La llamada a la oración resuena entre las calles del barrio del Carmen de Jumilla, en la parte alta del pueblo. Son las tres de … la tarde y por las esquinas asoman decenas de musulmanes, muchos recién llegados de trabajar en los campos, para cumplir con el rezo en la mezquita. Antes de entrar se descalzan, comen algún dátil y se sirven un vaso de agua o té que se ofrece en la puerta. Les esperan varios fotógrafos y un reportero británico de ‘Daily Mirror’, al que no dejan de mirar varios niños que siguen con curiosidad la escena desde una escalera dentro del centro religioso.
Los que llegan dan las buenas tardes y entran, menos El Mamoun Aouissat Moussi, que se queda parado junto a la prensa sonriendo, como quien sabe por dónde va la cosa. Tiene ganas de hablar, y dispara. «Lo que están consiguiendo con esto es una división del pueblo. La gente siempre ha estado muy unida aquí y no sé por qué partidos como Vox van contra nuestra religión. Veo este tema como algo xenófobo y racista. En Marruecos hay muchas iglesias y se respeta la religión católica», explica este exjugador del equipo de fútbol de Jumilla, de 27 años y que llegó a España cuando tenía siete años.
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A. Sánchez
El Mamoun migró una segunda vez y ahora trabaja en una operadora logística de Francia. Usa el deporte para ver la polémica de estos días en Jumilla desde otro punto de vista: «Cuando se grita un comentario racista en el estadio, se persigue y se sanciona». Moossa Yahia se acerca hasta su vecino y opina en la misma línea sobre el veto a las actividades religiosas en las instalaciones deportivas municipales, que solo son usadas dos veces al año por la comunidad musulmana. «No sé por qué la alcaldesa ha tomado esta decisión, es una tontería», dice, mientras señala a sus compañeros de la mezquita y sentencia: «Nosotros también somos de aquí».
Jumilla alberga a más de 27.000 personas, de las cuales un quinta parte son de origen extranjero, en concreto de hasta 72 nacionalidades. El municipio vivió más tarde que otros territorios de la Región la llegada de inmigrantes en busca de trabajo. Con el cambio de siglo, los magrebíes fueron los primeros en asentarse en la localidad, aunque no mucho más tarde los latinoamericanos hicieron acto de presencia. Hoy son la comunidad foránea más grande: 2.500 personas proceden del otro lado del Atlántico frente a 2.000 magrebíes y subsaharianos. A principios de siglo la población inmigrante era la mitad. El municipio también es parada en rutas hacia Europa central.

superficie
14.110
hombres
12.974
mujeres
27.084
población
(2024)
21.906
españoles
5.178
extranjeros
2.565
América
2.057
África
1.091
parados
(junio 2025)
407
hombres
684
mujeres
213
industria
37
construcción
587
agricultura
256
servicios
12.974
españoles
14.110
extranjeros
11.152
afiliados a la
Seguridad Social
Fuente: Portal estadístico de la Región de Murcia

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Fuente: Portal estadístico de la Región de Murcia

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Este territorio del Altiplano no es solo foco de atracción por el empleo agrícola y la industria agroalimentaria local. También se comporta como una ciudad dormitorio desde donde los jornaleros, la mayoría extranjeros, marchan cada mañana a trabajar hasta municipios de Alicante, Albacete e incluso al sur de la Región de Murcia, como el Campo de Cartagena. Jumilla, templo de la vitivinicultura, tiene el honor de poseer dos denominaciones de origen protegidas: los vinos y las peras. La fruta de hueso, los almendros, la ganadería y el regadío hortofrutícola pesan, igualmente, en su economía. Durante estas campañas ocurre lo contrario, se multiplican los temporeros venidos de municipios vecinos.
La agricultura no solo marca el desarrollo económico de las personas de origen inmigrante en Jumilla. «Hay mucho negocio vinculado al sector servicios como peluquerías, barberías, fruterías, carnicerías, tiendas de ropa… Son empresarios que también se adaptan a los gustos y demandas de los clientes españoles. Nosotros pedimos, por ejemplo, embutido (la mayoría es de cerdo, carne que no consumen los musulmanes) y ellos lo tienen», explica Fernando Oñate, presidente de la Asociación de Empresarios de Jumilla.
El sector agrícola y la industria agroalimentaria jumillana tienen un fuerte peso económico en la localidad, que llega a demandar una importante mano de obra en campañas hortofrutícolas o vitivinícolas.
Andrés Molina / AGM

La vivienda es un asunto espinoso. Las familias más asentadas en el pueblo y con trabajos fijos fueron hace años los principales compradores de casas que se iban quedando vacías en el centro urbano, las cuales fueron reformando y haciéndolas suyas. Luego, está el problema de la infravivienda o hacinamiento. «He tenido que ver como gente con un discurso antiinmigración son los que más se han aprovechado de ellos, por ejemplo, cobrándoles mucho dinero por los alquileres o empadronamientos. En Jumilla esta práctica con la población migrante es muy conocida, se tiene identificada hasta por el Ayuntamiento, pero no hace nada para evitarlo», explica el jumillano Moisés Navarro, expresidente de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo de la Región de Murcia.
El secretario de la nueva asociación vecinal del barrio del Carmen, Miguel Tárraga, habla de ‘pisos patera’, viviendas donde «duermen muchos en pequeñas habitaciones y al día siguiente se marchan a trabajar, sobre todo en meses de mayor demanda de jornaleros».
Juan Nasri, marroquí de 51 años, lleva dos décadas en España y más de la mitad de ese tiempo fue «sin tener papeles». Reconoce que ha tenido que trabajar en negro o llevar adelante dos empleos por la familia numerosa que tiene. Está en el paro ahora, pero ha sido agricultor formado en programación de riego y hasta guarda de seguridad. «Vox carga contra nosotros mientras intentamos luchar por tener una vida digna», remarca extrañado. María Marcela Urquiles, originaria de Ecuador y que regenta una tienda de alimentación, se hace la misma pregunta: «¿Cómo se les va a prohibir algo bueno? Es que no tiene sentido».
María Marcela Urquiles, en su tienda de comestibles del centro de Jumilla, pide respeto para todas las celebraciones religiosas, incluida la que lleva a cabo la comunidad ecuatoriana a finales de agosto con la procesión de la Virgen del Cisne.
Andrés Molina / AGM

Surge otra pregunta. ¿Quién en el pueblo había pedido modificar el reglamento de uso de las instalaciones deportivas, como aprobó el PP, o las demandas de Vox en su moción primeriza que incluso recogía la prohibición de «prácticas culturales foráneas»? La mayoría de vecinos consultados dicen incluso no tener ni idea de que en el polideportivo La Hoya se celebraban los rezos del final del Ramadán y de la fiesta del Cordero. «Esta polémica se ha ido de las manos», exclama Pepe Sánchez mientras mira la fuente de vino instalada en el jardín del Rey Don Pedro, «nadie había demandado esto, ni tan siquiera se nos había ocurrido. Estamos en fiestas y nos las están amargando», se lamenta. Fina López, comerciante en el mercado de abastos, ve esas celebraciones como otras cualquiera de otras religiones: «Matan corderos como otros matan un cerdo para una matanza o conejos para una paella».
Sí hay un punto en común que comparten tanto el líder de los empresarios locales como el representante vecinal del Carmen o la tendedera Marcela. «Hace falta mucha más vigilancia y refuerzo policial», una petición que vinculan a una mayor delincuencia propiciada, como ya se señaló en Torre Pacheco durante los disturbios de hace un mes, por inmigrantes con poco tiempo en el pueblo, jóvenes en su mayoría, para quienes no existen controles sociales.
El centro islámico del barrio del Carmen de Jumilla acoge a decenas de musulmanes cada día para el rezo. Tiene un aforo de 700 personas, pero se queda pequeño para llevar a cabo la festividad del final del Ramadán y la fiesta del Cordero.
Andrés Molina / AGM

Algunos lo recuerdan estos días. Hace 20 años la violación de una chica por parte de un grupo de magrebíes, unido a una gran reyerta en la que estuvieron involucrados jóvenes latinos que tuvieron que refugiarse en el cuartel de la Guardia Civil, fue el germen de un caso que no deja de recordar a lo que pasó en Torre Pacheco. Cientos de vecinos asaltaron el 17 de julio de 2005 el Ayuntamiento en protesta por esos delitos y en el contexto de una reunión del alcalde, Francisco Abellán, con el delegado del Gobierno, Ángel González, para dar una respuesta al sentimiento de inseguridad que el pueblo vivía. Entonces, también grupos de extrema derecha llamaron a la movilización para «cazar inmigrantes» en Jumilla.
Ahora las políticas antiinmigración y los discursos de odio que corren por las redes sociales están generando de nuevo «un sentimiento de rechazo, de sospecha y de amenaza hacia el vecino inmigrante, especialmente de la comunidad musulmana y marroquí», analiza Miguel Ángel Sánchez, investigador del departamento de Sociología de la Universidad de Murcia. Desde finales del pasado siglo «ha habido algunos conatos de rechazo y ataques racistas; sin embargo, podríamos decir que se ha dado una coexistencia pacífica pero distante» entre población autóctona y extranjera.
Ahora sucede, explica el experto, que Vox utiliza «al inmigrante como chivo expiatorio de los problemas e incertidumbres sociales y rehace el espacio público en base a criterios étnicos y religiosos», con el fin de que beneficie a la población española y cristiana. «Nuestro país no ha sido un ejemplo de integración perfecto pero si de reconocimiento mutuo», añade. Sánchez urge a las instituciones a dar respuesta con políticas públicas a los «conflictos que pueden erosionar la convivencia» y atacar a los discursos de odio «que pueden fracturar nuestra democracia».

Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.
Enlace de origen : Jumilla, el pueblo que no quería la polémica