
María conoce de cerca el miedo. Esta vecina de Murcia (que utiliza un pseudónimo para proteger su identidad) es una de las víctimas de … malos tratos de la Región que, a día de hoy, se encuentran protegidas con las 207 pulseras antimaltrato activas en la Región. Un dispositivo que le ha acompañado en diversas etapas desde que decidió en septiembre de 2021 plantar cara a la violencia que la atenazaba y que, remarca de antemano, le da la seguridad necesaria para seguir adelante. María denuncia, sin embargo, que el pasado junio un problema de cobertura provocó que durante dos días y medio el centro Cometa, que se encarga de la supervisión del sistema, no pudiera localizar a su agresor y comprobar que su seguridad no estaba en peligro. «Me dijeron que él estaba fuera de cobertura y que llevara cuidado, que tratara de estar acompañada y no salir de casa», recuerda. «Sentí pánico».
La historia de maltrato de María arranca en 2019 y aún, a día de hoy, la acompaña en su día a día. «Él me pegaba y yo acababa pidiéndole perdón por haberle provocado», lamenta. El pasado mes de abril, explica, su agresor tendría que haber ingresado en prisión, pero un juez decidió finalmente que se le concedería la libertad con el requisito de que, durante los próximos dos años, no se acerque a menos de 500 metros de la que fue su pareja. Para controlar esta medida al hombre se le colocó en la muñeca o el tobillo una de estas pulseras. A la mujer se le proporcionó un teléfono inteligente –«que pesa muchísimo»– que alerta en el caso de que el hombre se acerque a ella quebrantando la prohibición de aproximación. Gracias a este sistema la víctima puede recibir notificaciones en su teléfono y hacer videollamadas, enviar imágenes y lanzar un mensaje de alerta al centro de control, que activará rápidamente a la Policía Nacional. Todo un servicio que, reconoce María, junto a la mano tendida que para ella supone el servicio de Protección de la Unidad a la Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional, la ayuda a sobrellevar el miedo con el que sigue batallando día a día.
Esta red de protección no está exenta, sin embargo, de algunos obstáculos. En el caso de María, ella reside en un barrio de Murcia y su agresor en otro que se encuentra bastante cercano. Dado que el sistema emite una alerta cada vez que alguno de los dos incumple ese necesario distanciamiento de 500 metros, los avisos son constantes. «Enseguida pita. A veces estoy en casa y empieza a pitar. O voy conduciendo por la autovía y me pita».
«Enseguida pita. A veces estoy en casa y empieza a pitar», relata María. «O voy conduciendo por la autovía y me pita»
Cada vez que salta una de estas alertas, explica María, los empleados del centro Cometa se ponen en contacto telefónico con ella para interesarse por su estado, saber si necesita el envío de una patrulla… «Es un rollo pero me vale más la protección», remarca.
Esta vecina ya ha adaptado su rutina diaria a los entresijos de esta tecnología. Cuando tiene que tomar un autobús en la estación de la capital, por ejemplo, es consciente de que el sistema posiblemente emita una alerta dado que su expareja reside cerca. «Llamo con antelación para avisar al centro», relata. «Ellos me dicen que no tengo por qué hacer eso pero por mi tranquilidad mental doy un rodeo». Un día a la semana acude a clases de pintura en un centro que, explica, por su ubicación se encuentra en un radio menor de 500 metros respecto al domicilio de su agresor. «En las tres horas que estoy allí me están llamando contínuamente para ver si todo va bien y si necesito que una patrulla me acompañe a casa», relata. En términos generales, remarca esta mujer, el dispositivo ofrece una «protección máxima que es maravillosa».
Esta vecina de Murcia remarca que, más allá de los problemas técnicos, el sistema ofrece una «protección máxima que es maravillosa»
En los años que lleva protegida con estos dispositivos, sin embargo, María ha tenido que hacer frente a varios problemas de cobertura que hicieron disparar las alarmas. El último se produjo, explica, un viernes del pasado mes de junio cuando, a las 7.45 horas de la mañana, recibió una llamada directamente de la Policía. «Me dijeron que estaban registrando un problema en el sistema y que intentara salir lo mínimo y no ir sola», relata. «Yo no sabía lo que pasaba. El corazón se te acelera».
La incertidumbre acompañó a esta mujer durante todo el fin de semana hasta que el centro Cometa pudo confirmarle que la situación ya había vuelto a la normalidad. «Llamé 34 veces en dos días y medio», reconoce. «Iba andando por la calle y mirando para todos los sitios. Fue un sufrimiento». El lunes al mediodía, asegura, supo finalmente que el altercado se había debido a una rotura del aparato de su expareja que ya estaba solucionado. «No sé cómo un agresor puede estar dos días con el aparato sin funcionar», lamenta. «Lo que me gustaría es que esto no le vuelva a pasar a ninguna mujer porque el sufrimiento no se puede medir».

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Enlace de origen : Una víctima protegida con pulsera en Murcia: «Me dijeron que él estaba fuera de cobertura y sentí pánico»