El asesino de Kirk fue delatado por su padre y tenía balas con mensajes antifascistas

En los últimos tiempos, Tyler Robinson, de 22 años, se había vuelto «más político» y durante una cena había arremetido contra Kirk, a quien acusaba de esparcir el odio, contó el progenitor al religioso a quien pidió ayuda. Delató a su hijo consciente de que se enfrentará a una muerte segura, dada la determinación del presidente Trump y otras autoridades a pedir esa pena por un crimen que ha conmocionado al país.

Frente a su padre, un trabajador de la construcción que en el pasado estuvo relacionado con la oficina del sheriff del condado, el chico aceptó hablar con el religioso. Luego, el pastor contactó con el FBI. Las autoridades locales alabaron la responsabilidad de la familia, que «hizo un gran trabajo ayudándole a llegar a la decisión de entregarse», dijo Beau Mason, comisionado de Seguridad Pública de Utah.

Según su testimonio, el joven acusado de matar al fundador de Turning Point USA «cooperó plenamente» con la policía al entregarse a los agentes en una oficina del sheriff al suroeste de Utah. «Cuando nuestros investigadores llegaron allí, pudieron establecer contacto con él de forma pacífica», relató.

Aficionado a los videojuegos

Antes, los agentes habían corroborado la autoría de Robinson al entrevistar a su compañero de cuarto de la Escuela Técnica de Dixie de Saint George, donde estaba becado. El amigo del arrestado confirmó que le había mandado «varios mensajes» sobre el asesinato de Kirk a través de la aplicación Discord para aficionados a los videojuegos. En una de las capturas que entregó a los agentes, Robinson decía haber escondido el rifle, envuelto en una toalla oscura, en una zona arbolada cercana al campus, tal como lo encontró la policía.

Habían pasado apenas 33 horas desde que mató al líder de la juventud ultraconservadora de un solo disparo a 180 metros de distancia, con un rifle de mira telescópica que le alcanzó mortalmente en el lado izquierdo del cuello. «Hay que remontarse a JFK (John Fitzgerald Kennedy) para ver un vídeo en directo de algo como esto», reflexionó el gobernador de Utah, convencido de que este asesinato político es el ‘momento JFK’ de nuestro tiempo.

Como entonces, fue un acto de violencia cuidadosamente planeado. Robinson, un nativo de Utah que vive en la ciudad de Washington, al sur del Estado, condujo más de 400 kilómetros durante tres horas y media hasta la Universidad del Valle de Utah donde el ídolo de la juventud conservadora tenía programado uno de sus polémicos debates, ‘Prove Me Wrong’ (‘Demuestra que estoy equivocado’).

No era una misión suicida. Llevaba una muda de ropa para perpetrar el crimen y dejó su ‘Dodge Challenger’ gris preparado para darse a la fuga. La sudadera negra con la bandera de EE UU que vistió mientras subía al tejado parece haber sido escogida para hacer una declaración de patriotismo. Como las palabras que grabó en las balas: «¡Eh, fascista! ¡Atrápala!», escribió en uno de los cartuchos, seguido de flechas en dos sentidos. «Oh, Bella Ciao», se puede leer en otro, en referencia a una canción italiana antifascista que aparece en la serie de Netflix ‘La Casa de Papel’.

El extraño código con flechas no es aleatorio: hace referencia a una estratagema del videojuego ‘Helldivers II’, concretamente a la bomba Eagle de 500 kilogramos, que se lanza pidiendo un bombardeo aéreo. Para accionarla, los jugadores deben introducir una secuencia rápida de botones con esas flechas. La combinación se ha vuelto un meme viral en internet, asociada a un chiste de humor negro.

Un país muy polarizado

Durante las primeras 24 horas Robinson logró evadir a la justicia, que detuvo a dos personas sin conexión con el crimen y a las que tuvo que liberar. El director del FBI, Kash Patel, llegó a publicar erróneamente el jueves en las redes sociales que ya tenían al sospechoso en custodia, para luego tener que borrarlo. Frustrados por la desorientación, en la noche del 11-S los investigadores decidieron mostrar al público las imágenes en vídeo.

Para entonces el FBI había recibido ya 7.000 llamadas ofreciendo información para la captura, la mayor avalancha desde los atentados de la maratón de Boston en 2013. Al amanecer tendría más 11.000, incluyendo la del religioso y el familiar «que hizo lo correcto», dijo Cox, que no esclareció si alguien cobrará los 100.000 dólares de recompensa ofrecidos por información que condujese a la detención.

Según la prensa local, el padre, un republicano, ya sospechaba que su hijo era el hombre más buscado del país antes incluso de que el FBI hiciera público el vídeo que confirmó su temor. Su colaboración apela a la conciencia cívica en un país profundamente polarizado, donde los ecos de la violencia política de los años 60 suenan tan fuertes como las balas. Pese a la conmoción social y la represión que se anticipa por parte del Gobierno, el asesinato de Kirk no ha incendiado 140 ciudades, como ocurrió tras la muerte de Martin Luther King in 1968, cuando los disturbios costaron la vida de 40 personas en cuestión de horas. Si entonces Robert Kennedy fue la voz conciliadora que pedía pausa y sensatez, este viernes el gobernador de Utah adoptó este papel. «Los jóvenes amaban a Charlie y los jóvenes odiaban a Charlie», admitió, «y aun así Charlie fue a todos esos sitios (las universidades), porque decía que cuando se deja de hablar es cuando surge la violencia».

Kirk no era un pacifista, como Martin Luther King, aunque el presidente Trump lo llame ahora «la mejor persona del mundo». Sus provocaciones y ataques incansables contra los enemigos políticos que ponía en la diana están bien documentados, pero su injusta muerte le ha convertido en mártir. Y ese espíritu puede ser más útil a la sociedad que el odio que plantó. «Ahora tenemos la oportunidad de hacer algo diferente y construir una cultura muy distinta a la que estamos sufriendo», pidió el gobernador.

Spencer Cox se dirigía con ese mensaje a «republicanos, demócratas, progresistas, conservadores y MAGA», pero sobre todo a los jóvenes que protagonizan este capítulo de la historia y tienen la oportunidad de edificar el futuro. «Apaga el teléfono. Lee las Escrituras, pasa tiempo con tus amigos y recuerda que la furia de internet no es la vida real», aconsejó.