
Elon Musk anda estos días mirando al cielo de Texas. Lo estuvo esta pasada madrugada, cuando estaba previsto el décimo lanzamiento de su megacohete. Y … lo estará también esta próxima madrugada tras los problemas técnicos que han obligado a aplazar 24 horas el despegue de la Starship, un coloso de 123 metros de altura que es la piedra angular de los futuros viajes a Marte y, antes, de los planes para el regreso a la Luna. Previsto ahora a partir de las 1.30 horas de este martes, la pregunta que todo el sector aeroespacial y el propio Musk se hacen es si volverá a explotar, tal y como ha ocurrido en cinco de los ensayos anteriores.
La última noticia de la Starship se remonta al pasado 19 de junio. No fue para bien. En lo que debía ser una simple prueba rutinaria de abastecimiento de combustible y encendido de cara a su nuevo vuelo, el supercohete estalló convirtiéndose en una enorme bola de fuego. Según Space X, la empresa espacial de Musk, el incidente, que no provocó heridos, se debió a «una anomalía importante». El propio Musk precisaría después que se debió a un «fallo catastrófico de un contenedor de nitrógeno gaseoso».
Tres semanas antes, el 28 de mayo, había tenido lugar su noveno despegue. La nave partió con normalidad. Sin embargo, transcurridos treinta minutos, la Starship propiamente dicha -la parte superior del cohete, donde van la carga y, en el futuro, la tripulación- comenzó a girar de forma descontrolada y acabó desintegrándose en la reentrada en la atmósfera. «Starship experimentó un desmontaje rápido e imprevisto. Los equipos continuarán revisando los datos y trabajando para nuestra próxima prueba de vuelo», explicó la empresa en X. Los informes posteriores apuntaron como causa a una fuga de metano.
Involución evidente
Era la tercera vez consecutiva en que el artilugio acaba de esta forma. Y, como queda dicho, la quinta en nueve vuelos. Poco antes de la explosión, también había fracasado el despliegue de ocho maquetas de los satélites de nueva generación de Starlink, la red de conexión a internet satelital desplegada alrededor del planeta. Habría sido la primera vez que la nave liberaba carga útil. Esta maniobra se intentará de nuevo en este décimo vuelo. También se probará a encender un motor para demostrar la capacidad de la nave para volver a la Tierra y lograr este regreso sin que vuelva a desintegrarse.
La involución del cohete más grande y potente jamás construido ha sido evidente desde su quinto vuelo, el 13 de octubre de 2023. En aquella ocasión se logró completar con éxito una maniobra inédita, la captura del propulsor de la nave -el ‘booster’, que supone 70 de los 123 metros del artilugio- por el mencionado Mechazilla, un paso clave para acortar los tiempos entre vuelo y vuelo de un cohete que se diseñó para ser reutilizable. Desde entonces, los percances se han sucedido sin parar. Ya en el sexto vuelo, con la presencia de un Donald Trump que acababa de ganar las elecciones, se trató de repetir sin éxito esta espectacular captura.
Lo que ha venido a continuación ha sido una explosión tras otra. En varias ocasiones, estos estallidos han obligado a cerrar el espacio aéreo en Florida por el riesgo que suponían para los aviones los restos desperdigados del megacohete. Este peligro llega incluso hasta Hawái tras haber autorizado el Gobierno estadounidense a Space X a ampliar el radio de acción en sus ensayos. Según varios especialistas, esta basura espacial pondría en riesgo algunos de los espacios naturales protegidos de las islas de este archipiélago.
Mientras estos sucede en el cielo, en tierra ‘The New York Times’ ha desvelado que Space X apenas ha pagado impuestos desde su fundación en 2002. Ello, pese a los miles de millones en contratos gubernamentales que le han ayudado a sobrevivir. Basta un dato: en 2020, el 84% de sus ingresos procedía de contratos federales. «Lo más probable es que SpaceX haya pagado poco o ningún impuesto federal sobre la renta desde su fundación en 2002 y haya dicho en privado a los inversores que quizá nunca tenga que pagar ninguno», asegura el prestigioso rotativo en un reportaje publicado hace una semana. Musk se estaría aprovechando de una ley que le permite utilizar las pérdidas de más de 5.000 millones de dólares acumuladas a finales de 2021 para compensar el pago de futuros ingresos tributables.

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Enlace de origen : Elon Musk lanza por décima vez su cohete gigante. ¿Volverá a explotar?