Una prueba de ADN acerca a Antonio al encuentro con su familia biológica: «siempre sospeché que era un bebé robado»

Una prueba de ADN acerca a Antonio al encuentro con su familia biológica: «siempre sospeché que era un bebé robado»

Domingo, 2 de noviembre 2025, 15:34

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Antonio Marín es un murciano del barrio de San Basilio de 50 años, residente en Balsicas desde hace un tiempo por motivos laborales. Supo desde la infancia que fue adoptado después de toda una vida investigando, pero ahora podría estar a punto de confirmar su procedencia biológica, de una familia de Granada. La prueba de ADN que se ha realizado él y Luna, una vecina de esa provincia andaluza, que probablemente sea su hermana biológica, «coincide al 99,9% de un mismo progenitor, y eso, aún cuando han pasado ya varios días de conocer los resultados, requiere tiempo para digerirlo», admite Antonio.

Aunque se trate de un paso de gigante para saber de dónde viene Antonio, todavía falta atar varios cabos, y no menores. Uno de ellos es destapar la tumba de Granada en la que, en teoría, Antonio fue enterrado «al morir recién nacido». Porque desde que comenzó su búsqueda de respuestas, siendo adulto, sospechó que podría ser un «bebé robado». En estos momentos, la situación «está en manos de un abogado», que guiará a Antonio en los siguientes pasos que hay que dar.

Una llamada este verano

Antonio Marín, para quien los vecinos de Murcia que lo adoptaron «son mis padres y eso no cambia», conoció esta circunstancia en el colegio, siendo un preadolescente. Nada más cumplir la mayoría de edad comenzó a buscar en organismos y asociaciones la procedencia de su familia biológica. Pero lo único que halló fueron «sospechas de ser un bebé robado, por mucho que le hubieran dicho a mis padres [adoptivos] que yo procedía de una familia que no podía mantenerme o cualquier otra situación». «Para eso tuvo que haber falsificaciones de documentos», reflexiona Antonio. Fruto de sus pesquisas durante años, logró averiguar indicios de su procedencia granadina, pero no pudo avanzar más, hasta este verano, cuando recibió la llamada de Luna.

Le comentó que hace cuatro años, en el lecho de muerte, su padre reconoció que el segundo de sus cuatro hijos, «realmente no murió al nacer, por lo que hoy debía estar vivo». No le transmitió más información. Entonces, ella comenzó su propia búsqueda en organismos y asociaciones. Cotejando información y documentación, los resultados le condujeron a Antonio. Se conocieron y acordaron someterse a la prueba de ADN. Así que la siguiente etapa sería, según Antonio, «comprobar que hay dentro de la que teóricamente fue mi tumba, porque existe, la he visto», asegura Antonio.

Mientras que se confirma su procedencia biológica con los pasos que está dando, Antonio se aferra a la esperanza de conocer qué pasó de verdad, quienes intervinieron en la separación -como bebé- de sus padres, dándole por muerto, y si hubo beneficio económico para alguien. Teniendo presente además que la posible madre y los tres hermanos biológicos de Antonio viven. Y que por su parte, el padre adoptivo de Antonio murió hace años y su madre adoptiva padece Alzehimer y no conoce los hallazgos de su hijo.

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