
Jimmy Kimmel ya no es solo uno de los humoristas más importantes de la televisión estadounidense de todos los tiempos, presentador de los Oscar en … tres ocasiones y una de las Cien Personas Más Influyentes del Mundo, según la lista de la revista ‘Time’. Es, también, un símbolo de la libertad de expresión, de la censura del presidente Donald Trump y de la extorsión económica a la que el presidente somete a las grandes empresas e instituciones para que purguen a sus críticos.
La fulminante cancelación de su show, Jimmy Kimmel Live, el miércoles, llegó unas horas después de que el presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC en inglés), Brendan Carr, quien llegó al cargo con el apoyo de Elon Musk, amenazase públicamente a la cadena Abc con retirarle la licencia si no despedía a Kimmel. «O sea, podemos hacer esto por las buenas, o las empresas pueden encontrar la manera de cambiar su conducta, de tomar medidas, francamente, contra Kimmel, o la FCC va a tener trabajo adicional por delante», declaró Carr.
Al quite de esa señal, las cadenas conservadoras de emisoras locales como Sinclair Broadcasters y Nexstar, cercanas al presidente Donald Trump y su movimiento de Make America Great Again (MAGA), agradecieron públicamente sus declaraciones y cancelaron la emisión del programa de Kimmel. Ambas cortejan a la FCC para que acelere la desregulación del sector y elimine el tope legal del 39%, que les impide expandirse por encima de ese porcentaje para evitar la concentración de medios. Nexstar busca la aprobación de la FCC para la adquisición de Tegna, en una fusión sin precedentes de 6.200 millones de dólares, con la que crearía una empresa que llegaría al 80% de los hogares estadounidenses.
Antes de que llegara la noche, los más altos ejecutivos de Disney, propietaria de Abc, anunciaron a Kimmel la cancelación de su programa, que Trump celebró en las redes sociales. «¡Grandes noticias para EEUU!», aplaudió el presidente al criticar despectivamente los ratings de la estrella televisiva a la que lleva tiempo atacando. La campaña contra Kimmel se ha acrecentado desde que el Gobierno norteamericano se cobró otra víctima, el humorista Stephen Colbert, al que también cancelaron su programa por sus posturas contrarias a Trump. «Enhorabuena a Abc por tener finalmente el valor de hacer lo que tenía que hacer», dijo el presidente. «¡Espero que yo haya jugado un importante papel en ello!».
Abc ya había cedido antes al chantaje de pagarle 16 millones de dólares para su Biblioteca presidencial, como parte del trato para cerrar una demanda por difamación que pudo haber litigado a más bajo coste en los tribunales. El presidente atacaba al presentador George Stephanopoulos por haber dicho en antena que era culpable de violación en el caso de la periodista Jean Carroll, cuando en realidad solo había sido condenado por abusos sexuales y difamación. Una diferencia técnica en el estado de Nueva York, donde se llevó a cabo el juicio civil. «Eso es lo que pasa cuando se cede a una extorsión, el que se ha salido con la suya vuelve a por más», observó este miércoles Jeffrey Toobin, analista legal de CNN.
«Mucho odio en el corazón»
La víspera, cuando un periodista de la cadena en Londres preguntó al presidente por la persecución de la libertad de expresión de su fiscal general, el mandatario contraatacó con una amenaza. «A lo mejor vamos a por gente como tú, que me tratas tan injustamente. Llevas mucho odio en el corazón», le advirtió. «Tu cadena me acaba de pagar 16 millones de dólares como forma de subsanar el discurso de odio. A lo mejor tendrían que ir a por ti», añadió.
El motivo oficial por el que Disney ha suspendido el programa de Kimmel es lo de menos. La muerte de Charlie Kirk está siendo usada como un arma para silenciar a los críticos del gobierno y justificar su campaña de represión sobre la «izquierda radical», a la que acusa de proporcionar la narrativa que condujo a ese asesinato. No hay ninguna evidencia de que el chico de 22 años que lo perpetró estuviera influenciado por nadie más que su propia experiencia como estudiante en Utah y su relación con una pareja masculina, que transicionaba de género.
Ese oportunismo para explotar el crimen es lo que criticaba Kimmel con una frase que, en palabras de la compañía matriz, «cruzó la raya», decía el escueto comunicado. «Hemos tocado nuevos mínimos este fin de semana con la panda MAGA tratando desesperadamente de presentar al chico que asesinó a Charlie Kirk como cualquier cosa menos uno de los suyos, y haciendo todo lo posible por sacar rédito político de ello», dijo Kimmel en su monólogo. El presentador admite que no fue una frase afortunada y planeaba disculparse esa noche, antes de que fuera abruptamente despedido.

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Enlace de origen : La censura de Trump a los humoristas críticos se cobra el 'late show' de Jimmy Kimmel