
Carmen Martínez conoce bien la eficacia de la sanidad pública a la hora de abordar un cáncer, desde los diagnósticos a los tratamientos. Pero también … los déficits de un sistema que no presta la atención debida a quienes cuidan al paciente, ni tampoco cubre las múltiples necesidades físicas, emocionales y sociales de quienes sobreviven al cáncer.
Ella ha pasado por todas estas situaciones. Las relató ayer en el IV Congreso de Supervivientes de Cáncer de la Fundación Sandra Ibarra, en Murcia. Carmen fue primero cuidadora de su hijo Ángel, a quien le diagnosticaron una leucemia cuando tenía 7 años. «Fue en 1999. Era una leucemia mieloide muy agresiva. Debutó con hemorragias y tuvo problemas de coagulación. Estuvo ingresado un mes en La Arrixaca, y luego pasó por dos años de quimioterapia, con todo lo que eso conlleva. Para mí fue una experiencia sumamente dura, mucho más que cuanto me tocó ser paciente, años después». Nadie está preparado para algo así. «Un cuidador tiene muchos miedos. A veces te falta formación, no sabes cómo responder a determinadas situaciones. Además, nadie te ayuda psicológicamente, y posiblemente lo necesitas más que el paciente, porque él no tiene otra opción que intentar curarse y los tiempos se los marca su propia enfermedad. Pero para el cuidador es muy difícil gestionar la sensación de impotencia».
Es también muy complicado manejar la información y responder a las preguntas de un niño de siete años. «Trabajé mucho cómo tratar a mi hijo: qué contarle, qué no contarle, porque era pequeño pero lo suficientemente mayor como para saber que no tenía un simple resfriado».
Ángel tiene ahora 33 años. Es un superviviente que durante mucho tiempo ha tenido que seguir lidiando con las complicaciones. «Le detectaron hipertensión pulmonar tromboembólica y lo mandaron al Hospital 12 de Octubre de Madrid». A día de hoy, sigue pasando sus revisiones.
«Había aprendido que se puede superar»
Después de tantos años cuidando, Carmen Martínez se convirtió en paciente en 2016, cuando le diagnosticaron un cáncer de mama. «Me lo pillaron muy a tiempo, me dieron radioterapia y pasé por cinco años de tratamiento hormonal. Aunque la palabra cáncer siempre asusta, yo ya había aprendido que se puede superar, porque mi hijo se curó». Hace dos años, sin embargo, apareció un nuevo tumor, en este caso en la orofaringe. Fue más duro, porque recibió un tratamiento intensivo que combinaba quimioterapia y radioterapia. «Me quedé prácticamente sin voz y sin poder tragar, alimentándome de batidos de proteínas durante meses. Pero, con todo, para mí fue mucho más duro ser cuidadora de mi hijo», confiesa.
Ahora, Carmen es, como su hijo Ángel, superviviente. La Fundación Sandra Ibarra reclama «apoyo, alternativas y soluciones a las necesidades» de quienes han superado un cáncer o conviven con la enfermedad cronificada.

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Enlace de origen : De cuidadora a superviviente del cáncer: «Falta mucho apoyo»