En una valoración en el colegio Monteagudo, en el departamento de Orientación, sobre a qué podría dedicarse en el futuro Pablo Ramírez, dijeron que tenía … vocación por ayudar a los demás y que podría desenvolverse bien en dos caminos: el sacerdocio o la medicina. En el último momento optó por estudiar Medicina. Le gustaban mucho las matemáticas, y con el tiempo supo lo importante que han sido en su vida las herramientas matemáticas para cualquier área de la ciencia, incluida la biomedicina y la investigación.
«Todo son desafíos ahora con la cirugía robótica y todo lo que está viniendo. Al final, me casé y he tenido cinco hijos. Mi vida fue muchos años La Arrixaca y mi casa. Hace 20 años que me divorcié, entiendo que es muy difícil seguir a un hombre con este nivel de adhesión profesional, aunque ciertamente le he dado mucha prioridad a la relación con mis hijos», admite el jefe de sección del Servicio de Cirugía General y Digestiva del hospital Virgen de la Arrixaca, catedrático de la Universidad de Murcia y director científico del IMIB, que el próximo martes 18 de noviembre, a las 19 horas, hará balance de ‘Una vida entregada a la ciencia’ en el Aula de Cultura de LA VERDAD y la Fundación Cajamurcia, un evento abierto, con entrada libre y donde Pablo Ramírez recordará algunos hitos de su carrera.
Pablo Ramírez en el Aula de Cultura de LA VERDAD
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Qué
Martes 18 de noviembre, a las 19 horas, el invitado del Aula de Cultura de LA VERDAD y la Fundación Cajamurcia es Pablo Ramírez. El acto es abierto, en la sede de Fundación Cajamurcia, donde el jefe de Cirugía de la Arrixaca hablará de su vida dedicada a la ciencia. -
Dónde:
Fundación Cajamurcia. Gran Vía, 23. Murcia.
«Yo tenía», cuenta a LA VERDAD antes de su encuentro, «mucha disposición por ir al laboratorio, y la parte de disección me atraía mucho». La decisión de hacer medicina la tomó con 16 años, y acabó el primer curso de Medicina con 17. La vocación mandaba. Durante la carrera, aparte de estudiar, fue alumno interno de varios departamentos, entre ellos de José Antonio Lozano Teruel, científico, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina de la UMU, y vio lo que era la investigación de laboratorio. A partir de tercero, cuando empezó a hacer prácticas, descubrió que lo que más le atraía era «la historia clínica, tocar los pacientes, diagnosticarlos…». La primera visión de la cirugía que tuvo fue con un profesor de Anatomía Humana, el cirujano Federico Molina. «Su hijo había estudiado conmigo en el colegio, y me atreví a decirle que me gustaría ir a ver alguna operación, y en primero de Medicina, en verano, fui a verle operar al Mesa del Castillo viejo. Nos explicaba la hernia en la pizarra, pero no era lo mismo verlo en la pizarra que en la mesa de operaciones».
Deslumbrado por Pascual Parrilla
En cuarto de Medicina ya sintió el deslumbramiento por Pascual Parrilla, catedrático de Cirugía en la Universidad de Murcia y jefe del servicio de Cirugía durante décadas en La Arrixaca, «quien me transmitió lo que era la importancia del arte de curar con las manos, de indicar bien y estar cerca del paciente». Cuando acabó la carrera y aprobó el MIR sabía que quería hacer cirugía general y digestiva, pero no tenía claro dónde, porque la mayor parte de sus amigos se iban a Madrid. Ramírez llevaba dentro la semilla de la investigación. Fue interno de Patología General con un catedrático de Medicina, Jaime Merino, quien le dirigió la tesina de estudiante (el primer estudio a nivel nacional de epidemiología de la hipertensión arterial) y le metió en el método científico.
Juventud
«Uno como estudiante no tiene la perspectiva de la dimensión de sus profesores, y me hicieron ver en Madrid que lo que yo buscaba lo tenía en Murcia y en La Arrixaca»
En sexto de Medicina Ramírez firmó su primera publicación en ‘Medicina Clínica’, una revista potente, y fue de la mano de ese maestro. «Buscaba un hospital donde se operara mucho para coger experiencia en cinco años de especialidad, pero tenía vocación científica, y quería hacer investigación y carrera universitaria, y llegar a ser catedrático, porque había vivido ese ambiente», admite hoy. En Murcia tenía entonces un hospital del seguro grande como La Arrixaca, («lo hicieron clínico en 2013»), «y el jefe era un fuera de serie, Parrilla, un catedrático joven, pero uno como estudiante no tiene la perspectiva de la dimensión de sus profesores, y me hicieron ver en Madrid que lo que yo buscaba lo tenía en Murcia y en La Arrixaca».
Ramírez acabó la carrera con 22 años. Fue a hablar con Parrilla antes de elegir Cirugía y de empezar a formarse en esta especialidad, «y Parrilla me recibió con los brazos abiertos, porque desde el primer año me metió a dar clases en la facultad, me dio tema para la tesis doctoral y durante muchos años le ayudé mucho a operar, fue una relación asistencial, docente y de investigación con un mentor auténtico, y eso fue una fortuna». Leyó su tesis doctoral siendo R4, residente de cuarto año, en un tiempo en que solo había un residente por año. Parrilla tenía entonces 9 cirujanos en el servicio, y hoy Ramírez, como jefe del servicio de Cirugía General de la Arrixaca, tiene a su cargo 40 cirujanos, más 20 residentes.
Pablo Ramírez, Francisco Sánchez Bueno, Pascual Parrilla, Rubén Jara, Ana Sanmartín, Rosa Blanco y José Ros Martínez, en La Arrixaca en 2014.
Guillermo Carrión / Agm
–¿Qué hace distinto a La Arrixaca respecto a otros hospitales?
–Una cosa fue que, como no había hospital clínico, se decidió que los jefes de los departamentos más importantes (cirugía, medicina interna, ginecología, pediatría…) fueran catedráticos, y a la asistencia le imprimieron un carácter científico y universitario. Así se fueron desarrollando subespecialidades. Es una de las claves que explica por qué hemos crecido tanto. Este hospital fue de la última remesa de grandes hospitales que hizo Franco, con el 12 de Octubre, Marqués de Valdecilla, Reina Sofía de Córdoba… Aquí el núcleo de investigación era dirigido por médicos. Luego nacieron los institutos de investigación biosanitaria, bajo el amparo del Instituto de Salud Carlos III, y hoy hay 33 institutos de excelencia acreditados por el Carlos III de Madrid, y todos sobre un núcleo hospitalario importante.
Mandato en el IMIB
«El máximo tiempo que puede estar un director científico es de 8 años, y a mí me queda menos de un año en coordinación de los equipo»
–Uno de ellos es el IMIB, que lleva el nombre de Pascual Parrilla.
–Era importante tener una masa crítica de investigadores médicos con unas publicaciones mínimas y una facultad de Medicina. Aquí el instituto se creó en un BORM, se nombró a Parrilla director, y poco a poco fueron conformándose grupos, líneas de investigación, la comisión de investigación… Cinco años de agregar y de coordinar áreas para que el Carlos III examinara si había masa crítica, y en 2015 se consiguió esa acreditación. El máximo tiempo que puede estar un director científico es de 8 años, y a mí me queda menos de un año en coordinación de los equipos.
Cerca de los pacientes
–Usted nunca se ha apartado de los quirófanos: es su máxima.
–Yo nunca he dejado de pisar el hospital, he estado cerca de los pacientes, he hecho las guardias, todo lo he conseguido desde la trinchera clínica. He cumplido 66 años. Mi patrón no es el Servicio de Salud, a mí me paga la Universidad de Murcia por ser catedrático de Universidad. Y la edad de jubilación de catedráticos y profesores titulares es a los 70 años. Todavía me quedan cuatro.
–¿Qué retos afrontan hoy?
–En los últimos dos meses he asistido a reuniones nacionales e internacionales de cirugía de trasplantes, y ahí está todo lo que se está cociendo hoy. Y me vengo con la sensación de envidia sana de cuánto me gustaría tener ahora la edad de estar empezando para vivir todo lo que apasionadamente viene. El cambio que viene es espectacular en todas las áreas de la medicina, en la investigación y en cirugía es absolutamente impactante.
Equipo científico
«Prácticamente de los 40 cirujanos en el servicio, solo dos o tres, creo, no tienen la tesis doctoral»
–¿Le vienen hoy los alumnos con el mismo ímpetu que tenía usted?
–Muy ocasionalmente, pero no es tan frecuente. Nosotros, como la cantera del Barça, hacemos convocatoria interna a los alumnos de 4º y hacemos examen de selección y por CV y elegimos a 15 o 20 alumnos, y les permitimos que vengan a las guardias y que se incorporen a quirófano, y a lo largo de ese año a lo mejor sobreviven uno o dos, y continúan a lo largo de los años. Son pocos pero son los que progresivamente van enriqueciendo el equipo, y además con el espíritu de innovar, de superespecializarse (hay diez unidades: esófago, sarcomas, hígado, páncreas, trasplante…). Prácticamente de los 40 cirujanos en el servicio, solo dos o tres creo no tienen la tesis doctoral.
–¿Y fuera también se reconoce?
–No hay ningún servicio en España con este porcentaje de doctores entre los cirujanos, eso significa que se han criado en una mentalidad científica, y eso se aplica, porque se opera con criterios científicos, en las indicaciones, en las técnicas, en el postoperatorio, siempre pensando en cosas nuevas, en nuevos proyectos de investigación… eso permite que se pueda hacer carrera vinculada, porque si eres doctor y llevas proyectos nacionales e internacionales y publicaciones en las principales revistas, te acreditas por la ANECA. En el servicio va a salir el tercer catedrático en cinco años, y estamos de catedráticos en este momento el doctor Robles, que acaba de cumplir 70 años y se jubila cuando acabe el curso; el doctor Sánchez Bueno que acaba de jubilarse, y la doctora Luisa Martínez de Haro, de esófago, que también cumple en breve 70 años. Y ya tenemos el relevo de los catedráticos, y tenemos otros tres más que están acreditados y que les sacamos las plazas para ser profesor titular vinculados. En toda la Comunidad de Madrid solo hay tres catedráticos de todos los hospitales públicos universitarios. En Murcia qué pasa, nos preguntan, que en cada metro cuadrado hay un catedrático de Cirugía, pero es que es el estilo que hemos mamado a lo largo de los 40 años que ha estado Parrilla enseñando el estilo de una cirugía científica y de progreso. En otros servicios ha sucedido lo mismo, en Cardiología con Mariano Valdés y Domingo Pascual, en Ginecología con Lorenzo Abad y Juanjo Parrilla. Es que no son catedráticos de facultad y de aula, sino catedráticos que llegan al hospital y enseñan la medicina a pie de los pacientes, no a pie de la pizarra. Y eso ha marcado significativamente el crecimiento del servicio.
Solo, pero no en soledad
–¿Qué valor le da la vida?
–Ciertamente le he dado mucha prioridad a la relación con mis hijos. Mi vida es mi trabajo y mis hijos. Ya mis hijos se han ido de casa, vivo solo, pero no en soledad.
–Los desafíos del mundo de hoy, tan desregulado, ofrecen también muchos dilemas éticos.
–Hay muchos proyectos innovadores, de nuevas medicaciones, de inmunoterapia, las CAR-T, a nivel de cirugía. Tenemos proyectos de oncología quirúrgica de rescate, los xenotrasplantes que nosotros nos vamos a plantear y que en Estados Unidos y en China están consiguiendo supervivencia de varios meses en pacientes… Proyectos innovadores que analizamos científicamente y éticamente. Porque hoy cualquier proyecto nuevo pasa por dos comités de investigación clínica y ética. Para dar el paso tiene que tener el visto bueno de comités que garantizan los aspectos bioéticos, de bioseguridad y también los aspectos científicos. Pedimos a las agencias estatales financiación para desarrollarlos, y contratar personal técnico de apoyo, y se exige la evaluación positiva de estos comités. Europa regula muy bien, y, a veces, demasiado bien.
Compromiso y eficiencia
«El consejero de Castilla y León sacó pecho de que todos sus hospitales tenían robot. También debería ser así en nuestra región»
–Esta semana ha estado en la reunión vigésima de periodistas y coordinadores de trasplantes, patrocinada por la OMT. Antes tuvo un trasplante hepático.
–Yo ahora desde el punto de vista clínico participo en todos los trasplantes hepáticos del hospital, y en las sesiones de indicación, en el seguimiento de estos pacientes. Soy de los más veteranos en trasplantes hepáticos, junto al doctor Robles. El equipo de trasplantes tiene además asegurado el relevo generacional, porque una de las potencias de La Arrixaca es su programa de trasplantes y a nivel nacional el de donaciones, siendo La Arrixaca el que más donantes tiene y es el que más nutre el programa.
Más robots para los hospitales públicos
–Después de todo lo vivido, ¿tiene la sensación de que se hicieron las cosas bien o muy bien?
–Ahora veo lo atractivo que es la investigación en el hospital, en el IMIB, porque hay recursos y plataformas de apoyo. Ahora tenemos un órgano de gestión del Instituto, que es la fundación; hay plataformas de investigación al servicio de los médicos que investigamos, está la sala blanca, el biobanco, genómica, proteómica… y ahora es mucho más fácil hacer investigación, y hacer investigación de calidad. A nivel clínico y quirúrgico predomina la cirugía mínimamente invasiva, la laparoscopia, y desde hace cuatro años conseguimos meter en la Comunidad el robot, de las últimas. El robot no es más ni menos que una laparoscopia avanzada, porque se ve en 3D y a diez aumentos, de modo que la seguridad es superior. Y luego la manipulación que haces te permite que sea más preciso el punto que se dé, la disección que se haga. Desde que se compraron cuatro robots Da Vinci a cuatro hospitales [La Arrixaca, Reina Sofía, Morales y Santa Lucía de Cartagena] se han hecho cerca de 5.000 intervenciones robóticas en la Región de Murcia, en La Arrixaca unas 1.500, y en nuestro servicio unos 700 procedimientos. Cuatro robots para una población como esta… en el Congreso de Valladolid nos relacionamos mucho con el jefe de Chicago, y él tiene en cirugía general 16 quirófanos, y tiene 16 robots. Ya la laparoscopia hay que enterrarla. Ya hay al menos cinco casas que los fabrican, y lo que hay que hacer es licitar, bajar los precios e ir renovando los equipos. El consejero de Castilla y León sacó pecho de que todos sus hospitales tenían robot. Pues también debería ser en la Región de Murcia. Aquí tendría que haber un plan estratégico. Yo participé en los pliegos técnicos de licitación junto con Pablo Guzmán en 2021. Y se tenía que haber seguido, o volveremos a ser la última comunidad…
Desafíos
–Está involucrado en proyectos nacionales e internacionales, pide más financiación, y talento, y cuidar el talento. ¿Cómo se incentiva el talento de los médicos?
–Hay una manera gratis de hacer inversión, que en el baremo para las plazas en propiedad de médico, o para las bolsas de trabajo, cuenten los méritos científicos. Si tú quieres apoyar que los médicos jóvenes hagan investigación, hay que contar con eso, y todo el mundo puede participar en distinto grado. Aquí no se considera así. Todo el mundo nos da la razón, pero en las propuestas de baremo consensuadas no acaban de aceptarlo, y tenemos ahí un escollo. Es una demanda histórica, y en otras comunidades sí se ha conseguido. Pero también hay gente en el SMS que no tiene esa mentalidad científica.
Inversión pública
«Hay una manera gratis de hacer inversión, que en el baremo para las plazas en propiedad de médico, o para las bolsas de trabajo, cuenten los méritos científicos. Si tú quieres apoyar que los médicos jóvenes hagan investigación, hay que contar con eso, y todo el mundo puede participar en distinto grado. Aquí no se considera así»
–¿Qué le parece más urgente?
–Poner en marcha fórmulas innovadoras de contratación, y fondos europeos que hay que pedir. No vale con decir que no hay dinero, porque se puede pedir un crédito al Banco de Crédito Europeo para hacer un hospital nuevo y te lo van a dar. La alianza de institutos. Hay manera de sacar dinero para reinvertir en el SMS: poner las plataformas al servicio de aplicaciones clínicas. En la sala blanca de la Arrixaca que es el del IMIB hacer células CAR-T para tratar algunas leucemias, hacerlas propiamente en un ambiente académico, y un tratamiento de esas células hechas en La Arrixaca para un paciente un año puede costar entre 30.000/50.000 euros y ese fármaco comercial, 300.000 euros. ¿Hay ahorro o no hay ahorro? ¿Interesa invertir? Al tomar decisiones políticas hay que saber todo esto.
35 promociones de residentes y director de 50 tesis doctorales
–¿De qué se siente orgulloso?
–Yo soy hijo de un panadero, crecí en el polígono de La Paz. Pude entrar en el colegio Monteagudo gracias a las becas que se concedían a hijos de familias humildes. He participado en 35 promociones de residentes, me encuentro con muchos cirujanos que han sido formados en mi servicio. Me siento orgulloso de que demos asistencia a los pacientes, de hacer docencia con estudiantes y residentes, de la formación científica. He dirigido más de 50 tesis doctorales, aunque el doctor Parrilla dirigió más de un centenar.
Trasplantes
«Desde 2015 la Arrixaca es el hospital con mayor número de donantes de toda España. Ya es un hábito, y ha sido fundamental la ayuda de los medios de comunicación»
–En mayo de 1988, como recordó nuestro compañero Javier Pérez Parra cuando Pablo Ramírez fue nombrado uno de los Murcianos del Año 2014 por LA VERDAD, participó en el primer trasplante hepático que se llevó a cabo en Murcia. Fue un gran éxito para la sanidad regional, porque para entonces solo Barcelona y Madrid contaban con programas de trasplante de hígado. En 1995 fue nombrado Coordinador Regional de Trasplantes.
–Estuve un año en Inglaterra con el catedrático de Cambridge, y arrancamos el trasplante aquí. Tuve la suerte de otro tercer mentor, Rafael Matesanz, y en 1995 asumí la Coordinación Regional de Trasplantes. Hemos difundido la necesidad del mensaje de la donación a la sociedad. Desde 2015 la Arrixaca es el hospital con mayor número de donantes de toda España. Ya es un hábito, y ha sido fundamental la ayuda de los medios de comunicación. Siempre con el teléfono abierto para explicar la verdad.

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