
El fuego no entiende de fronteras. En ocasiones, cuando las llamas consumen a una comunidad, la reacción surge en forma de solidaridad desde otras regiones. … Sucedió el fin de semana pasado en Aliseda, en Cáceres, donde un fuego forestal en la sierra de San Pedro arrasó con más de 4.000 hectáreas y forzó la evacuación de más de un centenar de residentes. Entre los que lucharon contra el fuego había un contingente de 20 bomberos forestales de la Región, que se trasladaron tras la solicitud de la Junta de Extremadura.
«Nos activaron el viernes por la noche, a las 23.30 horas. Salimos el sábado a las nueve de la mañana y, apenas llegamos, a las cuatro de la tarde, ya estábamos dentro de un incendio en la localidad de Cuacos de Yuste», recuerda Manuel Páez, jefe del Servicio de Defensa del Medio Natural de la Comunidad, que este martes regresaba a casa tras tres días de batalla contra las llamas.
El primer contacto fue breve. En esa primera actuación aseguraron perímetros, enfriaron puntos calientes y, sobre todo, tomaron conciencia de la magnitud del problema. Poner los pies en el terreno les aclaró a qué se iban a enfrentar. Al día siguiente, el escenario cambió drásticamente. El contingente murciano se incorporó a las labores de extinción en el incendio de Aliseda, que ya había calcinado unas 1.500 hectáreas y que, en pocas horas, se descontroló por completo. «Hubo una reproducción por la tarde y acabó quemando 4.000 hectáreas. Fue una jornada muy dura», admite.
El dispositivo murciano estuvo compuesto por 14 bomberos forestales, dos agentes medioambientales, personal de apoyo y el propio Páez como director técnico de extinción. Sus tareas, explica, fueron esencialmente asegurar el perímetro del incendio, que llegó a superar los 36 kilómetros, y contener las continuas reactivaciones provocadas por el viento de la tarde. «Tuvimos que responder a las continuas reproducciones que se producían en un perímetro tan grande. El domingo fue especialmente complicado», apunta.
Frentes muy virulentos
Pese a la dureza, la coordinación con el Centro Operativo Regional (COR) de Cáceres fue «fluida y eficaz». Páez destaca el trabajo conjunto con la UME, con brigadas de refuerzo del Ministerio y equipos llegados de comunidades como Aragón, Castilla-La Mancha o Cantabria, además de apoyo internacional. «Todos los esfuerzos iban encaminados a detener frentes muy virulentos, que en apenas 45 minutos podían convertir un perímetro aparentemente controlado en un frente de cinco kilómetros de llama», describe.
El jefe de servicio subraya que la meteorología extrema fue uno de los factores para la propagación de las llamas. «Estamos viendo incendios que nacen fuera de la capacidad de control de los dispositivos», advierte. Las altas temperaturas por olas de calor y la acumulación de combustible forestal generan una la tormenta perfecta con incendios que avanzan a gran velocidad y de forma impredecible.
Páez reconoce que en Extremadura las sierras escarpadas y la falta de caminos dificultan enormemente las labores de extinción. «La diferencia, posiblemente con los cinco incendios que ha habido en la Región al inicio de esta semana es que nosotros tenemos mayor capacidad de acceso a nuestros montes por no ser tan escarpados y con tanta altitud. Nuestra respuesta es más inmediata que cuando te nace un incendio en lo alto de una sierra, como ha pasado aquí, en el Valle del Jerte, por ejemplo, que está rodeado por montañas que superan los mil metros. Es muy difícil, aunque tengas medios aéreos por la masa forestal tan extensa».
Otra característica del incendio al que se han enfrentado en Cáceres tiene que ver con el tipo de bosque afectado. «La dificultad está en adaptarte a combustibles distintos. No es lo mismo un incendio en un pinar murciano que en un jaral, un pastizal o un alcornocal extremeño. Eso exige cambiar la técnica sobre la marcha», explica. No obstante, afirma que se trata de una cuestión de adaptación, que se produce en el primer choque con el fuego, pero luego las dificultades son las propias de un incendio.
En este caso, recuerda que las brigadas terrestres no pueden actuar con llamas que estén por encima de dos metros y medio o tres metros de altura, como les ocurrió en Cáceres. «Eso nos obligó a trabajar fundamentalmente por los flancos, por las zonas donde el fuego estaba muriendo para poder llegar a la cabeza».
El primer contingente de ayuda regresa a la Región tras haber contribuido a estabilizar un fuego que amenazaba a poblaciones y espacios naturales de gran valor. Otros 20 efectivos les dieron el relevo el lunes y ya se encuentran luchando contra el incendio declarado en Jarilla, que afecta al Valle del Jerte y que ya ha consumido más de 15.000 hectáreas de masa forestal.

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Enlace de origen : «No es lo mismo apagar un pinar en Murcia que un jaral extremeño; tienes que adaptarte sobre la marcha»