Los 106 testimonios que ofrece Fernando Belzunce (Pamplona, 1976) en ‘Periodistas en tiempos de oscuridad. El compromiso inquebrantable con la verdad en la era de … la desinformación’ (Ariel, 2025), con prólogo de Sergio Ramírez (Premio Cervantes), demuestran que la teoría y la práctica en el ejercicio del periodismo no siempre van de la mano, pero tienen que dársela forzosamente si queremos «una prensa más ética, transparente y cercana a la sociedad». El director editorial de Vocento, grupo al que pertenece LA VERDAD, entrevistó a colegas de profesión de decenas de países, en un intento de obtener una representación lo más aproximada posible a la realidad de la profesión. Encontramos una pléyade de voces ciertamente abrumadora: ganadores del Nobel y del Pulitzer, directores de medios de comunicación nacionales e internacionales, novelistas, ensayistas, estrellas de la comunicación, influyentes firmas de opinión, corresponsales, reporteros de guerra, periodistas exiliados, verificadores y autores de grandes investigaciones. Pero también aparecen, «casi a su pesar, informadores humildes y discretos, tan importantes como los anteriores, que merecen ser descubiertos, al igual que profesionales orientados a la innovación, la transformación digital, el diseño o los negocios. Todos ellos son referentes».
¿A qué obedece este interés de Belzunce en compilar todas estas voces? Él mismo lo explica en la introducción: el periodismo navega en un «vertiginoso proceso de cambios» que tienen impactos de calado en la información «y en la buena salud de las democracias».
Veneración a Aleksiévich
Los testimonios recopilados por Belzunce aparecen relatados por los entrevistados en primera persona, en un ejercicio de veneración del autor a Svetlana Alexiévich, escritora y periodista bielorrusa que ganó el Nobel de Literatura en 2015 gracias a obras monumentales como ‘Voces de Chernóbil’, ‘Últimos testigos’ y ‘El fin del homo sovieticus’. Precisamente Alexiévich encabeza la relación de voces recogidas, que en una hermosa apertura cuenta que su trabajo consiste en «rescatar el tiempo perdido, y no solo el que se pierde a través de los medios de comunicación, sino también el que desaprovecha el propio ser humano». Alexiévich, que reconoce la «imposibilidad de volver a casa, a Bielorrusia», por culpa de la autocracia y la dictadura («formas de poder muy primitivas; hay un líder que manda sobre la variedad de voces y, evidentemente, de opiniones. No se contempla que exista una sola persona que piense de otra manera y, además, tenga voz»), reconoce que para ella es importante el periodismo, «sobre todo ahora, en estos tiempos oscuros, donde parece que las sociedades democráticas retroceden. Creo que los periodistas son los que luchan y salvan la democracia». El aval de la reportera bielorrusa para este volumen confirma la nobleza de los fines: «Su propósito de escribir este libro es muy importante».
‘Periodistas en tiempos de oscuridad’

Oscuros grupos de interés
Reconocemos voces que comparten el origen de su pasión, que reflexionan sobre «una profesión a veces idealizada que se da continuamente de bruces con la realidad» y sobre los ataques a los medios, «tan recurrentes y normalizados en los últimos tiempos, una señal inequívoca de que vivimos en tiempos de oscuridad». Están aquellos que estuvieron en el origen del negocio de internet, el mismo que ha abierto, según Belzunce, las puertas a la «desinformación, manipulación, polarización, abusos de los algoritmos y monopolios tecnológicos», y también quienes en medio de las reglas del negocio digital velan por la independencia sin olvidar la rentabilidad. El maremágnum es considerable.
Belzunce recuerda que el caso Cambridge Analytica «denunció ante el mundo el inmenso poder de la manipulación que podían obtener oscuros grupos de interés a través de las redes sociales. Internet, el sueño de Goebbels, se ha convertido en un arma expansiva de desinformación. Porque una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad y el sistema de incentivos en las redes multiplica su impacto. Se trata del mayor ataque global contra la democracia jamás conocido. Los periodistas, especialmente mujeres, son perseguidos y atacados a escalas terroríficas por delatarlo».
Carole Cardwalladr, periodista que destapó el caso ‘Cambridge Analytica’ [datos privados de millones de usuarios de Facebook fueron utilizados sin su consentimiento para manipular psicológicamente a los votantes en las elecciones de EEUU de 2016 en las que resultó electo Trump], habla por todos: «Parece mentira que una información tan importante para la cultura del periodismo, para las sociedades, para la democracia, me haya dado tantos problemas. No ha sido fácil. Ha sido periodismo de muy alta calidad, pero, de alguna manera, las sociedades no están preparadas para eso. Esto ha tenido un impacto absolutamente psicológico y físico en mí. De hecho, apenas estoy empezando a recuperarme».
El negocio de la polarización
Como conclusión Belzunce argumenta que el concepto de verdad se ha desvirtuado «y, en muchos casos, incluso los hechos se cuestionan» porque, añade, «populistas políticos y organizaciones en la sombra recurren a la estrategia de la confrontación y arrastran a ciudadanos que quieren creer falsedades porque sustentan sus ideas». Los lectores de este libro deben tener el subrayador bien a mano: «La polarización es un modelo de negocio y algunos periodistas han entrado en él. Las redes sociales son en verdad más redes emocionales. Las personas son mucho más que sus ideas». Es cierto que el periodismo fue siempre «una profesión innovadora», insiste el compilador de los testimonios, y también es posible encontrar «cotas de calidad nunca vistas» tanto en las nuevas narrativas como en el uso de la tecnología. «Internet es un lienzo en blanco para la creatividad, con posibilidades infinitas que hay que explorar». Frente a la dictadura del algoritmo, frente a la inevitable «revolución cultural» en marcha, la llamada «transición digital», el libro recoge todo un despliegue de demostraciones de que el buen periodismo es posible y está al alcance. Dice Rosa María Calaf, que fue corresponsal de RTVE en EEUU, Moscú y Buenos Aires, que la ciudadanía no se da cuenta de que necesita el periodismo, y echa de menos la veterana reportera que hoy los matices hayan desaparecido, que todo sea blanco o negro.
Merece la pena llegar hasta el final para ir asimilando las reflexiones de profesionales con trayectorias y experiencias extraordinarias como Martín Caparrós, Jorge Fernández Díaz, Ann Marie Lipinski, Rosental Alves… Según Martin Barron, este «es el momento más importante para hacer periodismo». Hay que intentarlo. Por muy precarizada que esté la profesión.

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