
Lo peor de las olas de calor son las noches tropicales. No, no son esas en las que estás estar tomando mojitos y bailando bachata … hasta el amanecer, sino esas otras en las que la temperatura no baja de 25 grados en ningún momento, algo que impide conciliar el sueño y descansar correctamente. Un insomnio que pagan, sobre todo, quienes no disfrutan de vacaciones y se ven obligados a madrugar para acudir a su puesto de trabajo.
Más allá de exponernos al aire acondicionado durante toda la noche (con el consumo energético que conlleva y los problemas de salud que provoca a ciertas personas), existen trucos sencillos y económicos que pueden ayudarnos a pegar ojo. Algunos ya los habremos oído, pero seguro que hemos pensado que no tenían aval científico ni lógica aparente. Aunque, cuando el calor aprieta y no podemos dormir… qué no haríamos para poder caer en un plácido sueño.
Controla tu entorno
Está demostrado científicamente: nuestro reloj biológico demanda un descenso moderado de la temperatura para lograr un sueño reparador. Lo ideal es que nuestra habitación se encuentre entre los 15 y los 19 grados (los expertos hablan de un ‘sueño superficial’ por encima de los 22), lo que podemos facilitar con pequeños gestos como bajar las persianas (y cerrar las ventanas) durante el día, haciendo justo lo contrario al caer la noche. De este modo, impedimos que las horas más calurosas eleven demasiado la temperatura de casa, y propiciamos una ligera corriente tras ponerse el sol.
También podemos tirar de física, aprovechando el llamado ‘efecto Venturi’. Demostrado por Giovanni Battista Venturi en 1797, se describe como «el fenómeno por el que un flujo en movimiento dentro de un conducto cerrado disminuye su presión cuando aumenta la velocidad al pasar por una zona de sección menor». Esto, aplicado a la refrigeración del hogar, implica dejar la puerta del dormitorio entreabierta por las noches, en un ángulo de 45º, para mejorar la circulación del aire que entrará por las ventanas, que estarán abiertas.
Por supuesto, siempre nos queda el clásico de colocar un barreño con hielo delante del ventilador para potenciar su efecto refrescante. Y es que, por mucho que estos aparatos se limiten a mover el aire (no enfrían en realidad), sí que disminuyen la sensación térmica, lo que facilita el sueño. El único aspecto a considerar es orientarlos correctamente: nunca enfocados al cuerpo o la cara, sino apuntando al techo desde una esquina de la estancia.
Cuestión de telas
Pocos reparan en el aspecto textil a la hora de combatir el insomnio, pero lo cierto es que la ropa con que nos vamos a la cama marca la diferencia. ¿Sabías que el algodón o el lino resultan más frescos y absorben mejor la humedad? Aunque dormir desnudos pueda parecernos lo más lógico, lo cierto es que esto impide la evaporación del sudor. Tanto como los pijamas sintéticos o demasiado ajustados, que incrementan las probabilidades de despertarnos acalorados en plena noche.
Respecto a la ropa de cama, las sábanas de poliéster han de figurar en nuestra lista de enemigos públicos (retienen más el calor): aquí también elegiremos modelos fabricados en algodón o lino, cuanto más finos, mejor.
En internet también pueden encontrarse mantas refrescantes (para usar también en el sofá, donde solemos quedarnos pegados mientras vemos la televisión) que podemos echarnos encima al irnos a dormir. Al no resultar excesivamente gruesas, se amoldan bien al cuerpo y proporcionan frescor a medida que nos movemos durante la noche. Además, existen fundas de almohada con las mismas características.
¿Más truquillos? Puede ayudarnos, además, meter las sábanas o la funda de la almohada en el congelador un par de horas antes de irnos a dormir; colocarnos un par de calcetines finos, ligeramente humedecidos; o meternos en la cama con una botella de agua congelada y envuelta en una toalla.
El pie fuera… o el brazo
¿Alguna vez has escuchado aquello de que mantener un pie destapado contribuye a aliviar el calor nocturno y has pensado que es una solemne tontería? Pues resulta que es verdad. Natalie Dautovich, experta de la National Sleep Foundation, explica que esto se debe a que el calor se disipa más rápidamente a través de las extremidades corporales. Así, dado que dormir con las rodillas o la barriga al aire no resulta muy apetecible, nada nos impide probar con una pierna o un brazo, por ejemplo, que se ‘escapan’ más fácilmente del ovillo de sábanas y pueden estar dentro-fuera toda la noche.
Colchones que rebajan 7 grados la temperatura corporal
Los colchones de látex natural o espumas acondicionadas consiguen bajar la temperatura corporal hasta siete grados. Si nuestro colchón es de otro material y la economía no da para renovarlo, siempre podemos recurrir a un sobrecolchón refrigerante: emplean tecnologías de enfriamiento activas para mantenernos frescos sin importar la climatización de la habitación. Estas opciones son cada vez más demandadas en zonas calurosas del país y por parte de personas que al dormir se ‘calientan’ más, ya que ese es un rasgo muy particular: aunque el cuerpo humano necesita templarse de forma natural para descansar, hay personas que ‘enfrían’ peor y que, por ello, recurren a este tipo de productos. Asimismo, quienes sufren sudores nocturnos –por la menopausia, ciertas medicaciones o ansiedad– también los buscan.

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Enlace de origen : El 'efecto Venturi' y otros trucos para dormir con calor