
Se repetía el cartel de toros y toreros del día de la Romería del año pasado y, por segundo año consecutivo, se puso el cartel … de «no hay billetes».
No tuvo el mismo contenido artístico que la recordada tarde de 2024. En gran parte por la falta de clase de la corrida de Victoriano del Río. Nada que ver con la que se llevó los premios a la mejor ganadería y mejor toro de la pasada feria.
Abrió plaza Alejandro Talavante con «Soleares», un toro que pesó 501 kg. Salió desentendido y no pudo lucir Talavante con la capa en el saludo. Tomó el bovino un puyazo al relance y otro por derecho y, en el centro del ruedo, sí que pudo brillar el torero cuando el de Badajoz se echó el capote a la espalda para firmar un quite por gaoneras muy aplaudido. No brindó el extremeño que, en los terrenos de adentro, comenzó su faena por estatuarios. La continuó en el tercio. Una serie con la izquierda fue de lo poco estimable que consiguió sacar de un toro muy soso, que acortó el recorrido de mitad de faena en adelante. La estocada hizo guardia y tuvo que acabar con el descabello, acertando al segundo golpe. Silencio.
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Plaza de toros de Murcia
Corrida de toros. Día de la Romería. Tercer festejo de abono. Lleno de «no hay billetes» en tarde calurosa, mitigada por una suave brisa. -
Seis toros de Victoriano del Río:
Corrida deslucida, salvo el tercero que sirvió. El segundo se dejó, no tuvo clase el lote de Talavante, genio sacó el quinto y manso fue el sexto. -
Talavante,
de nazareno y oro, silencio y ovación con saludos. -
Paco Ureña,
de coral y oro, dos orejas y silencio -
Roca Rey,
de azul noche y oro, dos orejas y silencio. -
Paco Ureña y Roca Rey
salieron a hombros.
Con dos faroles saludó al cuarto Talavante. «Amante» se llamó el toro que Alejandro brindó al respetable. Llegó sin definir el astado al último tercio. Le faltó clase al animal y le costó al torero levantar su tarde, lo que consiguió a medias cuando, en terrenos de sol, firmó dos series con la derecha en las que consiguió hilvanar los muletazos. Enterró la espada al tercer intento y saludó una cariñosa ovación, mientras que el toro fue pitado en el arrastre.
De lo mejor de la tarde fue la entrega y pureza con la que asumió Paco Ureña su primera actuación. El de Lorca observó como después de mecer la capa en tres verónicas bien compuestas salió de najas el segundo de la tarde, huyendo de las telas. Se vino arriba el astado en un gran puyazo de Cristian Romero, que echó el palo por delante y midió el castigo con el caballo apoyado en los cuartos traseros por el empuje de la res. El quite por gaoneras, rematado con la revolera y la brionesa, tuvo chispa. Brindó al público y, desde los medios, citó con el toro en tablas para comenzar con dos pases cambiados por la espalda que pusieron la plaza en ebullición. Le faltó al toro un tranco más al final de cada embestida para que Ureña pudiera dar más profundidad a los muletazos, pero su nobleza le sirvió al de Lorca, que entendió perfectamente el toro que tenía delante, sin exigirle por abajo al de Victoriano en los primeros compases para apretar en un intenso final de faena, de enorme entrega y respuesta en el tendido, acortando distancias. Puso broche a su actuación con unas bernadinas de total ajuste. Como se volcó sobre el morrillo en el volapié y el toro cayó rápido se pidieron con fuerza las dos orejas que ya en su primero le aseguraba la salida a hombros.
Embistió sin clase el quinto al capote de Ureña, con el público despistado por la intervención de la policía en el tendido de sol. Cambió el tercio Paco con una sola puya. No brindó e inició su faena alargando las embestidas en muletazos con la pierna arqueada cerrados con una trinchera. Se movió el toro en los primeros compases de faena y pareció mejor de lo que era en las tandas de derechazos del lorquino, que arriesgó con mucha entrega al natural. En esa segunda fase de faena, el toro acortó las embestidas y sacó mal genio. Tenía la oreja en la mano, pero pinchó en dos ocasiones antes de una estocada caída, lo que le impidió redondear su tarde.
Con el tercero, le puso Roca Rey variedad al quite, en el centro del anillo, en una mezcolanza de chicuelinas y tafalleras, una de ellas cambiando el viaje del toro en el último momento, rematando con la revolera. Brindó el del Perú al respetable y clavó las rodillas en el albero para comenzar su faena con dos pases cambiados por la espalda, seguidos de un molinete y el de pecho. Espectacular inicio, aclamado por el gentío que llenó la plaza. En las afueras fue desgranando series ligadas con la derecha, de mucho temple, rematadas con majestuosos pases de pecho echándose al animal por delante. Cuando empezaba a tener consistencia el toreo al natural sufrió un desarme. Volvió a la diestra y por ese pitón le respondió el toro, el más potable del encierro, a una exigente tanda ligadísima. La mejor de su larga faena, que finalizó en la corta distancia, con el matador metido entre los pitones. Marcó los tiempos en un excelente volapié, dobló pronto el de Victoriano y cayeron las dos orejas.
Colocó bien la cara «Frenoso» en el saludo de capa de Roca Rey. Sin embargo, ese sexto salió huyendo del caballo. Brindó al matador de toros murciano Pepe Soler. La faena estuvo marcada por la mansedumbre de la res, que buscó descaradamente la querencia. Allí, en tablas, bajo el tendido de sol, le dio fiesta Andrés llegando mucho a la grada a base de aprovechar las querencias, exprimir al toro en redondo y adornar las entradas y salidas de las tandas con recursos como molinetes, arrucinas y circulares que levantaron a la gente de los asientos. Tanto duró la faena que sonó el aviso sin que llegara a entrar a matar. Un altercado en la grada hizo que se alargara aún más la suerte suprema. Hubo público revoltoso y la merienda hizo de las suyas. El pasarse de faena ocasionó que el toro quedara andarín y que el peruano tuviera que entrar a matar al paso. Puso fin con el descabello y lo que iba para oreja quedó en nada. Feo estuvo el lanzamiento de almohadillas al ruedo por parte del público, en una muestra de falta de educación taurina, con los toreros aun en la arena. Lo que tienen las tardes de aluvión.

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Enlace de origen : La entrega de Ureña y Roca Rey salvan la corrida de la Romería