‘La larga marcha’, una distopía siempre en movimiento

‘La larga marcha’, una distopía siempre en movimiento

Jueves, 13 de noviembre 2025, 00:25

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Asistir a un pase de ‘La larga marcha’, la película que este viernes llega a las salas de cine, se asemeja a ver una cinta de corte bélico. No porque en ella haya espectaculares secuencias de acción o tiroteos planificados al milímetro, sino porque el filme aborda esos momentos, algo más relajados, en los que los soldados se abren y estrechan lazos. Tiene sentido porque cuando Stephen King escribió este relato -aunque se publicó en 1979, bajo el seudónimo de Richard Bachman, el maestro del horror desvelaría después que esta es la primera novela que escribió, ocho años antes de que ‘Carrie’ fuera publicada, cuando era estudiante de primer año en la Universidad de Maine, entre 1966 y 1967-, la guerra de Vietnam aún causaba estragos entre los jóvenes estadounidenses.

Ambientada en una Estados Unidos distópica, que podría ocurrir entre los años cincuenta y sesenta -«no se puede determinar con exactitud en qué época se desarrolla la historia, pero tiene un aire gótico americano que la hace atemporal», afirma su director, Francis Lawrence, en las notas de producción- la película plantea su premisa con una carta dirigida a Ray Garraty, el joven protagonista de 17 años al que da vida Cooper Hoffman. La misiva confirma que lo han seleccionado, entre millones de voluntarios, para participar en ‘La larga marcha’ junto a otros 49 jóvenes, una competición dirigida por El Comandante (un formidable Mark Hamill, parapetado siempre tras unas gafas), retransmitida por la televisión a todo el país, que busca dar esperanza e inculcar la cultura del esfuerzo y la ética del trabajo a la nación para volver a ser los números uno, después de que una guerra, ¿quizá civil?, desgarrara hace 19 años Estados Unidos.

¿En qué consiste? Se trata de emprender una larga caminata de varios días, sin meta a la vista, bajo unas estrictas reglas: los participantes no podrán bajar el ritmo de 5 kilómetros por hora. Si lo hacen, recibirán una primera advertencia y a la tercera serán ejecutados a sangre fría por los militares que les acompañan durante el recorrido. Al final, como en ‘Los inmortales’, solo puede quedar uno. Un ganador al que se le concederán riquezas inimaginables y un deseo, siempre que este no atente contra las estructuras del Estado.


Arriba, Mark Hamill como El Comandante, debajo, Cooper Hoffman y David Jonsson, como Ray y Peter, y Judy Greer como Ginni Garraty, la madre de Ray.

Imagen principal - Arriba, Mark Hamill como El Comandante, debajo, Cooper Hoffman y David Jonsson, como Ray y Peter, y Judy Greer como Ginni Garraty, la madre de Ray.

Imagen secundaria 1 - Arriba, Mark Hamill como El Comandante, debajo, Cooper Hoffman y David Jonsson, como Ray y Peter, y Judy Greer como Ginni Garraty, la madre de Ray.

Imagen secundaria 2 - Arriba, Mark Hamill como El Comandante, debajo, Cooper Hoffman y David Jonsson, como Ray y Peter, y Judy Greer como Ginni Garraty, la madre de Ray.

Con este punto de partida, el artífice de títulos como ‘Soy leyenda’ o ‘Los juegos del hambre: en llamas’ construye una película minimalista, que se mueve entre la épica y lo íntimo, pero siempre en constante movimiento. No en vano, los actores y el equipo llegaron a caminar hasta 16 kilómetros cada día con una estrategia de rodaje que abordaba los acontecimientos que recoge la película en estricto orden lineal. La idea de Lawrence es que los actores evolucionaran con sus personajes y que el espectador pudiera apreciar el deterioro físico que acompañaba a cada día de rodaje. El resultado es original e interesante, aunque los 108 minutos de cinta se hagan especialmente largos. Pese a todo, en los primeros compases de la cinta, uno se sorprende moviendo las piernas en la butaca al tiempo que asiste a unos diálogos y reflexiones de corte filosófico y existencial que se interrumpen cada vez que alguien infringe las normas y le descerrajan un tiro en la cabeza.

Una violencia que se diluye

La explícita violencia inicial, elaborada mediante CGI, se va diluyendo a lo largo del metraje. La tensión, tan evidente al principio en cada paso, va dejando más espacio a la palabra hasta que las advertencias de los militares ya solo se escuchan en la lejanía, demostrando la triste capacidad que tiene el ser humano para adaptarse al horror, mientras los protagonistas atraviesan pueblos prácticamente vacíos o en ruinas que dejan claro que Estados Unidos está sumido en una depresión financiera. De ahí las interesantes reflexiones acerca de cómo el sistema arrincona a las personas y de la libertad real que tienen estos jóvenes para apuntarse voluntariamente a la prueba.

Rencillas, calambres, la dificultad de dar rienda suelta a las necesidades fisiológicas mientras caminan o un conato de revolución contra el sistema serán algunas de las peripecias a las que tendrán que enfrentarse los caminantes en esta historia de amistad y camaradería coronada por la relación entre Ray, que al principio de la historia decide abandonar a su madre para participar en la marcha, y Peter McVries (David Jonsson), un tipo profundamente optimista del que apenas sabemos nada. Más allá de El Comandante, hay también espacio para otros antagonistas entre la pandilla de caminantes como Stebbins (Garrett Wareingo) o Gary Barkovitch (Charlie Plummer). Poco a poco, aliados, amigos y enemigos -no hay que olvidar que la prueba es pura competitividad- irán desvelando su pasado, sus motivaciones e intereses, secretos que alimentan la tensión y proporcionan los giros necesarios para no caer en el aburrimiento.

Pero, sin duda, lo más sorprendente es como la película dialoga con el presente. «Es una metafora de la erosión del sueño americano», explica Lawrence. «El estancamiento de los salarios, la inflación, el coste de la vida y otras presiones financieras han hecho que muchos sientan que sus metas se han vuelto inalcanzables y que sus ganancias no tienen sentido. Esta sensación de nihilismo financiero y existencial se puede ver en todo Estados Unidos y en todo el mundo. ‘La larga marcha’ lleva esta idea al extremo, describiendo un Estados Unidos en el que a la gente no le queda más remedio que arriesgar sus vidas para intentar asegurarse un futuro mejor, pagar un techo bajo el que vivir o poner comida en la mesa», concluye.

En definitiva, otra interesante adaptación del universo de Stephen King, que lleva una racha buena en 2025. Comenzó el año con ‘The Monkey’, continuó con la serie ‘El instituto’, y hace unas semanas veía también llegar ‘It: Bienvenidos a Derry’, la precuela de las últimas películas de la franquicia de Pennywise a HBO Max. La cosa además no se acaba aquí porque el 21 de noviembre se estrenará en las salas de cine ‘The Running Man’, película basada en la novela homónima del escritor de Maine, que ya tuvo una adaptación protagonizada por Arnold Schwarzenegger en 1987. La nueva película está dirigida por Edgar Wright y protagonizada por Glen Powell.

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