«Estamos como en la época de mi abuela». María Segura se afana en cargar el maletero de su coche con las cerca de una … decena de garrafas que acaba de llenar en el aparcamiento del cementerio de San Javier, uno de los puntos habilitados estos días con cubas para ofrecer agua potable a los vecinos. Como ella, miles de afectados de los municipios del Mar Menor siguen, una semana después de los estragos causados por el paso de la dana ‘Alice’, haciendo encaje de bolillos para sobrellevar los problemas en la red pública de distribución que les han dejado sin agua potable en casa. Esta es la segunda visita que María y su hija Elena Martínez hacen a una de estas colas del agua. El resto, reconocen, lo han suplido con las pocas reservas que les dio tiempo a recoger antes del corte y rascándose el bolsillo. «Estamos comprando garrafas para la ducha, y bastantes, porque mi marido trabaja en el campo», remarca. «Nos estamos dejando un dinero».
María y su hija se encaminan después hacia el municipio alicantino de Pilar de la Horadada, a unos kilómetros de distancia, para buscar una lavandería en la que poder poner una lavadora, una necesidad que, a día de hoy, no pueden satisfacer en su casa. «Mi hija vive en San Cayetano y allí están sin agua desde el primer día. Va a casa de su suegra a ducharse», remarca María, que exige que el ministerio proporcione una solución urgente al problema del Mar Menor. Desde este sábado por la noche, ya puede usarse para higiene personal en los municipios de San Javier, San Pedro del Pinatar y Los Alcázares.
Carolina Martínez y Julián Madrid también sortean como pueden las restricciones para seguir levantando la persiana del chiringuito La Palmera, en el paseo marítimo de Santiago de La Ribera. Frente a la terraza, la playa da buena cuenta de los estragos del temporal. «Vino muchísimo barro y tuvimos que limpiar a fondo al día siguiente», explica Julián. «Ahora estamos preparando el café y poniendo el lavavajillas con garrafas de agua». En la cafetería Avantte, en la avenida de la Academia General del Aire, en San Javier, cuentan con su depósito de agua, pero llevan toda la semana con vajilla desechable para evitar consumir el agua con los lavados.
María Vallejo ha tirado también de cartera esta semana para sortear la falta de abastecimiento de agua potable en la avenida Virgen de Loreto, en San Javier, donde reside su hija y donde le sorprendió la tormenta junto a su familia. Una carencia especialmente gravosa en el caso de estos vecinos de Madrid, que pasan estos días manchándose hasta las rodillas de barro para ayudar a su hija a vaciar todos los objetos que guardaba en el trastero –en un garaje subterráneo– y que la dana dejó inutilizables. «Los bomberos estuvieron tres días sacando agua y ahora estamos vaciando los trasteros», lamenta María, rodeada de lodo. «Ha causado mucho destrozo».
El Taibilla sanea el canal y da ya agua limpia pero no apta a las pedanías de Torre Pacheco y Murcia; faltan los análisis de Salud
«Por aquí bajaba un río»
Los estragos causados por el arrastre de tierra y agua de los bancales y ramblas cercanos también se dejan notar aún con fuerza en la zona de Los Pozuelos, en San Javier. Bomberos y operarios municipales se afanaban este sábado en eliminar la capa de barro que aún se acumula en las calles de este conglomerado de plantas bajas. Estrella y Juan Carlos son dos vecinos de Madrid que cuentan, desde hace cerca de 40 años, con una casa en este enclave a orillas del Mar Menor. Este fin de semana se desplazaron desde la capital para tratar de borrar la huella de lodo que la tormenta dejó en el garaje y el patio de su vivienda. «Habíamos puesto unos colchones en la puerta para que no entrara, pero no evitaron que el agua pasase».
Juanma y Rosa también tratan de eliminar con una manguera los restos de barro que aún persisten en la avenida de El Mirador, donde viven desde hace cerca de seis años. «Fue algo increíble. Por aquí bajaba un río», explica este vecino, que agradece la ímproba labor que han realizado estos días los servicios de emergencias para tratar de devolver la normalidad a las calles cuanto antes. «Desde el sábado no han parado de venir por aquí».
La Mancomunidad de los Canales del Taibilla (MCT) comenzó el viernes a realizar las primeras tomas de muestras para analizar la calidad del suministro de agua. Los resultados de esos tests químicos son trasladados a la Consejería de Salud, que debe determinar, en función de parámetros como la turbidez, si el agua es apta para el consumo humano. Fuentes de la MCT informaron este sábado por la noche de que el agua ya se puede utilizar para la higiene personal, aunque todavía no para beber o preparar alimentos.
Mientras, esperaba acabar la pasada madrugada la limpieza del Nuevo Canal de Cartagena, que se llenó de barro con la dana en sus 20 kilómetros. El plan era reactivar el suministro de agua limpia, aunque aún no potable, a las pedanías de Torre Pacheco y de Murcia afectadas por el corte.

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