
Antonio Mendez (Mazarrón, 1969) ha recorrido buena parte del mundo vinculado al mar. Siempre con sus raíces en la tierra mazarronera, donde nacieron él y … sus tres hermanos. Empezó Ciencias Económicas en la universidad, «aunque no acabé, en aquel momento empecé a trabajar en el mar, por ganar un dinero, como buzo profesional en Algeciras». Construyó diques, zonas de atraque de ferris, emisarios… y «fui descubriendo el mundo de los cetáceos. Me encantó». Fruto de esa pasión, junto a su amigo David, empezó en 1998 a hacer excursiones para ver delfines en Mazarrón y decidieron profesionalizarse. En 2003, compraron la goleta ‘Karyam’ –«la trajimos de Turquía»– y comenzamos con Cetáceos y Navegación SL. Ahora, «casi 23 años» después, este patrón de marina mercante tiene dos barcos más, ‘Getari’ y ‘Nashira’. Pero, en los inicios , «en España casi nadie se dedicaba a esto. De hecho, nos tachaban de bichos raros y nos auguraban un fracaso total, estrepitoso». Eran tiempos en los que hablar de ecoturismo, de observación de la naturaleza como medio para vivir, «sonaba como irte al espacio. Nosotros nos especializamos en eso»: ni paellas, ni paseos, ni rutas a playas paradisíacas, «solo avistamiento de cetáceos».
–Los visitantes tienen el éxito asegurado, tanto que si no ven cetáceos les ofrecen otra salida.
–Sí, ahora funcionamos muy, muy bien. Empezamos enseguida a tener bastante público y nos conoce mucha más gente. Tenemos un prestigio y hemos evolucionado porque tenemos más experiencia para trabajar mejor.
–¿Hay clientes asiduos?
–Sí, por supuesto, hay gente que viene todos los años y que en enero ya están haciendo su reserva para no quedarse sin sitio. Tenemos clientes que vienen a las rutas de siete días desde hace 20 años. Y estamos hablando de que cuestan 800 o 900 euros.
–¿Cómo es el cliente tipo?
–En las excursiones de un día, el público es muy general. Hay de todo, muchos españoles y muchos extranjeros. El 90% de esas salidas son de junio a septiembre. Un 10% o un 20% las hacemos el resto del año y predominan los extranjeros. En las salidas de fin de semana o de 7 días, suelen venir de Madrid y Barcelona.
En tragos cortos
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Un sitio para tomar una cerveza
El Amarre, de mi amiga Carmen, en el club de regatas. -
Una canción
‘Let There Be Rock’, de ACDC. -
Un libro para el verano
Mis novelas. He escrito dos: ‘Oficios de mar’ (2021) y ‘El hijo de la diosa de las serpientes’ (2024). Estoy con la tercera. -
¿Qué consejo daría?
Levántate todas las mañanas con ganas de comerte el mundo. -
Un aroma
La lavanda. -
Un vicio confesable
Me encanta la cerveza. -
¿Le gustaría ser invisible?
Sí, para poder cotillear a veces. -
¿Tiene enemigos?
Seguro. -
¿Qué le gustaría ser de mayor?
Bueno, ya soy mayor. Jubilado. -
¿Qué es lo que más detesta?
Las mentiras. -
¿Qué es lo que más detesta?
La prepotencia y las teorías conspiranoicas anticientíficas. -
¿Un baño ideal?
En las calas de Bolnuevo. -
Un sueño cumplido.
Cetáceos y Navegación SL. -
Un sueño por cumplir.
Darle la vuelta al mundo con tranquilidad. Sin prisas. Viajar en moto me encanta, es un aliciente mayor que en barco. Aunque, lo suyo sería hacerlo en las dos cosas. -
Una pesadilla.
Estar en guerra sería lo peor.
–Y, ¿vive todo el año del verano?
–Trabajamos bastante en temporada baja. De hecho, solemos ser 7 u 8 personas en temporada alta y 2 o 3 en la baja, que somos las que vivimos de esto.
–¿Y cómo surge colaborar con investigaciones científicas?
–Las universidades o los equipos de investigación se fijaron en nosotros. Necesitan barcos y tripulaciones experimentadas en el avistamiento de cetáceos. Es una rueda: llaman, están contentos, les gusta tu trabajo y te vuelven a llamar para el siguiente proyecto. Esta mañana, una gente que ya lleva 4 o 5 años contratándonos nos ha dicho que a partir de octubre les ha contratado el Ministerio de Transición Ecológica para hacer marcaje de cachalotes; querían saber si estábamos disponibles.
–De las investigaciones en las que ha participado, ¿cuál es de la que más satisfecho está?
–Todas, porque te enriquecen como profesional. Estuvimos haciendo una investigación en el mar de Alborán con el zifio de Cuvier, un cetáceo muy poco conocido. El estar viendo esos animales tan extraños en el Mediterráneo casi a diario y poder fotografiarlos de cerca fue algo espectacular. También poder marcar rorcuales comunes o cachalotes, siempre es bonito porque tiene dificultades.
–¿Qué le impresionó?
–Las orcas en Barbate. Esos animales no te dejan indiferente. Son superfuertes, superinteligentes, tienen esa agresividad que les da saber que es el animal más poderoso de los océanos, como le puede pasar al león en la sabana, que es el rey y lo sabe. La orca es el rey del mar, lo sabe y se porta como tal. Es una desgracia para todos que a veces haya interacciones con veleros, le dan una mala publicidad.
–¿Siempre hubo cetáceos en ruta por el golfo de Mazarrón?
–Siempre. Empecé a conocerlos bien en 1997, pero hablabas con pescadores y gente mayor, y todos los conocían. Ten en cuenta que España ha sido uno de los mayores cazadores de ballenas, quizás hasta los pioneros. En el estrecho de Gibraltar están todavía los restos de las factorías donde se mataban ballenas. Matar delfines o calderones ha sido una práctica más o menos habitual que con el paso de los años se ha ido dejando: primero, porque la grasa de cetáceo ya no era tan interesante como combustible a partir del petróleo; y, luego, porque la carne de cetáceo en España nunca ha sido apreciada como en Japón, que se sigue consumiendo, o en Islandia, que se ha consumido hasta hace muy poco.
–¿Cuál es su animal preferido?
–El calderón. Es un animal que interacciona mucho con el humano, que no tiene miedo.
–¿Qué ha aprendido?
–Muchísimas cosas, con Cetáceos y Navegación empecé con 33 años y he cumplido 56; he aprendido de todo. Con los animales, a interpretar sus movimientos, lo que están haciendo en su día a día… He aprendido mucho sobre la gente, porque este trabajo hace que me relacione con muchas personas. Prácticamente, me he licenciado en Sociología. Y, sobre el mar, he aprendido mucho más de lo que ya sabía cuando empecé, pero, sobre todo, que todavía no sé nada sobre el mar.
–¿Cuándo navegó por primera vez?
–Mis padres no son marineros, pero aquí, en Mazarrón, he tenido contacto con el mar desde niño. De pequeño me dedicaba a cazar pulpos más grandes que yo, almejas,… Con 8 años, le decía a mi madre: ‘Mamá, me voy a pescar pulpos’, y mi madre lo único que me decía era: ‘A las dos se come’. No como ahora, que con 8 años no los dejamos ni salir a la puerta de casa solos.
–¿Tiene hijos?
–Minerva, que se acaba de licenciar en Historia y trabaja conmigo de marinera y observadora de cetáceos.
–Suele haber biólogos marinos en la tripulación.
–Sí, a lo largo de los años han pasado por aquí muchos, sobre todo biólogas marinas y, como damos trabajo todo el año, hay muchas personas que no han estudiado Biología pero que sabrían sobre cetáceos mucho más que biólogos titulados. De hecho, cuando hacemos las campañas de investigación con doctores en Biología, acaban preguntándonos: ‘¿Qué están haciendo?, ¿qué especie son?’. La tripulación, con el tiempo que lleva, sabe mucho sobre fauna marina.
–¿Por qué se adora a los cetáceos?
–Creo que el delfín es un animal muy icónico, que siempre parece estar sonriendo, aunque a veces son muy malvados. Al final, la naturaleza hace que los animales tengan que ser crueles para sobrevivir en un mundo hostil. El humano ha ido creando un mundo donde todos podemos sobrevivir con cierta facilidad porque nos apoyamos; en el medio salvaje no es así, unos se comen a otros y, a veces, para sobrevivir tienen que tener un grado de crueldad, y los delfines lo tienen. Pero es un animal encantador, muy inteligente, que interacciona mucho con la gente, al que se le escucha como habla con sus silbidos. Es imposible que no haya comunicación entre ellos para hacer todo lo que hacen. Si hiciéramos un baremo mundial de qué animal te parece el más simpático del mundo, la inmensa mayoría elegiría el delfín.
–¿Qué ha descubierto?
–Que los animales son muy inteligentes, también los peces: una mantarraya nos pidió una vez ayuda. Estábamos en Cabo de Gata fondeados y unos clientes vinieron a decirme que una mantarraya les estaba siguiendo. Estaba pegada a las escaleras. Cogí las gafas y me metí al agua por otro lado. La mantarraya vino a mí. Tenía algo clavado (una espina de una raya) y tras varios intentos pudimos quitárselo. Luego, se acercó a mi compañero y a mí a darnos ‘besitos’. Fue increíble.
–¿Cómo ve el Mediterráneo con la perspectiva que tiene?
–Me gustaría ser positivo, que todo siguiera bien, que nuestros hijos heredaran un Mediterráneo lleno de vida. El Mediterráneo es uno de los mares más especiales, por donde han pasado las civilizaciones más importantes de la historia y, aun así, está lleno de especies endémicas… Pero lo tratamos muy mal y soy pesimista a largo plazo, la verdad.
«La orca es el rey del mar, lo sabe y se porta como tal»
–¿Qué le hubiera gustado hacer?
–Muchísimas cosas. Pero, si tuviera que elegir, me hubiera gustado ser arqueólogo, me parece una profesión fascinante.
–¿Cuál ha sido su momento más crítico en el mar?
–Ninguno.
–¿Nunca se ha tenido que enfrentar a una gran tormenta?
–Sí, evidentemente en el mar siempre hay momentos apurados, que tienes un poco de miedo, quien lo niegue no tiene sentido común. Pero son cosas que la gente que nos dedicamos profesionalmente a esto lo damos como inherente.
–¿Y cómo lo afronta?
–Muy tranquilo y dejándole tu destino a los dioses.
–¿Qué es lo importante?
–La salud y el bienestar de mi familia, y también de la gente con la que trabajo. Somos un pequeño equipo que llevamos muchos años juntos, muchas vivencias positivas y negativas, ayudándonos; esas personas también son mi familia.
–¿Aficiones?
–Muchas, pero la que más desarrollo últimamente es irme con mi moto y hacer rutas. Soy muy aficionado a la montaña, a caminar con mi mujer, Mª Ángeles, y con mi perra. Y escribo. He autopublicado ‘Oficios de mar’ (2021) y ‘El hijo de la diosa de las serpientes’ (2023). Estoy con la tercera.
–Un rincón especial.
–Muchísimos. En la Región, me encantan Moratalla y Caravaca; Revolcadores, Cañada de la Cruz, Puebla de Don Fadrique (ya en Granada), la Sierra de las Cabras y Nerpio (que es Albacete). Es la zona más espectacular de la Región.
«Me sorprenden las personas con predisposición a ayudar. Chapó por ellas»
–¿Cómo es su tiempo libre?
–Como soy autónomo y el responsable de esta empresa, cuando toda mi gente, como hoy, está descansando, yo he venido a ver los barcos y siempre termino trabajando un poquito. Pero, en el día a día, intento apagar el teléfono para estar con mi gente y desconectar.
–Y, ¿en vacaciones?
–Tengo que desaparecer porque, si no, siempre me enganchan. Y, si puedo elegir, a la montaña. La última escapada la hemos hecho a Soria mi mujer, mi perra y yo, al cañón del río Lobos. Superbonito, hemos estado caminando por toda la zona durante las mañanas y, por la tarde, haciendo turismo histórico, yendo a pueblos medievales y comiendo y bebiendo muy bien: Ribera del Duero y torreznos, buenísimos.
–¿Qué mar le gustaría navegar?
–Todos. El Atlántico tiene sus cosas bonitas, periodos de olas diferentes, vientos diferentes…, es un mar muy divertido. El Mediterráneo es muy traicionero, más peligroso y molesto de lo que la gente piensa. Nunca he estado en Oceanía y me encantaría conocerlo, ni en el Pacífico. Como profesional del mar, todos.
–¿Qué le sorprende?
–Para mal, que en pleno siglo XXI todavía haya guerras y la gente esté utilizando la violencia: países poderosos, con mucho armamento, matando a personas pobres y robándoles sus tierras, como está pasando en Gaza. Y, como positivo, la alegría de la gente, porque cada día vivimos en un mundo más triste, con las personas cada vez más maniáticas. Y me sorprende mucho cuando veo gente con una buena predisposición a ayudar a los demás. Chapó por esas personas.
–¿Alguna vez ha encontrado inmigrantes en parteras?
–Desgraciadamente.
–Y ¿qué hace?
–Digamos que el protocolo es llamar a salvamento marítimo utilizando el canal 16 de VHF, le dices lo que estás viendo y te pones es a su disposición. Ellos ya te van indicando en todo momento lo que tienes hacer.
–¿Qué haría para garantizar un turismo sostenible?
–El turismo sostenible se tiene que basar en cosas que duren en el tiempo sin que los gobiernos tengan que estar invirtiendo constantemente. El turismo cultural y el de naturaleza son sostenibles, un recurso ilimitado, pero los gobiernos tienen que hacer hincapié en seguir manteniendo nuestras culturas, nuestras tradiciones y la naturaleza.
–¿Qué hay que tener en cuenta siempre que se sale al mar?
–Precaución, mucha precaución, tener la cabeza en tu sitio, siempre tener preparado todo para lo que salga mal, pero pensar que todo te va a salir bien.
–Su espacio ideal.
–Mi despacho. Ese sitio me relaja mucho. Estoy solo, tengo muchos detalles de mi vida que han sido muy importantes y todos con buen rollo. Suelo ponerme mi música. Ese rincón me encanta.
«Con 8 años, iba a cazar pulpos y mi madre solo me decía: ‘A las dos se come’»
–¿Cómo es su día perfecto?
–Un día que sales al mar, ves muchos animales, ves a la gente sonreír y, cuando llegas a tierra, te tomas con tu familia unas cervezas y una buena comida.
–Salva fauna marina.
–Sí, sobre todo tortugas. Hay unos hilos de muy baja calidad, que les llaman ‘fantasmas’, y suelen ir enganchados a botellitas de refrescos; los suelen utilizar los pescadores en el norte de África porque es una forma barata de hacerte un arte de pesca. Eso en España ya no se concibe. Cuando los vemos, los recogemos y mandamos fotografías a un equipo que se dedica a hacer un estudio de las zonas donde abundan. Y, desgraciadamente, en esos hilos se enganchan las tortugas, la boba sobre todo, y hemos encontrado algunas muertas. Cuando encontramos una viva, llamamos al 112 y la llevamos a tierra.
–¿Cuál es el animal más extraño que ha visto por aquí?
–Hace muchos años vimos un rorcual aliblanco, que suele estar en el Ártico o en el Antártico, una ballena que matan los japoneses, la fotografiamos. Y ya llevamos dos avistamientos de ballena jorobada, la famosa yubarta, la última el año pasado. Ver una yubarta aquí, frente a Mazarrón… Te quedas un poco muerto. Es tremendo, esas cosas emocionan mucho.

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