Israel ha puesto en marcha la guerra de los rascacielos en Ciudad de Gaza. El ejército ha destruido poco después de mediodía la torre Al- … Susi, al sudoeste de la capital, donde asegura que Hamás había instalado un cuartel de inteligencia dedicado a rastrear los movimientos de las tropas hebreas. El ataque de este sábado es una continuación del sufrido apenas 24 horas antes por el edificio Mushtaha, un inmueble de notable altura que fue reducido a escombros con el argumento de que en la parte superior tenían su base varias células de combatientes islamistas.
El rascacielos ha recibido el impacto de los misiles disparados por los aviones israelíes y se ha hundido en cuestión de segundos en medio de una intensa nube de polvo y humo. De momento, se desconoce si ha habido víctimas. Los equipos de emergencia trabajan en la zona, donde es posible apreciar una montaña de escombros. Alrededor de la torre había un campamento de tiendas de campaña. Las Fuerzas de Defensa habían avisado a primeras horas de este sábado a la población que debía desalojar Gaza City y dirigirse a una nueva zona de seguridad en Khan Jounis, al sur de la Franja. En un comunicado afirma que los cazas han utilizado munición de precisión.
El Estado Mayor afirma que la milicial había instalado equipos de vigilancia y puestos de observación en la zona superior del rascacielos, desde la que controlaban los movimientos del ejército. Según esta misma versión, Hamás habría sembrado de artefactos explosivos el perímetro del edificio para evitar un asalto militar y causar bajas a los soldados que se aproximaran a la zona. Bajo el inmieble habían sido excavados varios túneles que conectaban con la red subterránea de la organización radical
Las fuerzas hebreas, según distintos medios, persiguen la eliminación de todos los edificios altos de Gaza City para contrarrestar la vigilancia de Hamás, cuyos observadores aprovechan los pisos superiores para controlar el desplazamiento de las unidades israelíes. La estrategia se fundamenta también en la posibilidad de que los soldados sean atacados con fusiles y lanzacohetes desde una posición de ventaja por los combatientes islamistas. La invasión de la capital es un elemento nuevo y desconocido para el ejército, que en estos casi dos años de guerra habían realizado únicamente incursiones muy limitadas en la ciudad. Los propios asesores militares del Gobierno consideraron antes de esta operación que sería necesario adoptar todas las tácticas de guerrilla urbana en este despliegue, entre las que figura el control de las alturas.
Instante en el que la torre Al-Susi se desploma tras recibir los disparos de la fuerza aérea.
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La operación parece tomar mayor velocidad a medida que transcurren las horas. Israel ha montado una nueva zona aparentemente segura junto a Khan Jounis con tiendas de campaña, medicamentos, distribución de alimentos e infraestructura sanitaria con el objetivo de conducir allí y al cercano campamento de Al-Malwasi a los 900.000 civiles que quedan en la capital. Observadores internacionales calculan que las instalaciones se quedarán cortas ante la previsible avalancha de refugiados, aunque decenas de miles de palestinos se muestran reacios a un nuevo desplazamiento después de haber conseguido ubicarse con algunos recursos básicos en Gaza City.
Las Fuerzas de Defensa han reforzado los controles y la vigilancia ante la sospecha de que los milicianos radicales pretendan sacar de la capital a los rehenes israelíes. Esta noche ha sido convocada una nueva manifestación multitudinaria frente al domicilio del primer ministro, Benjamín Netanyahu, para preguntarle a voces si ha «dormido bien» durante los 700 días que los cautivos llevan ya en manos de Hamás. Las familias de los rehenes han trasladado su apoyo, en cambio, al presidente Donald Trump por sus intentos de mantener la negociación con la organización islamista para liberar a sus allegados.
El propio inquilino de la Casa Blanca ha confirmado que EE UU participa en «negociaciones muy profundas» con Hamás en este momento junto a los mediadores cataríes, aunque ha alimentado las preocupaciones de las familias hebreas al anuciar que algunos de los veinte rehenes vivos hasta hace unas semanas podrían haber «muerto recientemente». El Gobierno israelí no ha hecho comentarios a esta aseveración, de la que Trump espera «estar equivocado», según ha señalado en su red social, pese a los indicios en contra. El líder republicano ha añadido que confía en que Hamás libere finalmente a todos los cautivos, vivos y muertos, porque de lo contrario la «situación será difícil, desagradable».
La guerra, mientras tanto, continúa sin freno. Israel Katz aprovechó el día 700 de operación militar en la Franja para anunciar este viernes la apertura de «las puertas del infierno» en Ciudad de Gaza. El ministro hebreo de Defensa ha compartido en redes sociales un vídeo con el momento en el que los misiles impactaron en la torre Mushtaha, de más de doce pisos, y la redujeron a escombros. «Comenzamos», ha escrito. Poco después ha advertido de que «una vez que la puerta se abre, no se cerrará, y la actividad del ejército se intensificará hasta que los asesinos y violadores de Hamás acepten las condiciones de Israel para poner fin a la guerra».
The moment Israeli fighter jets showered the Mushtaha Tower in Gaza City with missiles this afternoon, reducing it to rubble and displacing hundreds of its residents as well as many others who had sought refuge nearby. pic.twitter.com/6d1Ip3FU1X
— Quds News Network (@QudsNen) September 5, 2025
Los islamistas, por su parte, han conmemorado los 700 días de guerra con la publicación de un vídeo en el que aparecían dos rehenes vivos y uno de ellos leía ante la cámara un mensaje: «Esto es todo lo que queremos, solo queremos que termine, queremos volver con nuestras familias. Por favor, llévennos de vuelta». La madre de uno de los cautivos, Matan Angrest, ha denunciado este sábado que anoche recibió una llamada telefónica anónima en la que le informaron que la vida de su hijo corría un «peligro inminente».
Mientras los medios israelíes informaban de un nuevo intento de Estados Unidos por alcanzar un acuerdo, la operación militar en Gaza entraba en el «momento decisivo», en palabras de Benjamín Netanyahu, en referencia a la invasión del mayor núcleo urbano, que el primer ministro llama «capital de Hamás». Más de 900.000 civiles sobreviven en un lugar donde mueren cada día decenas de personas, por los bombardeos o por hambre. El portavoz militar, Effie Defrin, ha señalado que «hoy controlamos el 40% de Ciudad de Gaza (…) La operación continuará expandiéndose e intensificándose en los próximos días».
Palestinos velan a sus familiares fallecidos en los ataques israelíes de la pasada madrugada.
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Tras varias semanas arrasando barrios como Zeitoun o Sheikh Radwan, el ejército ha dado un paso más y ha puesto en su punto de mira los edificios más altos de la ciudad, grandes bloques que servían de refugio para cientos de familias. Por la mañana, previa orden de evacuación, acabó con la torre Mushtaha y a las pocas horas ordenó la salida de otro bloque de 16 pisos. La explicación del ejército es que se trata de «infraestructura de Hamás», sin aportar prueba alguna.
La operación se endurece y Hamás reaccionó con un vídeo de propaganda en el que aparecían Alon Ohel y Guy Gilboa Dalal, dos de los rehenes que siguen vivos después de 700 días de cautiverio. Los islamistas mantienen abierto el frente de la guerra psicológica, pero hasta ahora no han conseguido que los cautivos sean prioritarios para Netanyahu. Los responsables de Defensa de Israel han pedido a los dirigentes políticos que acepten un acuerdo para devolverlos vivos a sus casas y las familias, que organizaron una nueva jornada de protesta, pidieron un alto el fuego porque piensan que las intervenciones en Ciudad de Gaza «son una amenaza directa» para sus seres queridos.
El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, ha escrito en su perfil de X que «el terror psicológico de Hamás pretende que detengamos la operación en Gaza. La respuesta justificada: ocupación total, represión total, fomento de la migración masiva. Solo así ganaremos, y solo así traeremos a los rehenes con seguridad». La apuesta por el uso máximo de la fuerza no ha conseguido en estos 23 meses la liberación de cautivos.
Una línea roja
Las autoridades del Estado judío sueñan con el plan de Donald Trump para convertir Gaza en la Riviera de Oriente Medio, previa expulsión de dos millones de palestinos. Washington trató en su momento de convencer a egipcios y jordanos para acoger a los gazatíes, pero ambos países mantienen una respuesta negativa firme. «El desplazamiento no es una opción, es una línea roja, y no permitiremos que suceda», ha declarado el ministro de Asuntos Exteriores egipcio, Badr Abdelatty, quien ha explicado que esa maniobra «significa la liquidación y el fin de la causa palestina, y no hay fundamento legal, moral ni ético para desalojar a la gente de su patria».
Estas palabras no han sentado bien a Netanyahu y su oficina ha emitido un comunicado en el que ha acusado a sus aliados egipcios de preferir «encarcelar en Gaza a los residentes que desean abandonar la zona de guerra contra su voluntad». Según el texto, el primer ministro israelí defiende «la libre elección de cada individuo para decidir dónde vivir. Este es un derecho humano fundamental en todo momento, especialmente en tiempos de guerra». El jefe del Ejecutivo hebreo ha olvidado que la inmensa mayoría de habitantes de Gaza son refugiados que fueron expulsados de sus tierras en 1948 y 1967.

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