
Tras seis jornadas disputadas, el grupo 2 de Primera RFEF es todo contingencia, bipolar, sin un Tenerife que destaque sobre el resto de los mortales; … pero cuatro partidos sin ganar son suficientes para dar la voz de alerta. Lo apretado de la tabla, donde todavía es pronto para dilucidar si la culpa es de un proletariado rebelde, con argumentos de peso, o de una aristocracia de postín, sin el poder que presuponen sus riquezas, aparece como el único atenuante a un arranque liguero impropio de la ambición grana. Este sábado (16.15 horas, LaLiga+), el Real Murcia protagonizará en el Municipal de Tarazona una lucha de clases, una guerra sin trincheras ante uno de esos insurgentes que no entienden de palmarés ni presupuestos. No existe rival bueno cuando la necesidad apremia. Cuatro partidos sin ganar son suficientes para hablar de crisis; cinco parecerían demasiados.
Porque apenas llevamos seis jornadas, pero la nave que comanda Joseba Etxeberria, un transatlántico para la categoría de bronce, sigue encallada en un arranque liguero donde el catalejo no atisba la ansiada plata. El descalabro de la quinta fecha en el Nuevo Mirador, con una derrota donde lo peor no fue el resultado (1-0), presagiaba una catarsis en el Enrique Roca. La mejoría ante el Sevilla Atlético fue evidente, pero quedó varada en esas áreas donde muere el pez, con la pólvora mojada en una dinámica cuyo diagnóstico comienza a coger tintes psicosomáticos, con una plantilla disociada de su evidente potencial. La explosión de rabia contenida se saldó con tablas para un acumulado de seis puntos de 18 posibles. Toca sumar de tres o los vientos traerán rumores de motín a bordo, con los dedos señalando al timón.
El cuadro pimentonero, tercer peor visitante, llega al Municipal de Tarazona, un fortín que permanece imbatido este curso
Las aguas están revueltas, y el puerto al que arriba el cuadro grana no se presenta como un escenario plácido ni sencillo. En absoluto. La SD Tarazona, un club humilde acostumbrado a recibir rivales de Preferente y Tercera en su angosto estadio, vive el mejor momento de su historia. Bajo la dirección de Juanma Barrero, el curso pasado se erigieron como la absoluta revelación del grupo 1, finalizando en la sexta plaza, a solo cinco puntos de un ‘playoff’ a Segunda que les habría cruzado contra, precisamente, el Real Murcia. Ahora, ese duelo que pudo ser pero nunca fue escribirá su primer capítulo en un escenario de máxima necesidad.
Un fortín de barro
El Tarazona llegó mandón el pasado fin de semana al Cartagonova, pero media hora duró la buena puesta en escena de los de Juanma Barrero; lo que tardó en imponerse el talento diferencial de los albinegros con dos chispazos de calidad que zanjaron el partido. El equipo buscará sanar en su templo, porque el meteórico ascenso del Tarazona en el último lustro se explica a través del Municipal, un fortín donde el curso pasado solo cedieron 3 derrotas, con apenas 10 goles encajados. El exiguo verde aragonés comprime los carriles, multiplica los duelos y acelera las transiciones. Pero, sobre todo, multiplica las virtudes de los suyos.
El Real Murcia encontrará enfrente a un equipo ordenado, que no necesita la bola para sentirse cómodo. En este inicio de curso, Barrero ha encontrado en la línea de cinco una solidez que permite a los rojillos articular su ataque desde la defensa en bloque bajo. Destrucción y estampida; duelos, segundas jugadas y balón parado como principales armas de un equipo coral y disciplinado que todavía no ha encajado goles en su feudo. Si sumamos la fiabilidad del Tarazona a los problemas de puntería del Murcia, el tercer peor visitante de la categoría, con dos derrotas y aquel único punto amargo ante el Madrileño, la ecuación se complica.
Un once continuista
La expedición grana desembarca en Tarazona con la estadística en contra, un punto por debajo de su rival, pero si el fútbol nunca se ha narrado a través de los datos es porque la esencia del deporte rey es emocional, indisoluble de los estados de ánimo, y el equipo alicaído de Algeciras dejó paso a un grupo intenso y convencido que, en su mayoría, se espera que repita de inicio, pese a que Álvaro Bustos regresa a la convocatoria tras superar sus problemas físicos. En principio, el extremo aguardará su turno desde el banco, por lo que la línea de tres se presenta como una certeza.
Atrás, el polivalente Jorge Mier se ha destacado como el mejor central a la derecha de un Alberto que sigue dejando dudas y un Andrés López que cumplió en su estreno de inicio. Por los costados intentarán volar, con menos amplitud por culpa del terreno, Vicente y Cristo. Se espera que Sekou vuelva a actuar como ancla, haciendo el trabajo sucio para un Moyita que ya manda en la medular. Flakus es otro axioma, así que las dudas recaen sobre Real y Ekain, que podrían repetir o dejar paso a las piernas jóvenes de Palmberg y Benito, que no han arrancado el curso atinados pero el último domingo representaron ese aliento desde el banco que casi culmina la remontada.
Así llega la tripulación de Joseba Etxeberria al Municipal de Tarazona: a la huída de la dana Alice que golpea la Región, pero capeando su propio temporal, sumergido en su particular alerta grana. El Real Murcia busca ese rayo de sol en forma de goles tras varias semanas con la pólvora mojada. Cuatro partidos sin ganar son suficientes. Cinco, definitivamente, serían demasiados.
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Un duelo de viejos conocidos, con Josele, Chechu e Imanol Alonso
Esta tarde, el Real Murcia vivirá un duelo de barro en el Municipal de Tarazona, pero entre emergencias climáticas y urgencias deportivas, todavía quedará lugar para el reencuentro con tres viejos conocidos de la parroquia grana que, con mayor o menor éxito, buscan su sitio en los planes de Juanma Barrero: Imanol Alonso, Josele Martínez y Chechu Martínez. En la 2023-24, el centrocampista ilicitano Imanol Alonso pasó por el primer proyecto de Felipe Moreno en el Enrique Roca. Tras una primera vuelta como habitual en los onces de Gustavo Munúa, desapareció con la llegada de Pablo Alfaro para terminar sumando poco más de 900 minutos en su único curso con la casaca grana.
En la portería rojilla compite por un puesto Josele Martínez. El guardameta murciano, que apenas disputó 180 minutos con el equipo de su tierra en el último año de la extinta Segunda B, ha llegado esta campaña a Tarazona cedido desde el Alcorcón. Tras comenzar bajo palos los tres primeros partidos del curso, parece haber perdido el sitio en detrimento de Alejandro Amigo, que poco pudo hacer en los tres goles que encajó el pasado domingo en Cartagena.
El peligro viene de casa
Por último, está el caso de Chechu, el hermano pequeño de Toni Martínez, que este inicio de curso acumula dos goles con el Alavés. Nacido en el Barrio del Progreso, el pequeño de los Martínez nunca llegó a debutar con el Real Murcia. Tras abandonar la disciplina grana demasiado pronto, el lateral izquierdo pasó por las canteras de Valencia, Málaga, Alavés, Las Palmas y Real Madrid, donde se proclamó campeón de la UEFA Youth League en 2020. A sus 24 años, tras un primer curso en Tarazona donde fue un fijo en los planes de Juanma Barrero, Chechu se ha convertido en una pieza esencial para los rojillos, con los que ha disputado todos los minutos del campeonato liguero, anotando el gol de la victoria ante el Antequera en la segunda jornada (1-0). Una tarde de reencuentros en Tarazona, con pasado grana y presente rojillo.

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