Barro e indignación en el Mar Menor siete días después de la dana ‘Alice’

Barro e indignación en el Mar Menor siete días después de la dana ‘Alice’

«Estamos como en la época de mi abuela». María Segura se afana en cargar el maletero de su coche con las cerca de una decena de garrafas que acaba de llenar en el aparcamiento del cementerio de San Javier, uno de los puntos habilitados estos días con cubas para ofrecer agua potable a los vecinos. Como ella, miles de afectados de los municipios del Mar Menor siguen, una semana después de los estragos causados por el paso de la dana ‘Alice’, haciendo encaje de bolillos para sobrellevar los problemas en la red pública de distribución que les han dejado sin agua potable en casa. Esta es la segunda visita que María y su hija Elena Martínez hacen a una de estas colas del agua. El resto, reconocen, lo han suplido con las pocas reservas que les dio tiempo a recoger antes del corte y rascándose el bolsillo. «Estamos comprando garrafas para la ducha, y bastantes, porque mi marido trabaja en el campo», remarca. «Nos estamos dejando un dinero».

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