Son 29 palabras pero a los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil les bastaron para saber que era un hilo del que debían tirar si querían conocer cuál había sido la suerte de Jean Mirabeau Ngoho y Siaka Coulibaly, los dos africanos cuyo rastro se perdió en diciembre de 2024 y cuyos cadáveres aparecieron en mayo en una fosa de difícil acceso de una nave de Librilla. «Hijos de puta me robáis el dinero, me robáis el coche y me rompéis una pierna. Así os muráis hoy mejor ke mañana. Me cago en tós vuestros muertos (sic)».
Este mensaje contundente, que rezuma inquina, fue uno de los primeros indicios con los que contaron los investigadores para desenmarañar la madeja que entrañaba esta doble muerte, según refleja el atestado del grupo de Homicidios, al que LA VERDAD ha tenido acceso. El whatsapp apareció en un móvil que Jean Mirabeau Ngoho se dejó en casa y lo remitía, según confesó poco después, Jesús P., uno de los dos empresarios -junto a su tío- que se encuentran en prisión provisional acusados de homicidio.
La viuda de Ngoho puso este mensaje encima de la mesa el 27 de diciembre cuando se presentó en el cuartel de la Guardia Civil de Alhama para denunciar la desaparición de los dos hombres. Una primera pista que serviría de pistoletazo de salida para una ardua investigación que llevó a los agentes, medio año después, a localizar los cadáveres desmembrados de ambos en un depósito de aceite usado de la nave de Librilla. Como telón de fondo, una supuesta estafa de billetes tintados por la que los sospechosos habrían llegado a perder 200.000 euros.
Jesús P., uno de los dos sospechosos del crimen, en el juzgado.
Gonzalo J. Martínez / AGM
«Me habéis engañado y me ha costado perder tiempo y dinero. ¿Ahora quién me va a pagar mi tiempo y dinero y los gastos?». La Guardia Civil identificó a Jesús P. como el propietario del móvil desde el que se habían intercambiado esos mensajes con Ngoho y no tardó en relacionar a este empresario y a su tío Juan M. con la empresa Argos, que se unió a Porkytrans y que actualmente estaba al frente de la nave de Librilla en la que ya habían centrado sus sospechas. En estas instalaciones se localizó la última ubicación que los africanos habían enviado al primo de uno de ellos antes de desaparecer sin dejar rastro.
A comienzos de enero los agentes le pincharon el teléfono a Jesús P., que aseguraba tener rota la tibia, el peroné y el tobillo tras una caída por las escaleras de su casa. En su declaración como testigo poco después, explicó que dio un traspiés cuando bajaba una caja de mandarinas al garaje, pero su versión no convenció demasiado a los agentes, que no tardaron en confrontarle con el mensaje amenazante hallado en el móvil de Ngoho. En ese punto Jesús P. reconoció haber tenido varios contactos -cuatro- con personas de raza negra a raíz de un supuesto negocio que estos le habían ofrecido en noviembre. Según su versión, los desaparecidos habían contactado con él para comprarle una maquinaria que, cercado por las deudas, vendía en internet pero poco después le ofrecieron participar en un lavado de dinero con sustancias químicas con el que, le dijeron, obtendría jugosos beneficios.
Tras estas muertes se encuentra una presunta estafa vinculada al lavado de billetes por la que los acusados habrían perdido 200.000 euros. «Hijos de puta me robáis el dinero», revela un mensaje
En ese diálogo con los agentes, Jesús P. aseguró haber cortado la comunicación con los africanos tras entregarles 300 euros, pero, al pedirles los agentes el acceso a todos sus mensajes de Whatsapp de 2024, este empresario aseguró haber borrado todo.
Una anotación en la agenda de Nhogo, que su viuda entregó a los agentes, permitió destapar que el africano presuntamente tenía previsto reunirse la mañana del 14 de diciembre con Jesús P. Un primo del fallecido reveló a los agentes que Ngoho le había pedido esos días que le siguiese a las citas que iba a mantener esos días para ofrecerle protección. El 14 de diciembre, el primo del fallecido sabía que este iba a mantener un encuentro junto a Coulibaly en un punto de Librilla del que este le mandó la ubicación. A las 13.32 horas el último mensaje de Whatsapp que recibió de su primo le revelaba que estaban dentro de las instalaciones.
A partir de ese momento el primo de Ngoho le escribe en varias ocasiones -sin que aparezca ya el check de visto- y trata en vano de contactarlo con llamadas. Ante la sospecha de que algo malo pueda haberle pasado, contacta con la esposa de Ngoho para ponerle al tanto. El análisis que la Guardia Civil revela que el móvil del africano permaneció activo en la empresa hasta las 18.06 horas, cuando se apaga. La hora coincide con el momento en que se apagó también el móvil que estaba siendo usado por Coulibaly, lo que llevó a los investigadores a sospechar que alguien apagó ambos terminales.
Las pesquisas desplegadas por el Instituto Armado en torno al repetidor ubicado junto a la nave de Librilla permite, además, ubicar los móviles de los dos empresarios investigados -que están siendo defendidos por los abogados Emilio Ibáñez y Evaristo Llanos- en la instalación en esa jornada del 14 de diciembre. La titular del tribunal de instancia número 4 de Totana sigue indagando en los detalles de este doble crimen que recientemente sumó un nuevo investigado: el cuñado de Jesús P., sospechoso de encubrir el doble homicidio. En la causa están personadas como acusación particular las viudas de Ngoho y Coulibaly y las hijas de ambos, además de la madre de un hijo que Ngoho tenía de una relación previa y que está representada por el abogado Valentín Fernández, del despacho Legamur.

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Enlace de origen : Las amenazas que destaparon el crimen de la nave de Librilla: «Así os muráis hoy mejor que mañana»