
Te admiro como futbolista. Tu constancia, ética de trabajo y compromiso con el Atlético de Madrid y la selección española son ejemplares. … Por eso escribo esta carta, no desde la confrontación, sino desde el respeto y el rigor.
Algunas de tus reflexiones sobre salud, luz, clima o descanso han generado debate. Como científico, creo que este diálogo puede aclarar conceptos y acercar la ciencia a todos. Cuando hablamos de temas que afectan a la salud pública, la información debe basarse en evidencia, no en intuiciones.
Las estelas del cielo: cuando la física explica lo que parece misterioso
Has expresado tu inquietud por lo que interpretas como sustancias liberadas por los aviones. Desde tierra, esas líneas blancas pueden parecer sospechosas, pero su explicación pertenece a la física atmosférica.
Las estelas de condensación (contrails) se forman cuando el vapor de agua de los motores a reacción se encuentra con el aire frío y húmedo de la tropopausa (unos -40 °C). Ese vapor se condensa y cristaliza, formando diminutos cristales de hielo que reflejan la luz solar.
Su duración depende de la humedad del aire: si está seco, se disipan rápido; si está saturado, pueden durar minutos u horas. Los millones de análisis atmosféricos realizados solo detectan vapor de agua, dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y sulfatos, productos normales de la combustión del queroseno.
Desde los años 40, agencias como NASA y NOAA monitorizan las estelas sin hallar rastros de sustancias ajenas. No hay registros de materiales misteriosos. Las estelas no son un plan oculto: son un efecto del transporte aéreo. Además, su estudio ayuda a comprender el balance radiativo terrestre: algunas enfrían reflejando la luz solar, otras retienen calor. En los últimos tiempos son más frecuentes porque hay más vuelos y más humedad, no porque exista conspiración. Es pura física, no manipulación. Dudar es saludable; desconfiar de todo, sin fundamentos, no lo es.
Gafas amarillas y luz azul: entre el mito y la cronobiología
También has comentado que usas gafas con lentes amarillas o rojizas para proteger la vista y mejorar el descanso. Conviene precisar, como señala la Sociedad Española de Oftalmología, que la luz azul de las pantallas no daña los ojos ni causa ceguera. La cantidad emitida por móviles u ordenadores es mínima comparada con la luz solar.
Además, los estudios muestran que las gafas con filtros no mejoran la agudeza visual ni reducen la fatiga ocular o el insomnio. Tampoco aumentan el rendimiento deportivo. De hecho, su uso continuo durante el día podría alterar los ritmos circadianos, ya que la luz azul es necesaria para regularlos.
La medida eficaz no depende del color de las lentes, sino de los hábitos: limitar pantallas antes de dormir y exponerse a luz natural durante el día, pero con protección adecuada… y de esto último te quería hablar.
Sol, frío y percepciones del riesgo
Has hablado de los beneficios de exponerse al sol sin protección o de soportar el frío sin abrigo. Ambos estímulos tienen efectos fisiológicos, pero la clave es la dosis: la línea entre beneficio y daño es estrecha.
La exposición solar moderada favorece la síntesis de vitamina D, esencial para la función inmune y el metabolismo del calcio. Pero los rayos UVB y UVA son carcinógenos comprobados: causan mutaciones en el ADN de queratinocitos y melanocitos. Según la OMS, más del 80% de los casos de cáncer de piel se relacionan con exposición solar sin protección. Los protectores solares reducen, no eliminan, la radiación. Se recomienda FPS 30 o superior (idealmente 50+), reaplicado cada dos horas, y combinarlo con ropa ligera y sombrero.
En cuanto al frío, las duchas heladas o baños fríos activan el sistema nervioso simpático, elevan la norepinefrina y pueden mejorar el estado de ánimo y la energía. Pero no confieren inmunidad ni «fortalecen» frente a virus: los resfriados se transmiten por contacto o aerosoles, no por «falta de aguante térmico». El cuerpo busca homeostasis, no extremos. Lo fortalece el equilibrio, no la exposición prolongada a condiciones adversas.
La cama milagrosa: pseudociencia envuelta en marketing
Tu nombre también ha aparecido vinculado a una cama de lujo que promete crear una «burbuja de protección» frente a radiación electromagnética y «descargar» al cuerpo de energía acumulada mediante una toma de tierra. El Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud ha analizado afirmaciones similares y concluye que no existe base científica para ellas. Los campos electromagnéticos domésticos (radio, Wi-Fi, móviles) están miles de veces por debajo de los límites establecidos por la Comisión Internacional de Protección frente a Radiaciones No Ionizantes. No hay evidencia de que estos niveles afecten el sueño ni la regeneración celular. Para bloquear realmente estos campos haría falta una jaula de Faraday, y aun así no tendría sentido biológico «descargar radiación», porque el cuerpo no la acumula como una batería. Este tipo de productos explotan el lenguaje científico (lo que un día bauticé como «marketing pseudocietífico») para vender promesas infundadas. Promoverlos, aunque sea de buena fe, refuerza la confusión entre ciencia y pseudociencia.
La responsabilidad de los famosos
Cuando una persona pública se expresa, su mensaje llega a un público muy amplio. Los deportistas, en especial, simbolizan esfuerzo y disciplina, y vuestro ejemplo se replica entre millones de seguidores. Por ello, difundir afirmaciones sin fundamento científico puede generar efectos negativos: promocionar productos ineficaces, incentivar hábitos peligrosos o aumentar la desconfianza hacia la ciencia. Esta no ofrece todas las respuestas, pero es el método más fiable que tenemos para aproximarnos a la verdad. No requiere fe, sino rigor: cuestionar con criterio, verificar información y aceptar cambios cuando la evidencia lo exige.
Me despido. Te deseo suerte en los próximos partidos, salvo si alguna vez te toca jugar contra el Real Murcia… algo que hoy parece más improbable que algunas de tus afirmaciones, aunque seguro que antes de lo que pensamos ocurrirá. Y un favor, dicho con humor y respeto: cuando hables de ciencia en el vestuario, que la evidencia siempre juegue de tu lado.

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Enlace de origen : Carta de un científico a Marcos Llorente