Con la urgencia de un país menguante, que se enfrenta a lo que un comité independiente de la ONU llama «genocidio en marcha», los líderes … del mundo se reunieron este lunes para dar forma legal a ese Estado antes de que desaparezca y preservar así «el único camino posible a una paz justa y duradera entre israelíes y palestinos», dijo el secretario general de la ONU, António Guterres, en la Conferencia de Alto Nivel para la Solución Pacífica de la Cuestión Palestina y la Implementación de la Solución de los Dos Estados.
«Ha llegado la hora de la paz, porque estamos a unos momentos de que sea demasiado tarde», advirtió el presidente francés, Emmanuel Macron, al inaugurar la ristra de reconocimientos del Estado palestino. «Unos dirán que es demasiado tarde, y otros que demasiado pronto, pero ya no podemos esperar más», insistió.
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Hacía falta algo más que palabras de urgencia: «Por eso declaro hoy que Francia reconoce el estado de Palestina», dijo solemne. El aplauso hizo retumbar el histórico edificio de la Asamblea General de la ONU. «Este reconocimiento es una derrota del estado de Hamás», matizó el presidente galo, al rebatir de antemano las críticas a las que se enfrenta.
Francia y Arabia Saudí, copresidentes del encuentro, bajo la mirada del secretario general de la ONU, buscan dar un giro decisivo a un conflicto que ha desangrado Oriente Medio durante más de siete décadas y alcanza estos días cotas de horror abismales. El objetivo explícito es pasar de las resoluciones simbólicas a los compromisos prácticos, partiendo del reconocimiento formal del Estado palestino por media docena de potencias occidentales.
«Nuestro mundo en guerra clama por paz. Debemos silenciar las armas. Poner final sufrimiento»
António Guterres
Secretario general de la ONU
«Si queremos aislar a Hamás, el proceso de reconocimiento y el plan de paz que lo acompaña son una condición previa»
Emmanuel Macron
Presidente de Francia
Guterres describió un escenario «intolerable, que se deteriora por horas», y advirtió de que la única salida posible es la coexistencia de dos Estados «independientes, soberanos y democráticos» sobre las líneas previas a 1967, con Jerusalén como capital compartida, de acuerdo con la legalidad internacional y las resoluciones de Naciones Unidas.
Israel también lucha contrarreloj frente a este «circo», avisó su embajador, Danny Dalon, pero con el objetivo de acabar con todo lo que huela a Hamás antes de que la presión del mundo tuerza la mano de su único aliado, EE UU. El pasado viernes, por sexta vez desde el 7 de octubre, tuvo que utilizar su derecho a veto en el Consejo de Seguridad para impedir que se aprobase una resolución que ordene el alto al fuego inmediato, así como la liberación de todos los rehenes.
Macron se dirigea la sede de la ONU con la delegación francesa.
AFP

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, calificó la reunión en la que su país no participa de «más palabrería». Eso dirá este martes el presidente Donald Trump al abrir la 80º Asamblea General de la ONU demandando «más acción» de sus amigos y aliados. Pero la realidad es que, con el reconocimiento de Francia y el Reino Unido, EE UU es ya el único país del Consejo de Seguridad que se opone a la creación del Estado palestino. El Gobierno de Washington no puede estar más solo en el mundo. Incluso Alemania e Italia, que se resisten a dar ese paso, han firmado la Declaración de Nueva York que defiende la solución de los dos Estados como la única salida a un conflicto que ya ha puesto nombres y apellidos a más de 65.000 cadáveres palestinos.
Situación «inaceptable»
Guterres reiteró su condena de los atentados del 7 de octubre de 2023 cometidos por Hamás y el secuestro de rehenes, pero también fue categórico al rechazar el castigo colectivo. «Nada puede justificar que se esté diezmando sistemáticamente Gaza, ni el hambre de la población, la muerte de decenas de miles de civiles, en su mayoría mujeres y niños, y de cientos de trabajadores humanitarios», insistió. Una situación «moralmente, legalmente y políticamente inaceptable», denunció el secretario general de la ONU, que intenta mantener la equidistancia entre el horror generalizado y la amenaza del Ejecutivo de Trump a su organización.
«La ONU tiene varios órganos, y el papel del secretario general es estar alineado con ellos», justificó la semana pasada, acosado durante una conferencia de prensa preparatoria para esta Asamblea General, en la que se cuestionó desde su papel en la historia a la existencia misma de la organización que cumple 80 años. «La ONU es mucho más que el Consejo de Seguridad», zanjó.
Como órgano dedicado a promover la paz y el diálogo para evitar la guerra, el propio diplomático luso se pregunta «cómo es posible que en el siglo XXI» sea aceptable la «ocupación perpetua, la discriminación y la subyugación» del pueblo palestino. El reconocimiento de ese Estado no es, como opinan EE UU e Israel, «una recompensa» a los terroristas de Hamás. Por el contrario, «negarlo sería un regalo a los extremistas de todas partes», porque sin la solución de los dos Estados «la radicalización se extenderá por todo el mundo», advirtió.
Estados Unidos desplegó un fuerte control de seguridad en la ONU.
AFP

La única salida posible es aprovechar esta conferencia para que sirva de «catalizador» e impulse «progresos irreversibles» hacia el fin de la ocupación ilegal y la materialización de «la única vía creíble hacia una paz justa y duradera». Para Francia y Arabia Saudí, hay más en juego. París aspira a recuperar un protagonismo diplomático que le devuelva influencia en Oriente Medio, mientras que Riad busca reforzar su perfil de mediador tras los acuerdos de normalización con Israel y sus propias tensiones con Irán.
A la luz de los focos está también la transformación de Macron, que ha pasado de ser un aliado de Israel a liderar la respuesta a su masacre en Gaza, pese a la oposición de una serie de intelectuales y empresarios judíos, como Bernard-Henri Lévy, que han intentado convencerle de que no es el momento adecuado. El presidente galo tomó la decisión después de arrancar varios compromisos a Mahmud Abás, como renovar la Autoridad Palestina, convocar elecciones y apartar a Hamás.
Los dos Gobiernos coincidieron en señalar la conferencia como «punto de inflexión» para transformar declaraciones en compromisos tangibles, con la meta de lograr reconocimientos adicionales del Estado palestino y coordinar apoyos financieros y políticos para su viabilidad.
Aunque nadie en la ONU se hacía ilusiones de que esta cita pudiera poner fin inmediato a la guerra en Gaza, el encuentro sirve para medir la voluntad política de los Estados miembros y marca el tono de una de las Asambleas Generales más definitorias en la historia de Naciones Unidas por el contexto en que se desarrolla.
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Una reunión trascendental
El cónclave permite testar la debilidad de la organización
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Pocos avances. La ONU abrió su Asamblea General con el recordatorio de que es el 80º aniversario de la institución nacida en 1945 de un mundo en cenizas para salvaguardar el progreso, la seguridad y los derechos humanos. La efeméride es muy importante, pero a los socios les pilla en horas nada festivas. Con dos grandes guerras en marcha, la sombra de la crisis presupuestaria, una burocracia interna grande y el protagonismo creciente de las superpotencias, el cónclave testa si Naciones Unidas es aún un valor trascendente en la geopolítica mundial. Si el año pasado la sensación fue que la ONU se enfrentaba a su propia debilidad, la situación no ha mejorado. Resulta significativo que las mismas contiendas devastadoras que se pusieron sobre la mesa en 2024 presiden la agenda actual. Los desafíos climáticos y los objetivos derivados de la Cumbre del Desarrollo tampoco han progresado.
El año en el que Arafat habló del fusil y la rama de olivo
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Cita histórica. Muchos comparan esta Asamblea con la histórica cita de 1974 en la que el líder palestino Yaser Arafat, vestido con uniforme militar, pronunció su famoso discurso: «Vengo con el fusil del combatiente de la libertad en una mano y la rama de olivo en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano».
El Reino Unido y Francia instan a Netanyahu a no tomar represalias
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También Arabia Saudí. Los ministros de Exteriores del Reino Unido y de Francia, Yvette Cooper y Jean-Noel Barrot, respectivamente, advirtieron este lunes al Gobierno de Israel que no tome represalias ante la cascada de reconocimientos internacionales que se están haciendo sobre el Estado palestino. El aviso se produce después de que el primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, dijera que su respuesta será la ampliación de los asentamientos ilegales de colonos en Cisjordania. También Arabia Saudí comunicó al Ejecutivo de Tel Aviv que habrá «implicaciones importantes en todos los campos» si anexa cualquier parte del territorio cisjordano. Aunque Riad no precisó cuáles serían esas consecuencias, se da por hecho que la primera será cerrar su espacio aéreo a los vuelos israelíes y suspender la normalización de relaciones.
Zelenski espera amarrar las «garantías de seguridad» para Ucrania
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Invasión. La guerra en Ucrania ocupa un lugar muy importante en esta Asamblea General. El presidente de la exrepública soviética, Volodímir Zelenski, llega al cónclave con la intención de mantener múltiples contactos diplomáticos y amarrar las «garantías de seguridad» para su país después de la invasión. Es muy probable que Zelenski celebre una reunión con el presidente de EE UU, Donald Trump, en el marco de la cumbre, a la que expondrá también la necesidad de que el conjunto de Europa «haga frente a la amenaza de los drones rusos». Por parte de Moscú, la delegación que viaja a Nueva York está encabezada por el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, que hablará en la sesión del próximo sábado. También está previsto que se reúna con el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, para abordar «asuntos bilaterales y multilaterales».
El nuevo reto de racionalizar las operaciones
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Capacidad. La Asamblea de este año incluye debates sobre las sanciones a Irán, el clima y los objetivos de desarrollo sostenible, además de la reforma de la capacidad operativa de la ONU, una agenda que pretende racionalizar sus actividades y reafirmar la relevancia de la organización en el mundo.
La organización encara su propia ‘recesión’ económica
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Fondos a la baja. Los funcionarios de la institución aguardan con interés el discurso de Donald Trump para intuir si Estados Unidos aumentará su contribución a las arcas de la ONU. Desde que el 24 de enero Washington anunció una «pausa» en la ayuda exterior, Naciones Unidas ha entrado en ‘recesión’, un proceso alimentado además por la apatía de otros patrocinadores de largo recorrido. China, Japón y la Unión Europea no han aumentado sus aportaciones y otros gobiernos esperan a hacerlas efectivas lo más tarde posible debido a sus propios problemas presupuestarios. La secretaría general ha debido meter la tijera y practicar «los peores recortes financieros» en sus planes humanitarios para 2025. El presupuesto ordinario en este ejercicio asciende a 3.760 millones de euros.

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Enlace de origen : Macron anuncia el reconocimiento del Estado palestino porque «ha llegado la hora de la paz»