
Carlos Alcaraz marcó este miércoles con mayúsculas cuáles son las principales diferencias que existen entre él y Jannik Sinner y el resto de jugadores del … circuito. Es una distancia abismal. Juegan a otra cosa. El tenista murciano se enfrentó al número 65 del mundo, el italiano Mattia Bellucci. No era un cualquiera. Lo arrolló. Fue todo un calvario para su rival, al que venció 6-1, 6-0 y 6-3 en 1h36′.
Las previas de esta eliminatoria de segunda ronda del Open de Estados Unidos hablaban de un adversario zurdo, de un saque potente, con mucha velocidad, que iba a hacer sudar al número dos del mundo. También dijeron lo mismo del primer adversario de Alcaraz, el estadounidense Opelka, de 2,11m de altura. Pero los dos han salido cabizbajos de la pista, habían recibido toda la una cátedra de tenis.
También es verdad que ninguno de ellos tienen la potencia, ni la mentalidad, ni tampoco la calidad que tiene el español, que juega tranquilo como ese estudiante que llega al examen preparado para sacar la mejor nota. Ante todo eso el rival se empequeñece, poco a poco va volviéndose un jugador débil, sin fuerza y sin ideas para contrarrestar todo el arsenal de golpes que conecta el adversario.
Bellucci se vio superado desde el principio. Y así continuó hasta el final. Probablemente deseaba salir de aquel calvario lo antes posible. Alcaraz no perdonaba un error, y castigaba con su saque. En las dos primeras mangas, el español tuvo break-point en todos los saques del italiano, menos en el que ganó en el quinto juego del primer set para evitar el blanqueo.
De nada le valía a Bellucci ser rápido, ni ser zurdo, ni nada. Puede que lo que menos le imponía fuera el escenario. Estaba viviendo en un túnel sin salida. No era capaz de proponer algo que inquietara o molestara a Alcaraz. Todo lo que enviaba al otro lado de la red tenía respuestas imposibles de contrarrestar. La estadística era un espejo de todo lo que pasaba en la cancha central de Flushing Meadow. En el primer set su porcentaje de primeros servicios era del 50% y había ganado el 22%. En el segundo, los datos eran para llorar. También el 50% pero no ganó uno.
Los de Alcaraz marcaban la notable superioridad: 30 puntos de 35 con el primer saque, 15 de 23 con el segundo. 7 breaks de 17 oportunidades. 32 golpes ganadores por 11 del rival y 23 errores no forzados por 35 de Bellucci.
Alcaraz sabía lo que estaba pasando y no es de los que baja la marcha en esa situación ni de los que se relaja. El año pasado, en este mismo torneo, había sido despedido de forma sorprendente en la segunda ronda por el neerlandés Botic Van de Zandschulp. Fue su primer tropiezo en un Grand Slam en los dos últimos años.
Triunfo rápido
Se desquitó con ganas de ese momento amargo. Encontró el sabor dulce que busca en cada partido. Con el revés paralelo, con la derecha invertida, con las dejadas, con el saque y con el resto. Ni un punto débil. Tan fácil como para que se dirigiera a su equipo y le dijera: «¡He superado la hora y media eh!». El partido más rápido que había jugado fue este año en los cuartos de Roland Garros contra Tony Paul en 1h34′. Ayer fue en 1h36′.
Lo que demostró Alcaraz es que está pasando un momento buenísimo. Encontró un rival que llegó sin armas, pero el español está fuerte física y mentalmente. Superarlo va a ser muy difícil. En la tercera ronda encontrará otro italiano de origen argentino Luciano Darderi, 34 del mundo y 23 años.
La jornada representó la eliminación del español Davidovich con el francés Rinderknech por 6-4, 3-6, 2-6, 6-2 y 6-3 en 3h14′.

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Enlace de origen : Alcaraz, irresistible, da una lección al italiano Bellucci