
La Sociedad de Pediatría del Sureste celebra este miércoles (17.30 horas, Casino de Murcia) un encuentro bajo el lema ‘Creciendo sanos junto al pediatra’ … que contará con la presencia de Carlos Briones, investigador del Centro de Astrobiología del CSIC, divulgador y escritor. El científico hablará del mundo que heredan las nuevas generaciones en conversación con la periodista Mamen Asencio.
– Los pediatras ponen las luces largas con actos como el de este miércoles en Murcia: su planteamiento es que cuidar la salud de los niños pasa por cuidar el planeta y por garantizar el mejor futuro posible para las nuevas generaciones.
– Comparto plenamente este planteamiento, y por eso me pareció tan interesante esta jornada. Cuidar la infancia es mucho más que cuidar la salud de nuestros hijos cuando se ponen malitos. Realmente, el que está ahora enfermo es nuestro planeta.
– La preocupación por el mundo que va a heredar la siguiente generación es algo que ha estado siempre ahí, forma parte de la naturaleza humana. Pero, ¿nos encontramos en un momento de especial incertidumbre? La sensación es que la humanidad está en una encrucijada.
–Yo diría que sí. Por ejemplo, la amenaza del cambio climático se convirtió en certeza, y ahora ya hablamos de crisis o emergencia climática. Es algo que ya nos está condicionando. El lunes hubo lluvias bastante intensas en la Región de Murcia: no hace falta explicar lo que está ocurriendo últimamente durante los otoños en el Mediterráneo, o en verano durante las olas de calor. Tampoco cómo se derrite el hielo de los polos o el permafrost en Siberia. Los efectos del cambio climático son evidentes. El mundo que vamos a dejar a nuestros hijos es peor que el que nosotros hemos heredado de nuestros padres. Tenemos que ser conscientes de ello y debemos tomar acciones para intentar revertir esta situación en la medida de lo posible. Estamos generando, además, un mundo con muchas injusticias; hay una sensación casi prebélica. Hay conflictos en distintos lugares, y los niños son los principales afectados. Lo estamos viendo, lamentablemente, en crisis como la de Ucrania o la de Gaza. Tenemos que tomar conciencia de cómo la infancia del futuro puede verse seriamente afectada por las decisiones que nosotros estamos tomando en el presente.
– Habla de tomar decisiones. En el caso del cambio climático, por ejemplo, hay consenso científico, pero faltan las actuaciones.
– Los científicos lo tenemos bastante claro, pero son los políticos los que tienen que tomar decisiones. Y somos los votantes quienes tenemos que decidir qué políticos nos representan. Si nos seguimos dejando llevar más por la pasión que por la razón cuando votamos, no nos va a ir muy bien. Hay que analizar la realidad, sobre todo pensando en la infancia, en las generaciones posteriores. Somos seres de paso: hemos heredado un planeta y tenemos que dejarlo lo mejor posible para las generaciones siguientes. Si no tomamos conciencia y nos creemos los reyes y señores inmortales, estaremos muy equivocados.
– Donald Trump recomendó la semana pasada a las mujeres embarazadas que no tomen paracetamol, pese a que no hay evidencia científica sobre una posible relación con el autismo. ¿Le preocupa que este tipo de decisiones puedan minar la confianza en las instituciones científicas?
– Sí. Esto es especialmente grave, y lo estamos viendo en distintos gobiernos y a distintos niveles en todo el mundo. No se puede ir en contra de los climatólogos, los meteorólogos, los médicos o los expertos en vacunas solo porque no nos gusta lo que dicen. La evidencia científica es clara y contundente: las vacunas funcionan, el cambio climático es una realidad y el paracetamol no tiene nada que ver con el autismo. La facilidad y la frecuencia con la que se propagan bulos y falsedades es otro legado envenenado que dejamos a nuestros hijos. Las redes sociales han aportado muchas cosas buenas facilitando la comunicación, la globalización. Pero también han provocado que las falsedades y los bulos puedan propagarse rapidísimamente. Por eso este miércoles en Murcia voy a insistir especialmente en que hay que fomentar en nuestra infancia el espíritu crítico. Es nuestra obligación como padres, educadores, investigadores o comunicadores. Nuestros hijos se van a ver rodeados de un montón de datos, de información. Algunas cosas serán ciertas y otras falsas, y tienen que discernir. Nadie lo va a hacer por ellos. Nosotros hemos crecido en una época en la que distinguíamos fuentes fiables de no fiables, pero hoy en día en las redes sociales todo se mezcla, y parece que vale lo mismo cualquier ‘tuit’ que lo que diga la Organización Mundial de la Salud.
– Hay muchos padres preocupados por el impacto de las nuevas tecnologías en la salud mental de sus hijos.
– Hay que enseñar a usar las nuevas tecnologías, es nuestra labor como padres y educadores. Igual que a un niño de un año no le dejamos un cuchillo porque se puede cortar, no podemos dar un acceso ilimitado a las nuevas tecnologías sin supervisión. Hay que acompañarles mientras toman conciencia de que viven en un ecosistema digital y van adquiriendo ese espíritu crítico del que hablábamos. No es justo echarle la culpa a los niños y a los jóvenes de su relación con la tecnología, somos nosotros los que tenemos que estar con ellos. Yo veo a muchas familias que le dejan el móvil al móvil al niño para que esté tranquilo, y ya está. Es como si le dejas conducir a tu hijo si no tiene el carné de conducir. Eso nadie lo haría. Entonces, ¿por qué les dejamos en contacto con una tecnología que tiene unas instrucciones de uso que hay que conocer?
– En todo este desarrollo de las nuevas tecnologías nos encontramos ahora con la irrupción de otro elemento: la inteligencia artificial. Ante la IA hay voces entusiasmadas, y otras, apocalípticas.
– Este es uno de los temas que trato en mi último libro (‘A bordo de tu curiosidad: Un viaje por las preguntas y retos de la ciencia actual’. Editorial Crítica, 2024). La inteligencia artificial empezó con Alan Turing en los años 40. Lo que ocurre ahora es que se ha desarrollado la IA generativa, que nos permite interactuar con ella como si fuese una persona. Esto tiene muchas ventajas, pero también muchísimos inconvenientes. De nuevo, hay que enseñar a usarla. Hay muchos adolescentes que están pidiendo consejos a la IA sobre sus relaciones con la pareja o con amigos. Eso me parece me parece totalmente pernicioso. Antes teníamos el Teléfono de la Esperanza. La gente que tenía problemas llamaba y al menos había un humano más o menos formado al otro lado. Pero la IA no ha tenido vivencias, lo único que hace es copiar y pegar lo que lo que ha visto en otros textos. Pedir consejo psicológico a la IA, o sobre el comportamiento o relaciones, me parece una barbaridad. Ahí tenemos que estar, de nuevo, los padres, y también los profesores y los médicos. Yo no soy apocalíptico, todas las tecnologías que han surgido se han ido incorporando a nuestra forma de vida. Pero todas tienen instrucciones de uso, y esta, también.

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Enlace de origen : Carlos Briones: «Hay adolescentes pidiendo consejo psicológico a la IA; es una barbaridad»