Trump rompe con todo: ridiculiza a la ONU, se mete con Europa por ser «permisiva» con la inmigración y cierra filas con Israel

«¿Cuál es el propósito de Naciones Unidas?», preguntó Trump con saña. «Tiene un potencial tremendo, pero lo único que hace es escribir cartas llenas de palabras duras que nunca se cumplen». Para el inquilino de la Casa Blanca, la ONU «no solo no resuelve problemas, sino que crea otros nuevos», al destinar fondos a programas de migración que calificó de «un asalto a Occidente».

El presidente de EE UU, que se atribuye haber acabado con siete guerras, no regateó palabras de desprecio hacia la institución anfitriona que, «tristemente», no le ha ayudado en nada a su trabajo. «¡Ni siquiera recibí una llamada telefónica de la ONU ofreciendo ayuda para cerrar los acuerdos!», soltó. Trump no ocultó que su rencor se remonta a sus tiempos de la construcción inmobiliaria, cuando la organización rechazó su oferta para llevar a cabo la renovación del edificio que, según dijo este martes, hubiera hecho por 500 millones de dólares «con suelos de mármol y paredes de caoba» y acabó costando entre 2.000 y 4.000 millones. «Y sin los suelos de mármol que yo les había prometido», farfulló. «Por desgracia, muchas cosas en Naciones Unidas están ocurriendo exactamente así, pero a una escala mucho mayor, muchísimo mayor. Es muy triste ver que la ONU es incapaz de desempeñar un papel productivo».

Contra los migrantes

Uno de los ataques más inauditos contra la organización -a la que luego alabaría durante su reunión bilateral con el secretario general, António Guterres- fue la acusación de que usa su presupuesto para costear el viaje de inmigrantes a EE UU: «Pensadlo bien. La ONU está apoyando a personas que entran ilegalmente y luego nosotros tenemos que sacarlas». Los 372 millones que, según el magnate, se dedican a que indocumentados se «infiltren en nuestra frontera sur» habrían sido la excusa que Trump utilizó para cortar fondos a la institución, que ha perdido más de 350 millones destinados a misiones de paz y tendrá que recortar un 20% de personal a final de año.

El líder republicano dedicó ataques a todos, aprovechando que los mandatarios del mundo le escuchaban en la sala, incluidos el Rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A todos les conminó a que adopten en su territorio la mano dura que él ha aplicado en EE UU. «No tenéis otra opción, porque vuestros países están exactamente en la misma situación con la inmigración. Está destruyendo vuestro país y tenéis que hacer algo al respecto», ordenó. Eso «y las ideas suicidas» sobre las energías renovables, advirtió, «serán la muerte de Europa occidental». «¡Y ahora vuestros países se están yendo al infierno!», remató.

Para Londres tuvo acusaciones aún más flagrantes, acusando a la capital británica de querer imponer la Sharia (la ley islámica): «Si no hacen algo inmediatamente esto no se puede sostener. Tenéis que controlar vuestras fronteras ya».

En su hora de discurso -frente a los quince minutos permitidos-, a menudo sin teleprónter, Trump tuvo rapapolvos y órdenes generales, ya que, reconoció él mismo, tenía a todos sus objetivos delante. Parte fue para los líderes europeos que compran energía a Rusia. «Me he enterado hace dos semanas y no estoy nada contento», adelantó. «¡Están financiando la guerra ellos mismos!».

En los últimos tres años la mayor parte de Europa ha reducido significativamente su consumo de gas ruso. Son precisamente los países que tienen mejores relaciones con el presidente estadounidense, como Hungría y Eslovaquia, los que más negocios hacen con Moscú dentro del Viejo Continente. El mandatario afirmó estar «totalmente preparado» para imponer duras sanciones a Rusia «si no está listo para hacer un trato con el que acabar la guerra» de Ucrania, pero advirtió de que, para ser efectivas, las naciones europeas deben primero «acabar inmediatamente con todas las compras energéticas» a los rusos. «De lo contrario, estaremos perdiendo el tiempo».

Reuniones en los márgenes

Su plan era hablar sobre el tema este martes con los líderes europeos con los que se reunió en los márgenes de la Asamblea General, entre ellos la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aunque todo indicaba que las conversaciones ya habían llegado mucho más allá de lo que había trascendido. «Seguro que están encantados de escucharme decirlo, pero esto es lo que hay. Me gusta decir lo que pienso», resolvió.

Otra guerra pendiente que quiere apuntarse para su legado de pacifista es la de Oriente Medio, donde acusó a Hamás de haber rechazado «todas las ofertas razonables». Trump acusó a «algunos de este cuerpo que buscan reconocer unilateralmente el Estado de Palestina» de estar «recompensando sus atrocidades» y cediendo a las demandas de la organización islamista para que paguen recompensas por los rehenes, que quiere ver devueltos «todos a la vez, no de dos en dos».

Volvía así a dejar claro su alineamiento con Israel, cuya delegación le aplaudió calurosamente. Su postura era, de facto, un rechazo frontal al esfuerzo diplomático que Naciones Unidas y gobiernos europeos vienen impulsando para la reactivación de la solución de los dos Estados, con una conferencia al respecto justo la víspera. No hubo ninguna referencia a la ofensiva hebrea en la Franja ni a compromisos de ayuda humanitaria.

Con todo, el mandatario afirma haberse propuesto «acabar con la guerra de Gaza inmediatamente», para lo que baraja proponer un plan de paz a los líderes de Arabia Saudí, Catar, Egipto, Turquía y Emiratos Árabes Unidos, con los que también quería reunirse al margen de la Asamblea General. «Todo el mundo dice que me merezco el Nobel de la Paz», suspiró, «pero yo solo quiero salvar vidas».