
El anuncio de que el príncipe Andrés, duque de York, dejará de utilizar sus títulos y honores reales ha provocado en el Reino Unido reacciones … encontradas, donde el alivio institucional convive con el escepticismo ciudadano y la sensación de inevitabilidad entre los observadores monárquicos. La medida, confirmada por el Palacio de Buckingham tras un acuerdo con el rey Carlos III, implica que el duque renuncia voluntariamente, aunque se entiende que bajo la presión del monarca, al uso público de sus títulos, aunque éstos permanecen formalmente vigentes. En términos constitucionales, se trata de una desactivación simbólica más que de una revocación jurídica: los títulos siguen existiendo, pero su uso queda suspendido, tal como ocurrió en 2022 con el tratamiento de Su Alteza Real (HRH).
El matiz no ha pasado desapercibido. Analistas y constitucionalistas británicos han subrayado que, al mantener la existencia de los títulos pero impedir su empleo, la monarquía busca un delicado equilibrio entre la rendición de cuentas y la preservación de la jerarquía hereditaria. Ya en agosto, un sondeo de YouGov concluyó que un 67% de los británicos apoyaba la retirada de sus títulos.
La familia de Virginia Giuffre, la víctima fallecida este año que demandó a Andrés en el 2022, afirmó que «es una vindicación para nuestra hermana y para todas las supervivientes», pero su hermano, Sky Roberts, declaró a The Times que el título de príncipe debería ser revocado para que se haga «una verdadera justicia». En el ámbito de la prensa, en The Guardian, la columnista Marina Hyde sostuvo que la monarquía británica «no es una meritocracia» y que el público «se la tiene que tragar», reflejando el cansancio de una parte de la opinión pública ante los privilegios hereditarios.
Su colega Simon Jenkins calificó la crisis como «un nuevo punto bajo para la marca de la Familia Real» y advirtió que «en esta forma, no puede sobrevivir», señalando que la institución atraviesa un punto crítico de legitimidad.
En The Spectator, el análisis fue aún más severo: «La humillación del príncipe Andrés está casi completa», y destacó que el comunicado del duque «carece de cualquier disculpa o muestra de arrepentimiento». Desde The Telegraph, los artículos de opinión describieron la medida como la «culminación» de un largo proceso de deterioro y un «punto de inflexión» para la monarquía, enfatizando que la decisión refleja el esfuerzo del rey Carlos III por proteger la dignidad de la institución.
La situación era «insostenible»
Según Sky News, «la situación se había vuelto insostenible» y el paso dado «representa la única salida posible» para preservar la imagen del Rey. En conjunto, los principales diarios coinciden en que la medida era inevitable.
Las reacciones públicas han sido más duras. La organización Republic, que aboga por la abolición de la monarquía, calificó la medida de cosmética y tardía, y su expresión «too little, too late» (demasiado poco, demasiado tarde) se repitió en las redes sociales como síntesis de un sentimiento mayoritario: el de que la monarquía británica ha reaccionado solo cuando la presión la ha acorralado. «Andrés sigue estando acusado de delitos sexuales y de abuso de su posición. Debería ser despojado de todos sus títulos y de su rango en la Marina, y debería enfrentarse a una investigación penal. No usar títulos medievales absurdos no es un castigo que se corresponda con las faltas cometidas», denuncian desde la organización.
El trasfondo humano del caso, sin embargo, sigue pesando. Andrés, que durante décadas fue considerado el hijo favorito de la reina Isabel II, encarnó la faceta más dinámica y militar de la familia real. Su madre lo protegió siempre, incluso en los primeros compases del escándalo. Los biógrafos reales coinciden en que la reina, consciente del deterioro de su imagen, se resistió a despojarlo de sus títulos de forma irreversible. Pero esa protección terminó con su muerte: el rey Carlos III ha adoptado un criterio más pragmático, guiado por la necesidad de blindar a la monarquía ante el escrutinio público.
En paralelo, Sarah Ferguson, exesposa del duque, ha quedado envuelta también en la controversia. La filtración de un antiguo correo electrónico en el que se refería a Epstein como «un amigo leal, generoso y excepcional para mí y para mi familia» ha llevado a varias organizaciones benéficas a cortar lazos con ella. Cabe recordar que aunque se divorciaron, su relación con Andrés continuó siendo íntima, viviendo juntos y manteniendo un fuerte vínculo amistoso y familiar, y la duquesa de York ha reiterado su apoyo a quien sigue considerando su «compañero de vida».

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Enlace de origen : El Reino Unido reacciona con alivio y escepticismo ante la retirada de títulos del príncipe Andrés