
«El bar no es sólo un local. Es el corazón que late todos los días porque aquí nos encontramos, nos reímos, celebramos y sin … él nada sería igual». Así se expresa Enrique Collada, el alcalde de El Recuenco, un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara que busca a alguien que quiera hacerse cargo del bar-restaurante municipal, el único establecimiento de hostelería de este municipio de 64 habitantes censados que en fines de semana, vacaciones y puentes festivos multiplica su población.
El local se alquila durante cuatro años prorrogables de mutuo acuerdo por 162 euros al mes (IVA incluido) y, además, el contrato establece un período de carencia de nueve meses en los cuales el arrendatario no tendrá que pagar. «No hablamos de un negocio más», apunta el alcalde de este pueblo de la España vaciada u olvidada, que invita a los interesados en su gestión a convertirse en «imprescindibles para nuestro pueblo y en ser la llave de un lugar donde siempre habrá alguien esperándote».
Enrique Collada se ha valido de las redes sociales para colgar un vídeo con imágenes del pueblo y del bar donde subraya que El Recuenco está a sólo dos horas de Madrid y «rodeado de naturaleza, con veranos llenos de visitantes que buscan lo que sólo aquí existe». «Buscamos a quien quiera ser el referente, el anfitrión, el motor del pueblo y que puede tener aquí la oportunidad de su vida», añade este alcalde, que se compromete a ayudar al adjudicatario en la búsqueda de una vivienda en el pueblo.
Los interesados en hacerse con este bar-restaurante tienen de plazo hasta el 8 de octubre para presentar sus solicitudes presencialmente en el ayuntamiento los martes, miércoles y jueves en horario de mañana o bien por correo postal comunicándolo el mismo día al consistorio mediante un telegrama. También se exigen requisitos: estar al corriente de los pagos y obligaciones con la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, acreditar una solvencia económica mínima de 1.684 euros para cubrir la fianza y abonar seis meses de renta, es decir, 972 euros.
La despoblación
El bar-restaurante presenta un estado más que aceptable. Hace un año el Ayuntamiento de El Recuenco lo amplió para ofrecer servicio de restauración y una zona de almacenaje. Un proyecto más para revitalizar este pueblo que vivió sus mejores momentos en los siglos XVII y XVIII, cuando sus hornos producían grandes cantidades de vidrio en competencia con los de Cadalso (Madrid), el actual municipio de Cadalso de los Vidrios. Su calidad era tal que el rey Felipe V mandó que en El Recuenco se fabricasen las jarras para el vino y los albarelos, redomas y alambiques de la Real Farmacia así como los cristales para las ventanas del Monasterio del Escorial.
El último de sus hornos cerró a principios del siglo XX, justo cuando El Recuenco contaba con la mayor población de su historia: 661 habitantes. Después llegó la emigración, sobre todo a Madrid. Hoy, con 64 vecinos censados, busca fórmulas para evitar su desaparición en un par de generaciones. Una de ellas fue ofrecer en enero de este año dos viviendas recién rehabilitadas en alquiler a bajo precio (250 euros al mes) dentro de un programa financiado por la Junta de Castilla-La Mancha. La idea dio resultado y dos familias con doce miembros llegaron al pueblo, la mitad menores en edad escolar.
También este año ha abierto una tienda, La Silvestre, un proyecto financiado con los fondos europeos Next Generation que se encarga de distribuir productos de primera necesidad a los ocho pueblos y dos pedanías de la comarca mediante una furgoneta eléctrica previo pedido en una plataforma web o por teléfono.
Y como el ocio también atrae visitantes y da vida al pueblo, a principios de septiembre El Recuenco organizó la primera edición de «Recuenco Vive», un festival rural de música que incluyó talleres de soplado de vidrio y percusión.
La última iniciativa en marcha es crear un ‘coliving hub’ (una zona compartida para vivir) en el viejo edificio de la casa cuartel de la Guardia Civil, hoy cerrada. Se trata de atraer a profesionales que quieran teletrabajar y vivir en este pueblo rico en caza mayor y rodeado de bosques de pinos, enebros y encinas. Un notable patrimonio natural en pleno Alto Tajo, una de las comarcas españolas más despobladas pues su densidad de población es de un habitante por kilómetro cuadrado.

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