El ensayo ‘Economía y poesía: rimas internas’ (Páginas de Espuma, 2025) es «como una conversación incómoda a la que había que meterle el diente, pero en la que había que remangarse y también enfangarse un poco, algo a lo que seguramente a muchos no les apetecía», asegura a LA VERDAD Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977), gestora cultural con su propia Residencia para Escritores/as en A Coruña y autora multipremiada [Premio Nacional de Poesía 2023, dos veces Premio Nacional de la Crítica (1998 y 2022)] de siete poemarios traducidos a varias lenguas y de siete libros de poesía infantil, además de otras obras publicadas como editora, biógrafa o traductora de poetas contemporáneos/as.
Treinta años de trayectoria, con un camino internacional muy abierto, refrendan sus postulados: «Pensaba que alguien tenía que dar el paso y descorrer este tupido velo para que hubiera más transparencia sobre la trazabilidad de los esfuerzos que hay detrás de las carreras literarias. Transparentar las carreras literarias en aras de construir algo mejor para las que vengan». ¿Cuándo fue consciente de que este era un asunto de investigación o, al menos, para indagar en profundidad? «Al paso de todas las experiencias, acontecimientos y proyectos que he vivido a lo largo de estos treinta años», detalla al teléfono, «me daba cuenta de todas las dificultades que existían sobre todo en el caso de la literatura, y señaladamente de la poesía frente a otros géneros artísticos, aunque en todas partes cuecen habas, como se suele decir». Castaño empezó a preguntarse de dónde surgía esa desigualdad, esa cierta explotación del entusiasmo creativo, quién sostenía y perpetuaba esa desigualdad, y a quién convenía. Este ensayo es su intento de averiguación de esas posibles respuestas.
‘Economía y poesía: rimas internas’

En el epílogo nos dice que versos y dinero, poesía y economía es una rima que necesita «dignidad y armonía». ¿Está convencida de que puede haber un cambio a corto o medio plazo? ¿Puede haber un vuelco en el horizonte próximo? Yolanda Castaño es optimista: «Las rimas internas en la tradición española están muy mal vistas, y una rima interna es la que produce la economía y la poesía, pero queríamos arrojar luz sobre ella y poner las cartas sobre la mesa». En este libro exhibe optimismo a través de una estrategia narrativa que es «la de observar cosas que han ocurrido en el pasado, y que observamos hoy incluso con cierto escándalo, así podemos observar la evolución y darnos cuenta de que las cosas han ido poquito a poco mejorando».
Una voz colectiva
«Si nos negamos a aceptar ciertas condiciones, iremos paliando las desigualdades»
Parte de las medidas que deberíamos tomar podrían ser muy efectivas, «y pasan por una mayor concienciación gremial, un mayor compromiso con nuestro oficio, tomar esa conciencia de que nuestras acciones individuales, incluso las decisiones individuales que tomamos también en materia económica, incluso las más pasivas o movidas por la inercia, tienen un eco en lo colectivo y construyen un legado para la comunidad. Así que si practicamos una mayor solidaridad sectorial, si pensamos en las que vendrán, si nos negamos a aceptar ciertas condiciones y elevamos una voz colectiva, iremos paliando estas desigualdades».
Hasta ahora, según Castaño, se han ido arrastrando inercias «en las que a veces hemos pensado que ciertas negativas podían ponernos trabas en un entramado de relaciones que asegurarían nuestro futuro, y no hemos sido todo lo transparentes y asertivas que deberíamos haber sido».
En el ámbito de la poesía, ¿también se da fuga de cerebros como vemos en la ciencia? Dice Castaño que muchos jóvenes, en sus primeros pasos, demuestran una vocación literaria, especialmente por la poesía, «pero ante el escaso retorno, el deficiente trato y la baja rentabilidad van derivando hacia espacios donde sus esfuerzos reciben un mayor beneficio. Si ves que la fuerza de tu trabajo acaba siendo explotada y pagada con moneda simbólica, pues supongo que acabas desplazándote hacia ámbitos un poco más sostenibles, y eso es una verdadera pena para la literatura». Insiste Castaño en que «si los escritores y las escritoras fueran un poquito mejor tratados, más remunerados, al final ganaría la literatura. Al igual que las feministas estamos tratando de convencer a ciertos hombres caducos de que abandonar sus viejos privilegios redundará en una mejor situación para todos y todas, lo que también los incluye a ellos, pienso que si gana la literatura quienes más siempre han vivido de ella (distribuidoras, editoriales, traductores, libreras) tampoco tendrán tanto que perder».
Extrañeza
«Murcia se me ha resistido 30 años, es la última región que me queda por visitar con mi poesía»
Apela a la toma de conciencia gremial en el sector literario, a ese compromiso con el oficio y sentido de lo colectivo, y recuerda que a veces son otros oficios que acompañan al de la escritura los que han sido mejores abanderados de una reivindicación profesional. «Es el caso de los traductores y traductoras, pero también los ilustradores e ilustradoras, que han sabido tarificar su trabajo con mayor transparencia. El oficio de los cuentacuentos y las cuentacuentos es muy parecido en muchos casos al nuestro, en tanto en cuanto ofrecen oralmente su trabajo frente a un público, parecido a lo que hacemos las poetas recitando nuestros poemas en directo. Pues ellos han sabido tarificar mucho más transparente y rigurosamente su trabajo. En muchos casos, los cuentacuentos interpretan textos de terceras personas, y nosotras, en muchos casos, en cambio, que seamos autoras de nuestros propios textos puede acabar siendo un desvalor. Desde luego es algo curioso».
En la poesía, «afiliada más hacia lo espiritual y místico, o casi moral, o social, ese cariz», anota Castaño, «confunde un poco más la dignificación del trato».
–¿Deberían cobrar poetas y poetas por recitar en festivales?
–Que vayamos a recitar 12 minutos en un festival a nosotras nos implica echar una tarde entera que dejamos de hacer otras cosas como estar con los nuestros o dedicarnos a tareas más productivas. No puede ser que se sustenten eventos en que solo cobren los intermediarios y las intermediarias. Igual que a un agricultor por encargarte de una estupenda comercialización y distribución de su producto no le dirías que no vas a pagárselo. No puede pagarse con moneda simbólica (prestigio, visibilidad, reconocimiento, e incluso cariño) a personas a las que luego se obliga a convivir en el mismo sistema económico que los demás. Un sistema económico en donde esa moneda simbólica al final no cotiza porque somos personas que tenemos las mismas necesidades que cualquier otra persona, alimentación, facturas, etcétera. Es una práctica que lleva dentro la semilla de su propia limitación, ya que solo podría ser sostenible si realmente no te fuese muy bien. Desde el momento en que empiezan a invitarte a más de un festival al mes, a la quincena o a la semana… esta entrega, completamente desinteresada de tu trabajo acaba siendo completamente insostenible y va contra ti misma. Aquí el problema es ese: que tenemos que sostener el edificio de nuestras necesidades materiales sacándolo de la misma mina finita de la que sacamos la energía para nuestra creatividad.
–¿Pasan muchos poetas y poetas de la Región de Murcia por su residencia de A Coruña?
–Todavía no. Desarrollamos acuerdos con entidades destinadas a la promoción de las letras de sus territorios, y tenemos acuerdos con el Principado de Asturias, con entidades catalanas y vascas, y alguna residencia y beca destinada a autores de cualquier rincón del Estado español. Pero en estos cinco años no hemos recibido aún a ningún murciano. Las residencias literarias son eso: si no existen otro tipo de ayudas a la creatividad, al menos las residencias son bolsas de oxígeno que proporcionan tiempo, espacio y condiciones para que durante un periodo intensivo, al menos un mes, puedas apartarte de tus distracciones y concentrarte en tu proyecto, sentirte escritora 24 horas, y darle un impulso definitivo a la obra.
–¿No ha venido aún a la Región de Murcia? ¿Por qué motivo?
–En 30 años he dado vueltas por más de 40 países, y la Región de Murcia se me resiste, no he participado nunca en nada, me llama la atención porque debe ser la última comunidad que me queda por visitar con mi poesía, y estoy convencida de que el futuro lo traerá.

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Enlace de origen : Yolanda Castaño: «No se pueden sustentar festivales en los que solo cobren los intermediarios»
 
             
                                         
                                        