La Princesa de Asturias recoge en los cielos de Santiago de la Ribera el legado de su abuelo, Juan Carlos I, y de su padre, Felipe VI
Lejos del reactor que pilotó su padre, Felipe VI, y de los convencionales de hélice que guió su abuelo, Juan Carlos I, la formación aérea de la heredera de la Corona discurrirá en los simuladores de vuelo y en un turbohélice suizo de última tecnología. La alumna Leonor, la cadete de cuarto curso Borbón Ortiz, se enfrentará a un panel de mandos digital, diseñado para aprender a volar en cualquiera de las aeronaves del Ejército del Aire y del Espacio.
Recoge el testigo de un legado en la Academia General del Aire –a cuyo nombre a incorporado el nombre del Espacio, el nuevo dominio donde se libran las contiendas modernas, junto con el ciber–. A orillas del Mar Menor, su abuelo formó parte de la 11 promoción en el curso 1958-59, y su padre en el curso 1987-88. El Rey Emérito supo lo que es volar en los históricos Mentor y Junckers. La negativa del dictador Francisco Franco le impidió vivir la ‘suelta’, ese primer vuelo en solitario, aunque tres décadas después sí autorizó la de su hijo a bordo del reactor C-101 Aviojet, ahora recién jubilado. Una cabina analógica y sin apoyo digital se encontró el alumno Felipe de Borbón. Leonor tendrá a sus mandos un avión más seguro y con una aviónica similar a la de los cazas modernos.
El Príncipe Felipe pasa revista a sus compañeros, en 1987.
Tomas

A diferencia de su padre y abuelo, la formación de la Princesa no se centra solo en el vuelo físico, sino también en el uso de simuladores de última generación y el manejo de vehículos no tripulados. Esto refleja la evolución de la guerra aérea, donde la tecnología y la información son tan importantes como la habilidad de pilotar.
Junto al Mar Menor recibirá formación que abarca teoría de vuelo, meteorología, tácticas aéreas y navegación
A diferencia de su abuelo y de su padre, que aprendieron a volar sobre los cielos del Mar Menor con dos sistemas de vuelo distintos, Doña Leonor lo hará con uno solo. La incorporación del Pilatus PC-21 no solo supone un salto cualitativo por la sofisticación técnica de su sistema de vuelo digital, de última generación; también la unificación de medios. el uso de modernos simuladores y la utilización de un solo tipo de avión para aprender a volar antes de pilotar cazas, transportes o helicópteros.
El Príncipe Juan Carlos recibe la insignia de piloto, en 1959.
LV

La Princesa tendrá margen para elegir su ‘cabalgadura’ aérea, igual que su padre decidió ser piloto de helicópteros. Al igual que su padre y abuelo, recibirá una formación integral que abarca teoría de vuelo, meteorología, navegación y tácticas aéreas. Esto le permitirá familiarizarse con un mundo que, al ser la futura Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, tendrá que liderar en algún momento.
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Enlace de origen : Siete décadas de tradición aérea de los Borbón