Hace mucho que Nueva York amenaza con convertirse en una ciudad exclusiva para millonarios, pero ayer la clase obrera y trabajadora, de los inmigrantes y … la diversidad, dio un puñetazo en las urnas demostrando que todavía son más. «A los que aman a Nueva York, Nueva York finalmente os ama de vuelta», anunció emocionado el nuevo alcalde electo, Zohran Mamdani, que ha sacado casi diez puntos de ventaja sobre su rival más cercano.
Con el entusiasmo de una campaña de bases impulsada por más de cien mil voluntarios, el primer alcalde musulmán que asumirá el cargo en enero ha logrado encarnar el espíritu de la ciudad en una candidatura que intenta ser también una hoja de ruta para derrotar la agenda despótica del gobierno.
«Si hay alguna manera de aterrorizar a un déspota es desmantelando las condiciones que le permitieron acaparar el poder. Así es como pararemos también al próximo Trump», dijo al celebrar la victoria en un teatro de Brooklyn. «Y si hay alguna manera de aterrorizar a nuestro déspota es desmantelando las condiciones que le permitieron acaparar el poder».
Por una noche, el parque de Fort Greene se había convertido anoche en el Hyde Park de Chicago, donde Barack Hussein Obama celebró en 2008 su victoria improbable, en otra mágica noche de otoño. Mamdani ha subido la apuesta con un nombre todavía más impronunciable y más lastre que Obama. El nuevo alcalde admite no er un candidato perfecto, porque además de tener 34 años y ser abiertamente musulmán, nació en Uganda de padres indios, defiende Palestina y se declara socialista democrático, en un país dónde eso se confunde con el comunismo y la propaganda de la Guerra Fría. «Y, encima, no me disculpo por nada de eso», dijo desafiante.
Con su sonrisa de dentífrico, un manejo hábil de las redes sociales y un mensaje de asequibilidad sobre el coste de la vida, Mamdani ha logrado convertirse en el candidato de la esperanza que ha devuelto la ilusión al país. «Es más que Obama, porque Obama tenía la retórica pero carecía de las ideas políticas y encima no se liberó de los multimillonarios», defendía Jeffrey Cohen, un profesor jubilado que ha participado en una docena de campañas electorales a lo largo de su vida y dice no haber visto nunca a nadie «tan brillante» como Zohran y su equipo.
Soñar, en tiempos de Trump, era justo y necesario, pero arriesgado. El presidente ha prometido volcar toda su furia en la ciudad y devolverla a sus peores tiempos cortando fondos federales y desplegando la Guardia Nacional a la primera oportunidad. La noche antes de las elecciones repudió al candidato de su propio partido, Curtis Sliwa, y pidió el voto útil para el ex gobernador demócrata, Andrew Cuomo, hijo de una dinastía política que concurría como independiente tras haber perdido las primarias. «Con ello puso el último clavo a su ataúd», concluyó satisfecha Monica Jaggi, una profesora de yoga que había votado por Mamdani.
El presidente contaba con que sus seguidores acatarían la consigna de salir a votar por Cuomo para frenar al «comunista», insiste, mientras que los demócratas distraídos seguirían dividiéndose entre ambos, pero no fue así. «Los neoyorquinos son mucho más listos que eso», celebraba triunfante Ruth Messenger, una jubilada que bailaba música étnica en el Paramount Theater. El histórico teatro universitario que la campaña de Mamdani eligió para la noche electoral estalló en júbilo al poco de cerrar las urnas, cuando los principales medios de comunicación empezaron a proyectarle como ganador.
Así de abrumadora fue su victoria, con más del 50% de los votos. Los neoyorquinos se habían volcado en las urnas con el ímpetu de unas presidenciales, batiendo con creces la participación de las de 2021. «Esto es más que una apuesta progresista, es una declaración de esperanza para todo el país y para el mundo. Todavía es posible frenar a la ultraderecha y al sistema de partidos corruptos», analizaba Arthur Chang, un emprendedor tecnológico del Partido Working Families que también representa Mamdani, en una rareza del sistema electoral neoyorquino.
Su victoria es también la derrota del Partido Demócrata, que se ha resistido hasta el final. Es la primera vez que el ganador de unas primarias no recibe el respaldo de los pesos pesados de la formación. Algunos, como la gobernadora de Nueva York Kathy Hochul, lo hicieron en el último mes. El líder de la Cámara Baja Hakeem Jeffries lo respaldó hace solo dos semanas. Y el del Senado, Chuck Schumer, nunca llegó a hacerlo.
«Lo que Nueva York, California e Illinois están diciendo es que no vamos a obedecer a Trump ni a seguir el rumbo de contubernio que marca el Partido Demócrata», interpretó anoche David Alexis, un estratega electoral de la campaña de Mamdani.
La victoria en la ciudad de los rascacielos puede ser la más visible, pero los votantes de estados como Nueva Jersey, Virginia y California, además de ciudades como Minneapolis, Cincinnati y Seattle, avalaron el voto de protesta contra la agenda de Trump. «Trump no estaba en las papeletas», protestó este en las redes sociales. Según él, esa era la razón por la que el Partido Republicano no había triunfado en estos comicios, y por el cierre de gobierno. Era la primera vez que el presidente daba señales de considerar que su pulso con los legisladores demócratas del Congreso esté perjudicando a su partido. El cierre parcial por falta de acuerdo en los presupuestos se convertirá hoy en el más largo de la historia al pasar de los 35 días, la marca de su primer mandato.
El inquilino de la Casa Blanca ha prometido vengarse de su propia ciudad en la que la gestión del socialista será «un total y completo fracaso económico y social», auguró. Mamdani ha prometido congelar los alquileres oficiales, autobuses gratuitos, guarderías para todos y supermercados asequibles regulados por el Ayuntamiento. Para financiarlo propone subir los impuestos corporativos del 7.25% actual al 11.5% y dos puntos porcentuales los impuestos sobre la renta de quienes ganan más de un millón de dólares. La campaña del miedo de sus oponentes aseguraba que los capitales huirán de la ciudad, mermando aún más la recaudación municipal, pero Chang asegura que eso no ocurrirá. «La oligarquía tecnológica de Silicon Valley en California no es la de Silicon Alley en Nueva York», explicaba Chang. «Los multimillonarios como Elon Musk están yendo en contra de los valores de EEUU. Nueva York defenderá la tolerancia, la colaboración y la oportunidad de un futuro mejor para todos», prometió.
Como testimonio de la inclusividad prometida, un grupo de judíos ortodoxos del tradicional barrio de Williamsburg participaba ayer en silencio de la fiesta de Mamdani en el teatro de Brooklyn. «No le hemos votado para presidente de Israel, sino para alcalde de Nueva York. Gobernará para todos los neoyorquinos», resolvió Moisag Wyss. FIN

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Enlace de origen : El musulmán y socialista Zohran Mamdani conquista Nueva York y se presenta como fórmula para vencer a Trump