Ballesta, un Parrandbolero más en La Condomina

Ballesta, un Parrandbolero más en La Condomina

Viernes, 19 de septiembre 2025, 22:00

No eran ni las seis y media y la banda de música dio varias vueltas al ruedo, con qué alegría y con qué ímpetu, en la corrida del 1.200 aniversario de la fundación de la ciudad de Murcia, con el graderío más escaso de lo que va de Feria taurina. Y no había quedado mal el cartel diseñado por Ángel Bernal para esta celebración especial: Miguel Ángel Perera, Paco Ureña y Daniel Luque. «Si el sábado da la tarde el Castella, quizás iremos a verle también a Abarán»; «A Perera le tiras la muleta allí, y cuando viene el toro aquí él ya lleva media hora toreando»; «Manzanares está echado atrás y el día de la cogida en Murcia estaba atontado»… A poco que ponga uno la oreja aprende cosas, en La Condomina hay aficionados muy atentos y otros que no miran nunca donde dicen que aparece, aunque sea en forma de destellos, el arte. Dos puros de Vasco da Gama salen de un bolsillo y acaban en otro. Hay deudas que se pagan muy bien.

Este viernes iba a salir al ruedo un toro de El Parralejo de 485 kilos. Más pequeño que los que echaron el domingo en la novillada. Diego Vera, veterano cronista taurino, moratallero como el que más, justo se perdió la novillada por culpa de la recogida de almendras. ¡Hay cosas importantes! Vino con un amigo de Moratalla y su hijo, ambos Luis Egea de nombre, de la peña El Zaque.

«Diego Vera es un tipo extraordinario y en Moratalla es una institución, algún día lo haremos Hijo Adoptivo», prometían. Nadie entraría a discutirlo. Diego es, por encima de todo, el ser más afable donde los haya. En Moratalla hay tradición de encierros, como se sabe, y Diego podría haber alquilado los céntricos balcones de su casa, «alguna vez me han dicho que podría ganar 3.000 euros, ¡cómo son las cosas!». Ya lo sabe todo el mundo, que nadie diga que nunca se dijo: la casa de Diego Vera en Moratalla es el mejor lugar para ver la carrera de novillos desde las alturas.

Cuando vio a Paquirri

El percusionista Miguel Ángel Orengo es uno de los miembros de los Parrandboleros que ayer tuvo la suerte de ver la corrida desde el burladero del alcalde de Murcia, José Ballesta. Tocaba Orengo de crío en la banda de Guadalupe, entre los 6 y los 12 años, y un día vio a Paquirri, entre otros grandes. Decía que hay momentos de su vida como ese que no se pueden olvidar. Se ha casado «con una bastetana» y este año ha estado más en la feria de Baza que en la de Murcia. Orengo quedó fascinado por lo vivido en la niñez y por la estética de la fiesta nacional, de modo que en una plaza es muy feliz. Ojo a su collar de oro, de grosor considerable, del que cuelga una conga maciza hecha en la joyería-taller Patri.

Al músico le gusta tanto el subproducto [«la ternera me vuelve loco»] que cómo no iba a estar en su salsa en La Condomina. Por cierto, los Parrandboleros creen que habría que hacer un arreglo para banda del pasodoble dedicado al Club Taurino de Murcia.

También estaban entre los acompañantes de Ballesta Pepe ‘Trombón’, José Luis El Rulo y Manuel Manjón, el médico alergólogo que comanda esta agrupación tan señera de la música romántica, los amigos murcianos del célebre compositor Armando Manzanero. Ballesta, por cierto, también ha grabado con los Parrandboleros un tema y es buen conocedor de sus sones.

La madre de Ramón Avilés

Carmenchu, la mujer de Alfonso Avilés, presidente del Club Taurino de Murcia y madre del periodista Ramón Avilés, decía que está abonada muchos años a la Feria de Murcia, y cuando se cansa de tanta bravura le pide a sus hijos que vayan en el lugar de ella. No podía dejar de ser taurina, que nadie sospeche lo contrario. Avilés parecía tan sediento que solo «una Palomica» podía saciarle. Perera estuvo en su primero más tiempo esperando a que cayera el toro que toreando. Alguien tiene que decir algo bueno de los areneros y muleros del coso de La Condomina, qué fundamental es el trabajo que hacen y qué bonito resulta ver lo sincronizados que trabajan. Las banderas de España sobre las mulas estaban más animadas que muchos aficionados.

¿Qué más se puede contar? Pues que Emilio Morales, corredor de arte, arrocero y crítico por naturaleza, dedicó tres años intensos de su vida a gestionar plazas de toros. «Hace 20 años que me retiré de la corrida de los martes, la de la Romería. Es que no soporto a la gente maleducada y borracha. Porque la gente sigue siendo 20 años después igual de maleducada y de borracha». Por cierto, Morales vio ayer solo la corrida, sin nadie alrededor, porque tampoco soporta que le estén diciendo todo el rato cómo están el toro y el torero. Vio entonces que Ureña toreó descalzo, igual que en su día vio a Manzanares padre cuando éste era todavía novillero. Ha llovido tiempo ya.

Y vaya otra felicitación, esta vez a la Banda de Música, que en manos de Félix San Mateo, dio todo lo bueno que tenía: ¡Olé! Eran poquitos, si bien eran los más animados este viernes en el coso, insisto. Qué temple Ureña colocándose ante su primero sin miedo. «¡Eso sí es valentía!», valoraba una fan de pipas Grefusa. Vino a morir el segundo delante de ella, derramando bastante sangre, por cierto, y ni con esas interrumpió los perfectos lanzamientos de cáscaras con efecto. No me la quiero imaginar viendo un beso entre hombres en ‘El cautivo’ de Amenábar.

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