Ciruela, la fruta de cera

Ciruela, la fruta de cera

Jueves, 2 de octubre 2025, 01:22

«Quién te conoció, ciruelo en la vega del colmenar, con las amargas que dabas y ahora te tengo que rezar». Así se lamentaba un agricultor que taló su árbol por sus malos frutos y acabó usándose para tallar la imagen de un santo. Un cuento popular que simboliza las veleidades del alma humana y las vueltas que da la vida, algo muy de actualidad en nuestra política.

Pero, en fin, hoy hablamos de las ciruelas dulces, de las que llegan a la mesa y a la boca. Un árbol, el ‘Prunus domestica’ -ciruelo para los amigos- que se extendió desde mediados del siglo XX por los campos de la Región, especialmente por zonas de Cehegín, Calasparra, Cieza, Abarán y Lorquí.

Los orígenes de su cultivo están en zonas del Cáucaso y Persia. Una de las características de la ciruela es su potencia aromática. De ahí que los egipcios las colocaran sobre las tumbas faraónicas de las pirámides. Después fueron los romanos los que lo introdujeron en el continente europeo en el s. II d. C. De hecho, el nombre de ‘ciruela’ procede del término latino ‘cereola’ en alusión a la delgada capa de cera que recubre su piel. Ya en la Edad Media, Carlomagno ordenó plantar ciruelos en todas sus propiedades imperiales -total, ‘ná’; unas cuantas taúllas-. lo que contribuyó a su expansión. En esta época la ciruela se usaba para tratar la diarrea y la indigestión y se creía que tenía propiedades antienvejecimiento y ayudaba a mantener sana la piel. En la ciudad de Murcia, ya en el siglo XX se cultivaban en las huertas tradicionales a lo largo del río Segura. La introducción del regadío a mitad de siglo provocó su extensión.

Y ya en la cocina, con nuestro capazo de ciruelas, vamos a ver qué hacemos con ellas. Por supuesto su uso en pastelería y repostería, en preparaciones para desayunos y postres es muy relevante. Pero también para preparar salsas agridulces para acompañar platos de carne como los chutneys. Incluso podemos rellenar con ellas aves y otras carnes aportando sus notas dulces que, con la cocción, se atemperan. ¿Posibles recetas? Pues un hojaldre con foie y ciruelas; troceadas y salteadas con unas gotas de aceite en una sartén pueden formar parte de multitud de ensaladas. En platos de carne, las ciruelas pueden ser un contrapunto muy interesante.

En la cultura china el ciruelo simboliza la perseverancia, la esperanza, la belleza y la nobleza. Nada menos. Ah, y la fugacidad de la vida.

  1. Una receta

    Costillas de cerdo en salsa de ciruelas


Costillas de cerdo en salsa de ciruelas

Ingredientes: 1 costillar de cerdo cortado en 4 trozos, aceite de oliv, 1 copa de vino blanco, caldo de carne.

Para la salsa: 1 cucharón del caldo, 1 o 2 cucharadas de mermelada de ciruelas, 3 ciruelas rojas, el zumo de una naranja, 1 cucharadita de mostaza a la antigua, 3 cucharadas de salsa de soja.

Mezclamos bien todos los ingredientes de la salsa que utilizaremos como adobo. Salpìmentamos las piezas de carne y las masajeamos con la mezcla que hemos hecho, lo tapamos todo con papel film y lo guardamos durante una hora en la nevera. Encendemos el horno y lo precalentamos a 130 grados. Colocamos las costillas en una bandeja con la parte más carnosa hacia arriba, ponemos en la bandeja el vino blanco, las tapamos con papel de aluminio y las dejaremos hacerse durante dos horas. Tendremos preparado un cazo con caldo de carne siempre caliente que iremos añadiendo si vemos que el asado se nos empieza a secar. Pasado el tiempo, quitamos el papel albal, y las dejamos hornearse 50 minutos más. Seguimos añadiendo caldo si lo consideramos necesario. Terminado el tiempo de cocción las sacamos, las embadurnamos con la salsa de ciruelas a la que hemos añadido un par de ciruelas troceadas y las volvemos a meter al horno, esta vez a 200 grados y las tenemos otros quince minutos para que su superficie quede bien dorada y crujiente.

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