Menos afluencia de público en los cementerios de Murcia para celebrar el Día de Todos los Santos

Menos afluencia de público en los cementerios de Murcia para celebrar el Día de Todos los Santos

Una mujer a los pies de la tumba de su hijo, ubicada en el cementerio municipal Nuestro Padre Jesús, este sábado en Espinardo, con motivo de la festividad de Todos los Santos. Kiko Asunción / AGM

La tradición de acudir a los camposantos con motivo de esta festividad va perdiendo fuerza, aunque miles de personas siguen manteniendo viva esta costumbre por todo el municipio

Sábado, 1 de noviembre 2025, 14:58

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«Ayer todo el mundo de fiesta por Halloween y cada vez somos menos los que venimos hoy al cementerio; tenemos que respetar nuestras tradiciones». Así de contundente se mostraba este sábado Araceli Fernández a los pies de la tumba donde descansan los restos mortales de su padre y sus abuelos, ubicada en el camposanto municipal Nuestro Padre Jesús, en Espinardo.

En las calles de la necrópolis más grande de la Región se veían muchas tumbas adornadas con flores pero sin público, prueba de que la costumbre de acudir a la ‘ciudad de los muertos’ en una jornada como la de este sábado va perdiendo fuerza. «Hace un día muy bueno y la gente ha preferido venir entre semana a limpiar y poner las flores y no pasarse hoy para aprovechar el fin de semana», opinaba Araceli. A lo que añadió que «si no estuviera este día, muchas familias no se verían; creo que tenemos que hacer un esfuerzo por no perder esta tradición».

Esta mujer de 30 años del barrio de San Antolín de Murcia forma parte de la tercera generación de la familia de los Fernández Santiago, más conocidos como ‘Los Barreras’, según apuntaba Belén, una de las tías de Araceli que, junto a un nutrido grupo de primos, acudieron a honrar a sus seres queridos. Costaba leer el nombre de sus familiares, los abuelos Antonio y Araceli, y uno de sus cuatro hijos, Manuel, que falleció hace tres años tras sufrir un infarto fulminante, por la gran cantidad de flores que decoraban la sepultura, que no pasaba desapercibida.

Más de 200 rosas blancas

«Lleva una barbaridad, pero nos gusta así», explicaba Araceli sobre las más de doscientas rosas blancas que inundaban la tumba, obra de un familiar floristero digna de admirar. «Me gusta mucho el resultado porque me parece una flor muy pura, como el alma de mi padre», resaltaba emocionada sobre su progenitor. «No hay un solo día que no me acuerde de él; siempre llevo los consejos que me daba por bandera», resaltaba Araceli sobre la pérdida de su padre con tan solo 55 años. «Al principio no puedes asimiliarlo, pero después aprendes a vivir con la pena». Una ausencia que aplaca yendo «casi todos los domingos» a pasar un rato al cementerio para asegurarse de que el lugar donde descansa su padre está limpio y decorado con flores, «como a él le hubiera gustado».

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