
José María Manzanares (Alicante, 1982) es el gran triunfador de la pasada Feria de Murcia. La noche de ayer, domingo, recogió en el Club Taurino … un montón de trofeos correspondientes a la Feria. Al principal, al de triunfador de la Feria, se unían los trofeos a la mejor faena, a la faena más artística, a la mejor estocada e incluso el que reconoce el mejor quite de peligro. Una prueba de lo completa que fue su actuación en el coso de La Condomina y de la magnitud de la obra de José María Manzanares, a quien la afición de Murcia adora, como pasara con su padre.
–Tenía pendiente esa gran tarde en esta plaza.
–La plaza de Murcia, no solo para mí, sino también para mi padre, es una plaza muy especial. En los últimos años no tenía suerte con los toros y, con la ilusión que iba siempre a Murcia, al final salía bastante triste. Justo el año pasado, que además fui el pregonero de la feria, se dio la tarde en la que me embistieron los dos toros y fue de las mejores de toda la temporada. Una alegría, sobre todo por el cariño que le tengo a la afición de Murcia. Salí superfeliz.
–Su tarde más rotunda aquí.
–De novillero triunfé, los primeros años de alternativa también, pero una tarde tan rotunda en Murcia como la del año pasado no había tenido en mis 23 años de matador de toros.
–Ha citado a su padre, un ídolo de Murcia.
–Por eso salí tan feliz. A mi padre le encantaba torear en Murcia. Siempre, cuando llegaban estas fechas, él se sentía feliz conforme se acercaba la feria de Murcia. Tenía muchísimos amigos y él notaba que aquí le querían mucho y era feliz en Murcia. Yo le acompañé muchísimas veces cuando toreaba en Murcia porque nos pillaba al lado de Alicante y pude vivir, por mi propia experiencia, ese cariño.
REFERENTE
«Sigo llevando la enseñanza de mi padre a rajatabla, es mi espejo»
–A usted es absurdo preguntarle cuál es su referente. Lo tenía en casa.
–Mi padre. De él lo he aprendido todo. Yo soy una consecuencia de él y sigo llevando su enseñanza a rajatabla. Cómo entrenaba, cómo sentía el mundo del toro. No tengo otro espejo que no sea él. Me fijo en muchos compañeros e intento aprender de todos los toreros que admiro y respeto. Pero mi referente es, sin duda, mi padre.
–Usted ya tiene un niño que va para catorce años. ¿Le gusta el toro?
–Sí le gusta. Este verano me ha acompañado a varias corridas y en invierno también se viene conmigo a algún tentadero. Alguna vez ha toreado.
–A él le gusta, ¿y a usted?
–(Hace una pausa y piensa la respuesta). Estoy intentando llevar a cabo lo mismo que hizo mi padre conmigo. Él no me quitaba ni me animaba a serlo. Me dejó muy libre para que yo decidiera lo que yo quisiera. Yo sé que le gusta mucho, pero me voy manteniendo al margen. Es muy jovencito y dejaré que la vida siga su camino y ya Dios dirá. Claro está que si decide en un futuro ser torero le podré ayudar mucho más que si decide ser otra cosa, porque si de algo sé es de toros.
UN DISFRUTE
«Me encanta torear en las plazas importantes. Se pasa peor, pero disfruto más»
–Bueno, de toros y de muchas otras cosas. Es de lo toreros más inquietos culturalmente. Y profesa amistades en otros ámbitos, como la música, el arte, el deporte…
–Sí. Me gusta mucho el arte. La música, sobre todo. Si es verdad que tengo muy buenos amigos, como Alejandro Sanz y Pablo López, con los que me gusta estar y hablar de los sentimientos. Ellos me explican cómo componen y también me preguntan sobre el toreo y cómo es la inspiración. Tenemos ese tipo de conversaciones, que resultan muy interesantes.
–Manzanares es uno de los toreros más estéticos.
–Así me enseñó mi padre. Mi toreo tiene muchísimo de técnica, pero los pilares de mi toreo están basados en un concepto estético que mi abuelo y mi padre me inculcaron. Yo intento respetar ese concepto. Y, sin salirme de ese concepto, intento aplicar la técnica para poder entender al mayor número de toros posible y mejorar sus embestidas. Y todo eso, hay que intentar hacerlo sin que realmente se note que se está aplicando la técnica.
–Eso se puede definir como naturalidad.
–Justo. Conseguir eso es muy difícil. Detrás hay mucho tiempo de entrenamiento, de conversaciones, de conocimiento del toro. Yo veía a mi padre torear y parecía fácil y, sin embargo, eso es lo más difícil que hay en esta profesión: torear y que parezca fácil al ojo del aficionado.
–Ese concepto permitió a los Manzanares conquistar una plaza tan especial como Sevilla, siendo de fuera.
–Mi padre ya disfrutó del cariño que le demostró Sevilla y le gustaba torear. A mí me costó entrar, pero cuando lo conseguí me hicieron un torero muy suyo. El concepto del toreo que tenía mi padre y tengo yo es muy de Sevilla, y para nosotros es una alegría sentirnos toreros de Sevilla. Hay mucha historia detrás para los Manzanares en la Maestranza. Mi padre se cortó la coleta allí.
–En Madrid también ha triunfado con grandes faenas.
–La faena al toro ‘Dalia’ para mí es de las más importantes. A mí me encanta torear en Madrid. Al margen de los que se pueda pensar, disfruto mucho al torear en Madrid. Siento que tienen muchas ganas de verme. Es cierto que uno se carga de mucha responsabilidad y hay mucha presión por todo lo que conlleva torear en Madrid, pero a mí me viene mejor torear en plazas de importancia que en otras, porque me concentro más. Se pasa peor, pero disfruto toreando en esas plazas.
Sufrimiento
–Sin grandes cornadas, sí que ha tenido mala suerte con las lesiones que no le han permitido terminar muchas temporadas.
–He tenido dos cornadas en mi trayectoria, una en 2007 en Alicante y la de este año en Fallas, pero sí es verdad que he tenido muchísimas lesiones. La de la mano, en 2010 de la que llevo 13 operaciones. Esa más o menos la llevo bien. De las cervicales de hace un par también llevo tornillos en el cuello, pero me recuperé más o menos bien. Me cogió un toro en Béziers, caí de cabeza, me sacó un disco que me oprimía la médula, por lo que perdía coordinación y fuerza, y me tuve que operar forzosamente. Perdí la celebración de mis 20 de alternativa en Alicante, algo que tendremos que retomar para el 25 aniversario. Pero la que he llevado peor es la de los lumbares. La primera vez que dio problemas fue en una corrida en Bogotá, con José Tomás, en 2009. A raíz de ahí han venido operaciones en 2010, 2013, 2015… La década del 2010 al 2020 he toreado y entrenado con muchísimo dolor, hasta 2021 que ya me operaron. Me pusieron también tornillos. He perdido algo de elasticidad, pero he conseguido remitir los dolores, que me impedían hacer hasta una vida normal. Esos años los pasé muy mal.
–Y el público esas cosas no las sabe.
–Ni a mí me gusta decirlo. Suena como a excusa. Yo el sufrimiento lo llevaba por dentro. Intentaba aguantarme y buscar las soluciones para acabar con el dolor y ese sufrimiento que era continuo, tanto para torear como para viajar, o estar en casa con mis hijos. Me lo solucionó el doctor Mostaza, neurocirujano, que me operó tanto de las lumbares como del cuello, y me dejó genial.
–Pues la preparación de un torero es muy exigente.
–Nos preparamos como un deportista de élite. Mi vida está dedicada a entrenar. Cuando me meto en el campo no salgo y la preparación es exhaustiva. Por la mañana entrenamiento y por las tardes tentadero o tereo de salón, y luego a descansar. Así todos los días. Si no estás bien físicamente no puedes aguantar una temporada entera. La exigencia es máxima.
–Ahora tiene Murcia –esta tarde, a las 18.30 horas–, y Lorca, el domingo. Dos tardes en la Región.
–En Murcia hay un cartel que me ilusiona mucho. A Lorca iba a ir en marzo, pero no pude por la cornada y supercontento de ir después de tantos años cerrada la plaza desde el terremoto y de torear con Paco Ureña en su tierra, al que le tengo muchísimo cariño.
–Con Paco tiene una magnífica relación, pero no es el único de esta tierra. Con Pepín Liria es uña y carne.
–Somos como novios. En invierno, como estamos tan cerca, él en Murcia y yo en Alicante, pasamos muchos días juntos.

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Enlace de origen : José María Manzanares: «Torear y que parezca fácil es lo más difícil»