de force’ basado en cierta noción de que todo lo hecho hasta ahora no ha servido para que la milicia entregue a la veintena de cautivos que siguen vivos y los restos de otros treinta fallecidos. Catar,
Egipto y Emiratos Árabes Unidos siguen presionando con la esperanza de descubrir un cambio de actitud en la milicia. Pero ésta se mostró anoche tajante: aseguró que la nueva ofensiva pone en peligro a los secuestrados y añadió que cualquier futuro gobierno de Gaza será su enemigo.
El Consejo de Seguridad ha aprobado cinco condiciones para que el Estado hebreo ponga fin a la guerra: el desarme total de Hamás, la entrega de todos los rehenes vivos y muertos, el compromiso de desmilitarización de la Franja, el mantenimiento por parte de Israel del control de seguridad sobre todo el territorio y la instauración de un gobierno civil donde no tengan cabida ni Hamás ni la Autoridad Palestina.
«No hay respuesta humanitaria para el millón de personas que trasladaremos. Todo será complejo. Sugiero que se retire el retorno de los rehenes de los objetivos militares», ha reivindicado el jefe del Estado Mayor a los ministros, en una petición explícita para que admitan la posibilidad de que mueran los prisioneros de los islamistas. Zamir apostó por la vía defendida por la mayoría del ejército de continuar realizando incursiones contra Hamás mientras se hacen esfuerzos para negociar un canje de rehenes por presos palestinos.
Las reticencias de la cúpula castrense han desatado la airada respuesta de algunos ministros del Gobierno. «Todos nos preocupamos por los rehenes, pero también por los soldados que exigen la victoria. Hay constantes reuniones informativas por parte de oficiales militares. Están subordinados a la cúpula política. Aprendan de la Policía a obedecer las decisiones de la cúpula política», reprochó al jefe del Estado Mayor el ministro ultraderechista de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir. «Debemos hablar de victoria. No debemos quedarnos a mitad de camino. Hamás debe pagar el precio por lo que hizo», añadió el titular de Finanzas, Bezalel Smotrich, también del ala extremista que sustenta a Netanyahu en el poder.
Los gritos de Trump
Mientras, la oposición asegura que la nueva operación en Gaza City será un «desastre que conducirá a muchos más desastres», según el líder opositor Yair Lapid. El exministro de Defensa, Avigdor Liberman, ha acusado al primer ministro de «sacrificar una vez más la seguridad de los ciudadanos israelíes por el bien de su puesto», mientras Yair Golan, presidente del partido Demócratas, sostiene que Netanyahu es «débil, se deja presionar fácilmente» y ha sido arrastrado por «el grupo de mesianistas que controla el Gobierno». «Nuestros hijos y nietos seguirán patrullando los callejones de Gaza».
El pulso de Netayahu es algo que desconcierta e invita a preguntarse: ¿Hasta qué punto su plan es clarividencia, puro cálculo o raya con el fanatismo? Una anécdota ocurrida recientemente parece decir mucho sobre lo que piensa, o dice pensar, el primer ministro.
El pasado 28 de julio, el líder hebreo afirmó públicamente que «no hay hambruna en Gaza», Un día más tarde, el presidente de EE UU le desautorizó al declarar que existe una «hambruna real» imposible de «fingir». Malhumorado por estas palabras, Netanyahu exigió a Donald Trump que se pusiera al teléfono y le dijo que los informes sobre la crisis del hambre eran «inventos» de Hamás. Trump le interrumpió y, a plenos gritos, le informó que había visto las fotografías de niños desnutridos advirtiéndole que nunca volviera a poner en duda la veracidad de la hambruna en la Franja. Según la NBC, que ha desvelado la conversación, el inquilino de la Casa Blanca «fue el que más habló».

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Enlace de origen : El mundo planta cara a Netanyahu y le exige que detenga la expansión de la guerra en Gaza