Un océano de vino a 40 grados en Jumilla

Un océano de vino a 40 grados en Jumilla

Gustavo López

Sábado, 16 de agosto 2025, 22:46

La tarde se presentaba abrasadora, con el mercurio rozando los 40 grados, una atmósfera más que propicia para que la avenida de Reyes Católicos y la calle principal, Cánovas del Castillo, se convirtiesen en cauces de vino, música y júbilo. Sobre las 18.00 horas arrancó la Gran Cabalgata del Vino, un estallido de tradición y alegría corriendo por el corazón de la Fiesta de la Vendimia de Jumilla.

La Gran Cabalgata del Vino es considerada como una de las mejores fiestas de España. Así es colocada una y otra vea por los lectores e internautas de diferentes medios nacionales. Y es que es capaz de no dejar indiferente a nadie, bañando en vino y alegría las calles de Jumilla y, por supuesto, a jumillanos y visitantes, que contados por miles, llenaron el recorrido que parte desde avenida Reyes Católicos, avenida de Murcia, calle Cánovas del Castillo, calle Valencia y avenida de Levante, culminando de nuevo en la avenida de Murcia.

Las aceras abarrotadas. Los balcones repletos y expectantes, armados con vasos, jarras, pistolas de agua y mangueras cargadas de vino tinto y sangría. En Jumilla, en la tarde de la Gran Cabalgata del Vino se llega vestido de blanco, pero se termina empapado del líquido que da fama mundial a Jumilla.

Más de 70.000 litros fueron lanzados con entusiasmo hasta colorear de carmesí ropas y el pueblo entero

21 peñas

Desde la Federación, confirmaron la participación de un total de 21 peñas, o lo que es lo mismo, más de 1.000 peñeros pertrechados con unos 70.000 litros de vino y sangría que suponen un verdadero diluvio al ser lanzado con entusiasmo sobre participantes y espectadores, todo un baño festivo que logra teñir ropas, gargantas y corazones de un especial color morado que se convierte en denominador común. Acompañaron al bullicio cánticos, bailes improvisados al ritmo de grandes equipos de música, así también como de algunas charangas que provocan un estruendo general de carcajadas y diversión.

En definitiva, en la tarde de este sábado, por los cuatro costado se respiraba la esencia jumillana en cada gota, una tradición que nació en los años setenta y que ha ganado profundidad –tras su primera edición con sólo dos días y seis actos en 1972– hasta volverse pilar festivo de la Región de Murcia y comarca, así como atractivo nacional e internacional que busca ser declarada de interés turístico.

La logística resultó impecable. Desde minutos antes de la cabalgata, equipos de seguridad, en torno a un centenar de personas entre Policía Local, Guardia Civil, Protección Civil y Cruz Roja, velaron por el control y el orden, mientras que en puntos estratégicos, como el Mercado de Abastos, se habilitaron duchas para que los empapados pudiesen refrescarse tras el derroche vinícola. Además, la Concejalía de Servicios del Ayuntamiento de Jumilla desplegó un amplio dispositivo de limpieza para que muy poco tiempo después de la finalización del evento todo quedara como si nada hubiera ocurrido, aunque la limpieza general del municipio se alargará varias semanas.

La fiesta continuó tras la cabalgata: a las 23.00 horas, en el Paseo Poeta Lorenzo Guardiola, se llevó a cabo la entrega de premios de la 52ª Fiesta de la Vendimia, en un espacio que este año ha sido novedad, con el llamado escenario peñero, donde ha habido actuaciones y djs, convirtiéndose en punto de encuentro.

Experiencia sensorial

El calor del día y el vino no impidieron que la pasión festiva alcanzara cotas insólitas: niños, jóvenes y mayores se entregaron por igual a esa corriente carmesí que lo cubría todo. Fue un espectáculo sensorial: el aroma del vino, el roce del líquido sobre la piel, el resplandor rojizo reflejado en los cuerpos danzando al son de la música, y al final, una comunión colectiva, donde el vino se transforma en vínculo social.

La Gran Cabalgata del Vino de Jumilla 2025 fue más que una fiesta: fue una experiencia colectiva que consolidó el orgullo local, una memoria líquida grabada en la piel, en el vino y en la memoria de quienes la vivieron. Un derroche de tradición, calor humano y vino que convierte cada agosto a Jumilla en capital del júbilo y el derrame festivo.

Enlace de origen : Un océano de vino a 40 grados en Jumilla