Robert Pocklington (Peterborough, Inglaterra, 1952), doctor en Lingüística Árabe y Románica, antiguo alumno de Cambridge [en 1991 se doctoró en esta universidad sobre el tema ‘ … Topónimos, antropónimos y préstamos léxicos de origen árabe’] y Académico de Número de la Real Academia Alfonso X el Sabio de Murcia, fue quien acabó con la polémica de la fecha de fundación de Murcia en el año 825.
LA VERDAD se hizo eco de aquello en su edición del 28 de julio de 1987. «El acontecimiento tuvo lugar en el año 825 y no en el 831, como decía un folleto editado por el Consejo Regional hace seis años para celebrar precisamente el mil ciento cincuenta aniversario de la Fundación de Murcia».
Según dijo entonces el hispanista británico, «la diferencia de años nace de un simple error de copia». «Ya no hay discusión, la auténtica fecha de redacción del acta de fundación de la ciudad de Murcia fue domingo 4 de rabī I del año 210 de la héjira, es decir, domingo, 25 de junio de 825. Los aniversarios de este acontecimiento, decisivo para el posterior florecimiento de Murcia, deben calcularse a partir de esta fecha, olvidándose de modo definitivo la de 21 de abril de 831, fruto de un mero error de copia».
Lo cierto es que de este estudioso, conocido fundador de la red de academias Fluency [más de 5.000 alumnos matriculados para el próximo curso en sus 10 centros en Murcia y Valencia], pocos se han acordado para los fastos del 1.200 aniversario de Murcia, algo que no acaba de comprender. En su momento, el académico [con doble licenciatura en Filología Románica en 1974 por la Universidad de Cambridge y en 1988 por la Universidad de Murcia] fue a las fuentes, a autores como Reinhart Dozy y Évariste Lévi-Provençal.
Artículo sobre la fecha de fundación de la ciudad de Murcia, publicado en el diario LA VERDAD en el año 1987.

«El primero -publicó entonces LA VERDAD- se basa en un autor marroquí del siglo XIII, y el segundo en otro del siglo XV». Pero en 1965 se publica el texto de un geógrafo almeriense del siglo XI, el Tarși’ al-Ajbar de Ahmad b. Umar al-Udriī, «que sembró el desconcierto entre los historiadores, y la mayoría de estudios publicados desde entonces se muestran reservados a la hora de concretar ese dato». Según Pocklington, ese manuscrito posterior es fiable, y, al parecer, no había sufrido errores de transmisión. La auténtica fecha, por tanto, sería la del domingo 25 de junio del año 825 frente a la del 21 de abril del 831 que eligió erróneamente el Consejo para conmemorar el 1.150 aniversario.
«Sí, esa fecha del domingo 25 de junio del año 825 es la más fiable según las fuentes; la otra es de una fuente más tardía, incluso hay otras versiones del mismo autor», insiste hoy Pocklington, en conversación con LA VERDAD en Campoamor. «Yo no soy especialista en historia, hago toponimia, y si eso interesa para la historia, pues lo aprovecho, como en este caso». Abderramán II, fundador de Murcia, fue un emir importante, recuerda el hispanista. «Los primeros 40 años después de la conquista [la conquista omeya de la Península, en el año 711, siglo VIII], venían como funcionarios que dirigían el país, gente nombrada a la que iban cambiando desde Oriente, desde Siria, desde donde controlaban todo».
«Yo no soy especialista en historia, hago toponimia, y si eso interesa para la historia, pues lo aprovecho, como en este caso», reconoce este doble licenciado en Filología Románica por Cambridge y por la Universidad de Murcia
En el año 740, hubo un levantamiento en Damasco: «Los que gobernaban, los Omeyas, fueron depuestos [por los Abasidas], mataron a la mayoría, pero uno de ellos escapa, y acaba en el 755 en Almuñécar, recibido como el representante del poder sagrado de Oriente. Fue marchando hasta Córdoba, y se le fue sumando mucha gente». Se refiere a Abderramán I, superviviente de la matanza de Abú Futrus sufrida por su familia en el año 750, que se convertirá en el primer emir independiente de Al-Andalus instalándose en el 755 en el trono del emirato-califato de Córdoba creando un fuerte estado.
«Eio debía estar por la huerta»
Abderramán II, fundador de Murcia en el 825, fue el cuarto emir omeya de Córdoba. «Lo que hicieron sistemáticamente, y en Murcia también, es cambiar la capital a unos kilómetros de la capital romana. Granada pasó a ser Elvira. En Elche, la ciudad romana de L’Alcúdia está a dos kilómetros al sur, hacia Santa Pola, y en Cehegín tienes Begastri, la ciudad romana, a unos tres kilómetros. El emir ordenó a su jefe militar y civil en esta zona que se establecieran en Murcia, alejados de los problemas de luchas tribales, y la ciudad romana de Eio debía estar por la huerta. Hay mucha discusión sobre su ubicación, y a la gente de esa ciudad le dan un año para mudarse, para trasladarse a Murcia antes de destruir la otra [Eio]. La teoría que más fuerza tiene, si Eio no estuviera cerca de Murcia, es que fuera Minateda, al lado de Hellín, pues significa Medina Teia, es decir, la ciudad de Eio».
Pero dice el investigador que debe haber varias Eio, «pues Eio es una palabra vasca que significa cuesta, o pequeña meseta. Yo soy vasco iberista, veo muchos topónimos por aquí que tienen una explicación perfectamente en vasco. Yo apostaría 10.000 euros si se pudiera comprobar».
La ciudad perdida
«Soy vasco iberista, veo muchos topónimos por aquí que tienen una explicación perfectamente en vasco como Eio»
Cita a modo de ejemplo «el nombre de coy, que es el vasco goi, alto; de ahí viene el nombre de Goya, el alto. Por ejemplo, ‘Saltigi’ era el nombre romano de un lugar que hoy conocemos como la ciudad de Chinchilla, en la provincia de Albacete, pero ‘saltegi’ en vasco es establo, y era un cruce de caminos importante, es una etimología lógica».
Sobre la posible ubicación de Eio, Pocklington se decantaría por el entorno de Algezares y La Alberca, donde hay restos romanos alrededor [pudo ser sede episcopal visigótica y ahí están los restos de la basílica paleocristiana con su pila bautismal en el Llano del Olivar o el mausoleo fechado en la primera mitad del siglo IV d.C., ambos entornos monumentales pendientes de ser musealizados, aunque llevan décadas en una incomprensible mutismo administrativo], pero hay otro aspecto a considerar.
«En el Pacto de Tudmir o Teodomiro (713) -detalla- hay siete ciudades y cinco se sabe perfectamente cuáles son (Alicante, Orihuela, Mula, Begastri, Lorca), y hay otras dos que no conservan su nombre, como Blntla, que para mí sería Elche, y Eio, que si no está en Murcia es que no había nada en Murcia, lo que no tiene sentido. Murcia es el sitio más importante del pacto, y también lo era entonces».
Un año jugando al tenis
Pocklington fue a estudiar Matemáticas en Cambridge. «Pero dediqué todo el primer año a jugar al tenis, y jugué contra Oxford, en el segundo equipo. Gané mi partido haciendo un poco como Djockovic, yendo al baño, y mi contrincante se enfadó… No soy realmente tramposo por naturaleza, quizás lo hice sin querer, pero funcionó». El segundo año en Cambridge cambió de carrera, «si hubiera seguido en Matemáticas me habría dado clase Stephen Hawking».
Encontró un libro en la biblioteca sobre cómo habían descifrado la lengua cretense, «y descubrí lo que quería hacer en realidad: buscar en los orígenes de las lenguas». Su madre, que estudió en Oxford, se aburría en casa y estudiaba toponimia prerromana del Mediterráneo y leía libros en alemán. «Algo debió contagiarme, creo». «Yo quería hacer sumerio, pero no me dejaron en Cambridge porque no tenía base, pero sí pude hacer lenguas modernas».

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