
Ha visto y oído más de lo que quisiera Javier Soria (Murcia, 1993), un enfermero que lleva trabajando desde 2021 con Médicos Sin Fronteras en … alguna de las principales crisis humanitarias que han manchado de sangre el primer cuarto del siglo XXI. Acaba de regresar a Murcia tras pasar por el territorio arrasado de Gaza en 2024, y por Sudán y Chad en 2025, donde se hacinan cientos de miles de desplazados por una guerra civil que dura ya más de dos años. En Sudán, como ocurre en Palestina, las vidas de los civiles han dejado de tener valor y hasta las estructuras médicas reciben ataques. Cuando se decidió a estudiar Enfermería en la Universidad de Murcia, no imaginó que aquel primer impulso de enfocar su futuro laboral a «ayudar a las personas» le llevaría tan lejos, empezando por Yemen, Camerún, Colombia o Mozambique.
–¿Qué le motivó a trabajar en zonas de conflicto?
–Estaba en 4º de carrera y llegó la crisis de Ébola en 2014-2015, que afectó a varios países de África. Era una enfermedad que yo prácticamente no conocía y me avergonzaba. Decía:«¿Cómo no sé lo que es eso?» Vi que Médicos Sin Fronteras trabajaba desde hacía muchísimos años con el Ébola y empecé a esforzarme por conseguir el currículum para poder entrar en la organización.
–¿Cómo fueron los inicios?
–Cuando llegué a mi primer proyecto en Yemen, lo yo que creía que había, después de hablar gente que había trabajado en la zona, no era nada comparado con la realidad que encontré. Me impactó mucho, pero también descubrí que me gustaba mucho el trabajo y entendí lo importante que era.
–¿Qué le marcó especialmente?
–Yemen llevaba ya aproximadamente siete años en guerra y que estaba devastado. Y una cosa que se me quedó grabada entonces, y que luego, desgraciadamente, ha sido algo recurrente en otros sitios, como más recientemente en Sudán o en Gaza, fue encontrar niños malnutridos. Es algo a lo que no puedes acostumbrarte. Teníamos hospitalizados a unos 90 o 100 niños por malnutrición severa. Yeso no se olvida.
–¿Qué encontró en Gaza?
–Nunca había visto nada igual hasta que llegué allí. Todo lo que se ve por la televisión o los medios se queda corto. A día de hoy se estima que han muerto aproximadamente 65.000 personas, de las que 20.000 son niños. Eso es como la población de Caravaca o Alhama. Imagina eso en niños muertos por heridas de bala y de bomba. Nos llegaban a los hospitales continuamente niños con heridas por disparos. Nunca estás preparado para eso. Todo lo que vi me pareció terrible, extremo. Pero volví en julio y, ahora, cuando hablo con los que siguen allí, me cuentan que lo que yo viví no es nada frente a lo que está pasando ahora. Se ha extremado la limitación de suministros médicos y de alimentos, con esa mal llamada Fundación Humanitaria de Gaza, que gestiona Israel, y que es básicamente un matadero, donde la gente va a recoger alimentos y es atacada y asesinada.
Hospitales desbordados
–¿Cómo es trabajar en un hospital en mitad de una guerra?
–Es otro mundo. Cuando vas a la universidad, te forman para atender las enfermedades del día a día, accidentes de tráfico… Pero allí, estamos hablando de una atención hospitalaria copada por heridos en los ataques. No hay en la zona ningún hospital que esté 100% operativo, y están desbordados atendiendo a víctimas de disparos, de bombas, a incidentes con víctimas múltiples, y dejan de lado todo el resto de atención sanitaria. Cuando uno piensa «voy a trabajar en un hospital», no se imagina en un sitio donde solamente recibe heridos de guerra.
–Debe ser muy angustiante sufrir falta de medios para poder atender a esas personas.
–Sí, atravesamos constantemente faltas de combustible, que es súper necesario para las desalinizadoras con las que distribuir agua potable a la gente, y que es indispensable para mantener los generadores prendidos en los hospitales. Eso, sumado a los problemas de suministros médicos, dificulta mucho el trabajo.
–Gaza está en el centro del debate internacional, pero crisis como la de Sudán parecen pasar bajo el radar.
–Gaza es un conflicto muy, muy, muy agudo. Lo vemos en las imágenes. Está todo destruido. Y Sudán es un país mucho más grande, con mucha más población, con un número de afectados mucho mayor. Estamos hablando de que más de 12 millones de personas han tenido que huir de sus hogares, como todo Portugal. La situación que estamos viviendo allí también es devastadora, es una crisis humanitaria que requiere una respuesta rápida como la que urge en Gaza, pero los sanitarios no podemos parar el genocidio. Necesitamos a los gobiernos del mundo para parar esto. Que terminen con el genocidio en Gaza, y actúen con el conflicto de Sudán.
–¿Qué caso no olvida?
–Trabajamos con gente local y muchas veces, nuestros propios compañeros de trabajo son víctimas. Yo tenía un compañero que huyendo de la guerra en Sudán tuvo que presenciar cómo mataban a sus hermanos ante él. Eres un profesional e intentas que esas historias no permeen mucho en ti, pero tus propios compañeros, que son tus amigos, te cuentan este tipo de historias, y te toca. Te hace daño.
–¿Ha temido por su seguridad?
–Sí, constantemente. En Gaza, la banda sonora era el zumbido de los drones, el bombardeo constante, los disparos de helicópteros o de los mismos barcos que veíamos en el horizonte del mar. Cuando vas en el coche o te desplazas al hospital sabes que en cualquier momento puede pasar algo y, de hecho, muchísimas veces, ha caído una bomba en un lugar por el que nosotros habíamos pasado unos minutos antes. Antes parecía haber cierto consenso en que a los trabajadores humanitarios, los sanitarios o a los periodistas no se les atacaba. Pero eso ha cambiado. Lo estamos viendo en Gaza y lo estamos viendo en Sudán.
–¿Qué piensa sobre el enfrentamiento político en España a costa de Gaza?
–Que estemos concentrados en debatir la terminología de lo que está sucediendo, para mí es bastante frustrante y decepcionante. Entiendo que hay muchas cosas que se politizan, pero este tema en concreto me parece que es ajeno. Estamos hablando de vidas, de derechos humanos, y llegamos tarde. Ya han pasado casi dos años desde el inicio.
–Si pudiera hablar directamente a la sociedad española, ¿qué le pediría?
–Les pediría a todos que pensaran cómo lo vivirían si fueran ellos los que pasaran por esto. Lo que he podido ver en mi trabajo es que en este mundo hay muchos mundos, y nosotros hemos nacido en uno con muchos privilegios, con confort, con una vida muy buena. Hay gente que no ha tenido esa suerte, y no podemos mirar a otro lado, ni dejar de pedir a los estados que hagan algo, porque son ellos los que pueden parar esto.

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Enlace de origen : Un enfermero murciano en Gaza: «Nos llegaban niños con disparos. Nunca estás preparado para eso»